JOHANA ROJAS
Johana Rojas, la caleña que es una inspiración en cualquier momento
La vida de la caleña Johana Rojas es una inspiración en cualquier momento. Por estos días, sin embargo, puede ser una lección universal. Charla con una mujer de otro planeta.
A la hora de recordar su historia ahí podría caber la lista de adjetivos que traducen la resiliencia. A los 6 años perdió a su mamá. Siendo niña también perdió a su abuela, una prima, dos tíos. Todos murieron de cáncer. Ella tiene el Síndrome de Li-Fraumeni, una condición que hace su cuerpo más vulnerable a la enfermedad. A los 12 debió asumir que le amputaran la pierna izquierda para frenar un osteosarcoma: “Alégrate, ya no vas a gastar en zapatos…”, le dijo poco antes de la operación a Fernando, su padre. Estaban en la sala prequirúrgica, cuenta al teléfono. Al otro lado del aparato, parece sonreír.
Se llama Johana Rojas, es caleña, empresaria, diseñadora de modas, personal shopper, creadora de la concept-store de diseño de lujo colombiano Ocre & Arco. Habla inglés, mandarín, ha saltado en paracaídas y en el 2014 viajó para caminar uno de los tramos menos turísticos de la Muralla China. Se demoró ocho horas dice hablando de lo mucho que le gustan los retos. Amputada/Con prótesis/Feliz, reafirma en Instagram. Ahora tiene 29 años y sí, sonríe. Dice que en su camino hasta el momento no conoce las crisis. Que soltar es un verbo mágico. Que la vida ocurre aquí y ahora. Y que la mayoría de veces lo peor solo ocurre en la cabeza.
Empezó a estudiar en la San Buenaventura de Cali pero se pasó a Los Andes de Bogotá, porque además del desafío académico estaba la ubicación geográfica de la universidad, en una montaña con risos de escalones. A escala, ese ejemplo podría resumir su postura frente a la vida. Tenaz, obstinada, valiente, creativa, pragmática, inteligente, verraca. Caben todos los adjetivos pero todos son pequeños. Si su persistencia ha sido una inspiración para quienes la conocen, escucharla por estos días puede ser una lección universal. Entrevista con una chica súper poderosa.
¿Cómo es que no han existido crisis en su vida?
Nunca he tomado ningún momento como una crisis. He tenido momentos difíciles, no, momentos diferentes. Cuando me descubrieron el cáncer, por ejemplo, lo que pensé fue bueno, de esta voy a salir, esto es algo transitorio. Yo todas las situaciones las veo como momentos transitorios y creo que esa ha sido una de las claves de mi éxito personal. Yo nunca veo crisis sino momentos diferentes.
Iba a decir momentos difíciles pero corrigió para hablar de momentos diferentes. ¿La reafirmación verbal hace parte de esas claves?
Las palabras tienen mucho poder. No solo la mente sino las palabras. Cuando le pones un adjetivo negativo a algo se vuelve negativo. Por eso no uso la palabra crisis, no uso la palabra problema, no hablo en negativo, trato de hacerlo en positivo. Así tenga un día en el que no estoy en mi mejor momento, digo que estoy bien.
¿Siendo niña cómo se entrenaba para ser así?
Creo que es algo intrínseco a mi personalidad. Obviamente sí he construido una personalidad en positivo, pero también es por lo que he vivido; entonces trato siempre de estar muy positiva ante todas las situaciones. Me resulta mejor pensar siempre que todo es transitorio a quedarme pegada.
¿Quién es su héroe?
Mi papá.
¿Cómo es que termina diciéndole a él, antes de la cirugía, que se ponga contento porque ahora iban a ahorrar en zapatos?
Soy de humor negro. Me acuerdo que cuando hacía quimioterapia y me quedé calva, le decía a mi papá que ya no iba a necesitar comprar cepillos para el pelo; y se lo decía riéndome porque siempre hay que verle lo bueno a todo. Así fue después de la amputación: sé que tengo una prótesis con la que no puedo correr, pero ahora no tengo que hacer fila en los bancos. Ya puedo parquear cerca a las entradas de los centros comerciales porque está el estacionamiento para personas en situación de discapacidad, me salen las boletas más baratas y siempre tienen mejor ubicación… Todo tiene un lado bueno.
¿Qué ha leído para ejercitar esa fuerza?
Hasta hace una semana empecé a leer cosas de superación personal. Yo no he tenido un gurú, no hay un modelo a través del cual yo te pueda explicar por qué a mis 12 años era así. En mi casa fue algo que creo me metieron muy inconscientemente por todo lo que ha pasado alrededor, y yo a todo le busco el lado.
¿Cuál es ese libro?
Ser feliz en Alaska. Habla básicamente de cómo yo he vivido: en el ahora, ligera, sin tantos miedos. Si soltás tus miedos, todo cambia. Soltarse incluso en el concepto de vida y muerte, de eso habla el libro.
¿La vida será la lucha contra el miedo?
En parte. Tenemos miedo a la aprobación, a estar solos, a no estar acomodados económicamente, miedo hasta de la misma vida. Hay que soltar esa sensación de que la vida es eterna, porque es aquí y ahora, y todo depende de cómo la quiero. Eso lo aprendí desde chiquitica y nunca leí teorías. Yo lo que más he hecho es soltar. Uno debe estar en reconstrucción constante, tratando de ser siempre una mejor versión.
Soltar suena fácil pero resulta bien difícil…
La forma más sencilla es entendiendo que hay cosas sobre las que uno no tiene el control, así todo es más fácil. Hay que soltar el miedo al fracaso, ¿si fracaso qué puedo hacer? Nada. Al final del día lo peor que puede pasar no es tan grave. Lo peor que me podía pasar en la Muralla China era cansarme. Lo peor está solo en la cabeza.
¿Hoy usted le tiene miedo a algo?
No.
¿Qué es lo que más le gusta de la vida?
La vida misma. Vivir.
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