Julián Román se confiesa sobre su vida

Sus amigos más cercanos lo consideran como un actor comprometido y responsable como pocos.

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18 de abr de 2016, 12:00 a. m.

Actualizado el 20 de abr de 2023, 09:26 a. m.

Sus amigos más cercanos lo consideran como un actor comprometido y responsable como pocos.

Como ‘Juan Gabriel’ Julián nos va a demostrar una vez más el gran talento que tiene, la va a sacar del estadio. Este personaje va a ser punto de quiebre en su carrera. Quizá lo empiecen a llamar muchísimo de México y de otras partes fuera de Colombia. Ese fue un papel que le  ganó en fraca lid a los actores mexicanos.

Quien así se expresa sobre el artista bogotano es  el también actor Juan Sebastián Aragón, uno de sus  amigos y quien no se ahorra palabras para destacar el talante de su colega y otrora compañero de rumbas. “Julián es un actor virtuoso; una persona apasionada, disciplinada y muy generoso”.

Es un actor comprometido y responsable como pocos. Ama lo que hace y su pasión lo ha llevado donde está, advierte su  colega Alejandra Azcárate, quien dice sentirse muy orgullosa de ser su amiga, “porque en un mundo plagado de hipocresía, encontrar valores como la lealtad, la honestidad y la nobleza es un escaso tesoro y esas son virtudes que a él le sobran”.

El inicio de la aventura

Julián Román, nacido el 23 de noviembre de 1976, apareció por primera vez en televisión cuando tenía 2 años, en una escena donde su padre, el actor Edgardo Román lo sostenía en brazos.

Cuando tenía 7 u 8 años, recuerda el maestro, su hijo  le dijo que quería ser actor y él le respondió: “Tiene que estudiar”. Y lo hizo primero en una  escuela de teatro del Distrito, en Bogotá, donde estuvo cinco años.

Cuando Edgardo lo vio en una obra de teatro que Julián protagonizó a los 14 años se sintió tranquilo y dijo para sí: “Canta, baila, habla bien. Sí sirve para esto”, sentenció el maestro.

Edgardo, fundador de la Academia Actuemos (de la que Julián fue gerente y de la que en la actualidad es miembro de  junta directiva) comenta con orgullo que  hoy lo  respeta  como actor.

“Es muy serio, muy  dedicado, es alegre en los ensayos y las grabaciones, divertido, vive con mucha intensidad su profesión. Es muy cumplido, inclusive en algunas ocasiones que hemos trabajado juntos, si yo llego un poco más tarde me hace la ‘miradita’ y me dice: ‘Papá, llevo más de dos horas aquí y usted acaba de llegar’. Entonces lo admiro y respeto por ese grado de pasión que tiene por este trabajo”.

Esa misma pasión lo llevó a tomar talleres de actuación  sábados y domingos; a ver ensayar a su papá y a los amigos de este en las  obras de teatro;  a perder un año de colegio por andar en grabaciones, a formarse en el TPB...

La disciplina en su formación pronto dio sus frutos. A los 16 años se hizo popular al  protagonizar la comedia ‘El hijo de Nadia’ y como él mismo lo reconoce, la fama lo volvió loco.

“Era un niño, estaba en el colegio y yo ya me creía el mejor actor de Colombia; ya ganaba plata, invitaba a mis amigos  en el colegio, le pagaba la gaseosa a todo el mundo, cogí el cielo con eso y cuando cae el baldado de agua fría es durísimo. Nos pasa a todos”,  comenta este hincha fiel del América de Cali, que le tiene pánico a las inyecciones y fobia a los caballos.

Ese momento, por fortuna, como lo reafirma su papá Edgardo Román, lo superó pronto. “Él empezó a andar con otros actores, se iba al fútbol, la gente le pedía autógrafos, la fama lo hacía sentirse engreído. Pero se fue dando cuenta de que actores como Luis Eduardo Arango, Frank Ramírez o yo, a pesar de la popularidad  éramos los mismos de siempre, así que no se dejó llevar por eso. Pero era normal que a esa edad se le subieran los humos”, dice el  maestro.

Rompiendo barrerasSe convierte entonces en un actor polifacético de televisión, teatro y cine, que, incluso sin tener el perfil del clásico galán de telenovelas. Rompe los  estereotipos de la televisión comercial de años atrás y logra ser protagonista.  Se destacó en producciones como  Cuando quiero Llorar no Lloro (Los Victorinos);  Por qué Diablos, Francisco el Matemático, Los Reyes. Y  recientemente en Las Prepago, La Viuda Negra y en la polémica  Los Tres Caínes. Por su bien logrado papel del paramilitar Carlos Castaño en Los Tres Caínes le llovieron críticas y  recibió amenazas   que lo llegaron a intimidar. Fue un episodio  que le dolió muchísimo, pues nunca esperó, por ejemplo,  que familiares de víctimas de paramilitares le enviaran una carta pública donde le manifestaron que él se estaba lucrando con el dolor de ellos. Julián, como lo describe su amiga Alejandra Azcárate, un hombre excesivamente franco que jamás anda con máscaras por quedar bien y que no le teme a la confrontación, les contestó públicamente que le dolía mucho que pensaran eso, pues él estuvo con ellos (los familiares de las víctimas de los paramilitares) en muchas ocasiones y eventos para pedir que encontraran a sus allegados y hallar la verdad y que le parecía una falta de respeto que se estuviera opinando sobre su carrera y los personajes que debía o no hacer. Él, un joven carismático, sencillo, humilde, sin ínfulas de divo, que saluda por igual al director, al camarógrafo o a la señora del aseo como relata Natalia Ramírez, su jefe de prensa, le molesta  que la gente lo  juzgue como si él fuera el personaje que interpreta, como le pasó con su rol de Carlos Castaño. “Él se sintió triste cuando la gente se tomó a pecho la serie y asumió que  defendía o le hacía homenaje a un paramilitar, por el papel que hacía. ¡Él no está de acuerdo con el paramilitarismo. Y tuvo amenazas de muerte! A él le duele que la gente no entienda que hace  un papel como actor, que  no es el personaje que encarna ni tiene sus características”. 

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