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Gary Domínguez, a la izquierda, fue el creador del Encuentro de Salsotecas, Melómanos y Coleccionistas de Cali y fue quien acompañó a Larry Harlow en su visita de 1991. El pianista neoyorquino terminó su visita en la mítica Taberna Latina, donde dio una segunda charla sobre su relación con el gran Arsenio Rodríguez. | Foto: Foto: Especial para El País

CALI

La huella que dejó Larry Harlow en Cali

El mundo de la Salsa llora la muerte del gran pianista Larry Harlow. Así recuerdan su visita a Cali hace casi 30 años.

20 de agosto de 2021 Por: Ossiel Villada, jefe de redacción online

Ese día Larry Harlow descubrió que todavía no se había muerto.
Fue el 27 de diciembre de 1991, en el Parque Panamericano, a un costado de la Calle Quinta. Esa tarde, como todas las de aquellos días, Cali era un infierno que ardía en Salsa a más de 32 grados centígrados.

Mientras miles de almas se entregaban al placer de la fiesta brava, al afán de las compras navideñas o al deleite de no hacer nada, un grupo de maniáticos nos habíamos congregado allí para darle rienda suelta a una obsesión: escuchar discos de Salsa.

¿Qué podía tener eso de especial? Nada. Era lo que hacíamos cotidianamente miles de caleños en la casa o en alguna esquina del barrio: sacar los bafles, encender el equipo de sonido, desempolvar las ‘panelas’ y poner a sonar la Salsa que no se podía oir en ninguna otra parte.

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Pero este diciembre era distinto. Alguien, uno entre nosotros, había tenido la clarividencia de entender que, en el ejercicio de ese ritual cotidiano, Cali se había convertido en la gran reserva mundial de la música de origen afrocaribeño.

Y ese hombre, el investigador, productor y ‘disc jockey’ Gary Domínguez, había tenido la audaz idea de juntar a todos esos maniáticos coleccionistas de Salsa en un solo espacio para compartir conocimiento, durante la Feria de Cali.

‘Primer Encuentro de Salsotecas, Melómanos y Coleccionistas’, fue el nombre que le dio a la propuesta que acogió la recién creada Corfecali.
Ese título, en realidad, brillaba más que aquel espacio en el que nos congregamos: una carpa de solo cuatro metros cuadrados, con un par de tornamesas y unas cuantas sillas en medio de un ‘peladero’ frente a la Calle Quinta.

Pero aquel lugar se convirtió en un sitio icónico y sagrado, una especie de ‘Monte de los Olivos’, cuando poco después de las 3:00 p.m. de ese día, Gary descendió de un taxi con el gran Larry Harlow.

El ‘Judío Maravilloso’, el gran genio que creó un sonido propio para la Salsa en Nueva York a partir de la obra de Arsenio Rodríguez, el legendario productor del sello Fania, el mito viviente que no podía faltar en ningún encuentro de los salseros de Cali, el hombre de ‘La Cartera’ y el ‘Abran paso’, estaba justo allí, caminando hacia nosotros con la sonrisa del que sabe que llegó a casa.

A él, que en aquellos días ya no llenaba grandes salones de baile como en los años 70, le habían pedido oficiar como jurado del Festival de Orquestas de la Feria.

Harlow llegó al Hotel Intercontinental con su melena alborotada, su carcajada estridente, sus camisas brillantes y su spanglish ininteligible. Pero se le veía maltrecho y triste, como un viejo piano olvidado.
Era el reflejo de un mal de la sangre que se había regado como epidemia por todo el Caribe urbano desde mediados de los 80. Porque la salsa clásica, la que corría por las venas de Harlow y por la nuestra, había sido envenenada.

Mentes obsesionadas con la ganancia fácil habían pervertido su corazón de fuego con melodías monótonas y facilistas, transformándola en una criatura tonta y llorona que pasó a la historia con el nombre de ‘Salsa Monga’ o ‘salsa romántica’.

El imperio de Fania se había derrumbado, el esplendor de las grandes orquestas era cosa del pasado, Nueva York ya no era la gran escena de la Salsa. Harlow traía el alma cargada de razones para creer que había muerto. Pero, como dice Gary Domínguez, Cali le demostró lo contrario.
“Estuvo solo tres días en Cali y al cuarto día se fue. Pero cuando le conté que teníamos un grupo de melómanos que estaban haciendo una audición con discos en homenaje a su maestro Arsenio Rodríguez, no vaciló en montarse en un taxi con su esposa y conmigo. Le impactó mucho ver a tantos jóvenes y viejos pidiéndole que firmara sus discos donde venían temas de Arsenio”.

Gary aún recuerda ese momento con asombro: “Harlow estaba un poco anonadado y entonces le pidió a la gente que se sentara en el cesped. Y ahí, obedientemente, todos se sentaron alrededor de él como en uno de esos pasajes bíblicos con el Nazareno, y empezó a contarnos su historia y a predicar sobre la importancia del ‘ciego maravilloso’ para la Salsa”.

Harlow también quedó sorprendió con un Festival de Orquestas en el que más de 40 orquestas de salsa tocaban desde las 3:00 p.m. hasta las 5:00 a.m. del día siguiente. Si había un lugar en el mundo donde la Salsa seguía viva, era en Cali.

Pero aquella fue su última visita a la ciudad. 20 años después, una impresionante nevada en Nueva York impidió que él y su banda se reencontraran con Cali durante la Feria.

Hoy, cuando los salseros del mundo lloran su muerte, en Cali se le recuerda no solo como el pianista que grabó grandes éxitos de la Fania All Stars. También se exalta su impresionante capacidad de productor, capaz de hacer experimentos tan audaces como grabar ‘Hommy’, la única ópera que se ha hecho en Salsa.

Pero también se recuerda que el evento al que le dio su bendición hace 30 años en Cali hoy está en grave riesgo de desaparecer.

En efecto, el Encuentro de Salsotecas, Melómanos y Coleccionistas, que hasta el año 2019 fue el más grande y multitudinario evento de la Feria y una de las mayores vitrinas turísticas de la ciudad, prácticamente está desmantelado.

Aunque la virtualidad que trajo la pandemia representaba la oportunidad de convertirlo en un evento global, los escándalos de la Feria del 2020 terminaron por reducirlo a su mínima expresión y la nueva gerencia de Corfecali no logra tener claro el camino para recuperarlo.

Por fortuna, la Salsa, como la memoria del gran Larry Harlow, vivirán por siempre.

Reacciones

Hizo parte de la camada de músicos que pusieron a bailar a la gente con una salsa hecha muy al estilo de Woodstock, muy tirado hacia la juventud, al consumo de droga, a la euforia. Gran pianista, fue uno de los artífices del movimiento Fania All Stars. Un pianista que marcó su estilo propio y nunca estuvo a la sombra de nadie. Tanto con Fania como con su orquesta, como con otras para las que hizo arreglos, marcó un estilo diferente de esa salsa setentera que tanto impactó en el mundo entero”, dice Óscar Jaime Cardozo, periodista e investigador cultural, melómano.

“Uno de los más grandes visionarios que hemos tenido en la salsa. Con un sentido musical único y diferente, además de un ojo clínico a la hora de escoger talentos y crear música. Pura excelencia de Nueva York, África y Cuba. Descansa en paz”, publicó Marcos Rodríguez ‘El Cacique’, en Instagram.

“Uno de los mejores pianistas en el género de la música mambo y salsa. Divertido, carismático, increíblemente talentoso. El mundo de la música latina ha perdido hoy a otro gigante musical. ‘El Judio maravilloso’ Te extrañaremos mucho”, reza el mensaje que publicó Tito Puente, Jr.

“Fue uno de los artistas más importantes de la historia de salsa, tuvo la misión en 1971 de grabar un baile y concierto de la Estrellas de Fania en un salón en Nueva York, para hacerlo en una película. Esa noche comenzó el epicentro de la salsa y la fiebre de un deseo de escucharla y bailarla en Nueva York y en el mundo. Fue de los primeros artistas que grabó con Fania y le brindó la primera oportunidad a Ismael Miranda cuando tenía 19 años”, dijo el locutor Nestor Galán, ‘El Búho Loco’.

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