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Las hermanas vallecaucanas que por sus bordados son apetecidas por Versace

Ana y María Ramos son hermanas, vallecaucanas, bordadoras. Formaron parte del selecto grupo de expertas en el Desarrollo Creativo y Técnico de Versace, marca donde, incluso, fueron seleccionadas para ser imagen publicitaria de un perfume unisex.

1 de marzo de 2021 Por:  Sara Rosero Gómez, del Semillero de Periodismo UAO- El País
Ana Ramos, diseñadora de modas, de 40 años, y María Ramos, de 42, junto a un modelo, en la campaña publicitaria Atelier Versace Fragances, en 2019, mediante la cual la prestigiosa firma italiana presentó su línea de perfumes unisex | Foto: Especial para El País

Palmira, Valle del Cauca, guardaba unas joyas de la moda que necesitaban ser descubiertas: unas hermanas morenazas de cabellos rizados, voluminosos, hijas de una modista. Son muy diferentes la una de la otra. Como el Yin y el Yang, son complementos. Mientras Ana Ramos, la diseñadora de modas, es calmada y segura, María, quien estudió administración de empresas, es dinámica y extrovertida.

Pero tienen en común su espíritu soñador, el mismo que las ha llevado a Milán, donde hoy sobresalen con su estilo en el arte del bordado.

Con sus habilidosas manos y con cada puntada, poco a poco fueron tejiendo la que hoy es su historia de éxito. Su amor por los bordados las llevó a que les abrieran las puertas de famosos ateliers, donde comenzaron como bordadoras freelance para Armani, Cavalli, Dolce & Gabbana y Versace. En este último quedaron tan complacidos con su trabajo que las llamaban constantemente para que hicieran parte de sus colecciones, lo que no les dejaba tiempo para otras marcas.

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La exclusiva casa de moda liderada por Donatella Versace desde la muerte de su hermano Gianni Versace, fundador de este emporio y que hoy es propiedad de Michael Kors Holdings, un día de 2018 puso a prueba las capacidades de las hermanas Ramos, con la creación de dos vestidos de novia. Esta prueba la pasaron y el jefe les ofreció un contrato directo para hacer parte del equipo de Expertas en el Desarrollo Creativo y Técnico de los bordados para alfombras rojas como el Met Gala, los Grammy, los Premios Oscar y el Super Bowl.

Precisamente el año pasado María viajó a Miami diez días antes del Super Bowl, donde trabajó arduamente desde el día uno hasta el último. Incluso antes, pues los trajes se confeccionan con mucha antelación, pero en la organización final del evento más visto, por aproximadamente 110 millones de estadounidenses, se hacen las pruebas de vestuario del espectáculo central y en cada ensayo se desprenden piedras. Cada que esto ocurría, María y sus colegas tenían que remediar el asunto.

Aunque el trabajo fue duro, Nicola Bacchilega, uno de los compañeros de las Ramos, cuenta que “fue una experiencia única e inolvidable y un honor ver de cerca el profesionalismo y el gran conocimiento técnico en bordados que hicieron estas hermanas para los looks de Jennifer López”.
Asimismo, María agradece la oportunidad, pues amó la experiencia y el hecho de haber conocido a JLO y a su equipo de bailarines, quienes, asegura, fueron muy amables con ella. También conoció a Shakira y al grupo caleño Swing Latino.

María, la mayor de las hermanas, de 42 años, recalca que, aunque en Versace no les dan rienda suelta con el diseño de los vestuarios, sí pueden proponer ideas para los bordados y diseñarlos ellas mismas. Esa es la parte favorita de esta palmirana: “crear”.

Imagen de perfume

A estas vallecaucanas la casa Versace les reconoció su excelente trabajo y fueron seleccionadas directamente por Donatella Versace para hacer parte de la campaña Atelier Versace Fragances, en octubre de 2019, con la que se promocionó la primera colección de perfumes unisex de lujo de esta firma.

La línea buscaba representar al atelier, por ello la publicidad contó con modelos, y con los propios sastres y bordadoras de la casa, para evocar la atmósfera familiar y cercana que se produce en el interior de ese espacio.

Por este logro, las hermanas Ramos dieron mucho qué hablar, pero los envidiosos no esperaron para atribuir el éxito solo a su color de piel, justificándose en que la marca quería mostrarse incluyente frente al público, demeritando así su profesional labor y sacando a la luz el racismo latente en esta industria de la moda.

Pero esto no las amilanó. Las hermanas Ramos siguieron trabajando con pasión en el diseño de bordados para los trajes de alta costura de Versace. Y lo hicieron en el taller donde el inolvidable modisto asesinado Gianni Versace inició su emporio.

“Ana trata de no seguir cánones, es muy auténtica. Y al conocerla dije: ¡wow! Ella tiene que trabajar conmigo”, guío di colombia, diseñador vallecaucano.

En ese mismo sitio han podido compartir incluso el festejo de cumpleaños de Donatella Versace, que según cuenta María, “es una persona maravillosa, que lleva el sol adonde va”.

Hoy, las palmiranas tienen la fortuna de seguir trabajando para Atelier Versace, Armani Privé, entre otras marcas, como bordadoras freelance, aunque por la pandemia lo hagan actualmente desde sus casas. Todo, porque como asegura su compañero de labores Nicola, se lo han ganado “por su energía, creatividad, humildad y determinación”.

Sin embargo, siguen soñando juntas e individualmente. Quieren hacer crecer el Maras Embroidery, un canal en YouTube donde enseñan a personas de habla hispana cómo hacer bordados de haute couture con aguja lune ville, que diferencia un vestido corriente de uno de alta moda.
Cada una tiene sus propios proyectos en la compañía de estampados Redbubble, que trabaja con artistas independientes al rededor del mundo, pues esta empresa vende su arte impreso en productos de uso cotidiano a un público internacional.

Ana, en este negocio de estampados, impregna su estilo en sus diseños coloridos inspirados en el arte, la música y su propia vida, estos reflejan explícitamente sus raíces tropicales.

Mientras que María realiza bocetos florales que reflejan la belleza de la naturaleza en sus diversas presentaciones.

“Sensei de la moda”

Estas artistas de la moda nacieron en Roldanillo, pero Palmira las vio crecer. En esa ciudad, cuando las Ramos Sinisterra eran tan solo unas niñas, Myriam, su mamá, artesana y modista, les inculcó el amor por crear y laborar con las manos . Desde ahí ellas empezaron a hilar su historia en la industria de la moda, unidas como hermanas, pero cada una desarrollando sus potencialidades por su lado.

Ana, hoy de 40 años, empezó haciendo sus faldas para ir a la iglesia, sus blusas, modificando sus prendas e incluso, las de sus muñecas. Pero, paulatinamente, fue desviando sus intereses hacia la música, pues es una mujer multifacética, no solo es diseñadora de modas sino también pedagoga y en algún tiempo fue clarinetista, con su amiga Sayuri Raigoza, en la Casa de la Cultura de Palmira.

Ahí fue donde Ana conoció a su actual esposo, John Silva, un profesor de técnica vocal que se dejó conquistar no solo por su belleza, sino también, como él mismo asegura, por “su inteligencia, perseverancia, dedicación y determinación”.

Entre tanto, Sayuri, a quien Ana le confeccionó un vestido que mostraba toda la esencia de su ser, como ella lo evoca, sostiene que su amiga “tiene la capacidad de entender el espíritu de las personas al diseñar para ellas”.
Por eso, para ella, su amiga es una “sensei”, una maestra que tiene la habilidad de analizar al otro y acompañar sus procesos.

Como pedagoga, Ana trabajó en Cali para una fundación. Desde ahí retomó su amor por la costura y empezó a coserles las prendas decembrinas a sus compañeras de trabajo, hasta que un día decidió renunciar y, con el apoyo de su esposo, que es “un apoyo enorme e incondicional”, abrieron en 2015 un taller en el barrio Obrero, de Palmira, donde sus primeros clientes fueron sus amigas, vecinas, conocidos y uno que otro ciudadano curioso que se paseaba por la acera aledaña de su local.

En 2006 se certificó en la Escuela de Alta Costura Diseñando y obtuvo experiencia al trabajar con el diseñador vallecaucano Guío Di Colombia. Primero, complementando sus creaciones con joyería artesanal. Luego, como profesora en un laboratorio de moda que Guío organizó en compañía del Inpec con reclusos de diferentes cárceles. Y finalmente fue invitada por él, ya no como su ayudante, ni como docente, sino como diseñadora, al Cali Exposhow del 2014, pues, según el creativo, “en este medio es muy difícil encontrar gente auténtica y ella es auténtica”.

También fue invitada al festival de la herencia africana Cali Afroshow en 2015, al festival de música del Pacífico Petronio Álvarez del mismo año, a Expomoda en 2016, con la colección Mr. Ray, entre otros eventos, donde fue destacada también por varios influenciadores fashionistas gracias a su talento.

Para esta diseñadora, la moda en Colombia no es cuento fácil. Su mente ambiciosa y moderna da rienda suelta a prendas que los clientes vallecaucanos criticaban: “¿Quién se va a poner eso?”; “¡Son cosas hermosas, pero es que eso es demasiado!”; “¿Yo dónde voy a lucir eso? Eso es como de exposición”. Comentarios como esos la desmotivaban creativa y económicamente. Pero ella le decía a Sayuri: “Siento que yo pertenezco a las pasarelas de los famosos, porque lo que diseño supera las esferas de esta cultura colombiana”. Y el tiempo se encargó de darle la razón.

“Tenemos poder”

Los inicios de María en este campo fashionista se dieron por necesidad, pues para comenzar su carrera universitaria requería dinero para poder costear su transporte y otros gastos. Entonces vendía a sus compañeros en la ‘U’ collares, aretes, bolsos tejidos en macramé y cinturones.

La moda también fue eje de su tesis de grado: la creación de una empresa de bisutería, aquel trabajo artesanal que sabía que se le daba muy bien.

En mayo de 2007, esta palmirana encontró en el mundo cibernético su amor: Michele Di Ronza, un deportista italiano amante del automovilismo que decidió compartir su vida con ella, “una mujer de gran corazón, generosa y noble, que sabe soñar, pero también es realista”, como la describe su esposo.

El romance fue el que la llevó a ella, y a su madre, a Italia y a estar separada de su hermana menor por diez años. Durante ese tiempo nunca dejó de soñar que Ana volviera a vivir junto a ellas.

“Cuando uno está en Colombia piensa que el trabajo afuera es fácil y la verdad es que no”, resalta María, quien apenas llegó a Nápoles, una ciudad al sur de Italia, no pudo encontrar trabajo en lo que ella había estudiado. Así que su primera ocupación fue en una pizzería. Pero nunca dejó de lado la moda. Cuando cambió de residencia a Milán ella seguía vendiendo sus collares y aretes.

También trabajó en un restaurante, limpiando casas y como niñera. La mamá de los niños que cuidaba le preguntó una vez por una revista de moda que ella sostenía. María le explicó que siempre se las compraba a su hermana, quien era diseñadora de modas y soñaba con trabajar en Italia. A lo que la madre le respondió: “Sí, el mundo de la moda es muy bonito, pero es imposible entrar allá si usted no conoce a nadie”. Pero, María pensó: “Si uno quiere algo y lo quiere con todas las fuerzas, se cumple”.

Y siguió soñando. Como lo hacían de niñas, cuando exclamaban: “nosotras tenemos poder” y se proyectaban en Italia, sin saber que la vida después de unos años les iba a conceder ese deseo tan anhelado.

En 2017, Ana, en compañía de su esposo, viajó a Italia para hacer su emprendimiento en el mundo de la moda, como siempre había querido y así, reencontrarse con su mamá y con María. Al arribar a Milán, junto a su “alma gemela”, como ella se refiere a su hermana, las dos comenzaron a estudiar la elaboración de bordados de alta costura, un trabajo artesanal en el que no hay mucha competencia porque hay pocas personas que se dedican a esa labor. Una ‘labor-arte’ que hoy las tiene brillando en Italia, la cuna de la moda.

Lo que se hereda...

Tanto Gianni Versace, fundador de la marca, como las hermanas Ramos heredaron de sus progenitoras el amor por la moda. Versace, al trabajar en el negocio de costura de su mamá, y las Ramos al asistir a los cursos de costura con su madre.

Donatella era la musa de su hermano, Gianni Versace.

“Lo más difícil es todo el tiempo que uno trabaja”, dice María, entre risas, al referirse a su labor con los bordados, pero recalca que “el trabajo creativo es muy bonito porque cada cosa que haces es diferente, se puede jugar con los colores, los brillos...”.

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