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Ocho esculturas post mortem del maestro Fernando Botero serán expuestas en Roma
La exposición será abierta al público desde hoy en distintos lugares del centro histórico de la ciudad de Roma.
La ciudad de Roma, Italia, se prepara para ser una de los destinos europeos que más visitantes reciba durante el verano que apenas comienza, y que promete ser uno de los más calurosos de los últimos años.
Y por eso, también fue la ciudad escogida para realizar la primera exposición post mortem del maestro Fernando Botero, quien falleció el pasado 15 de septiembre en el principado de Mónaco, uno de los lugares donde vivía y contaba con uno de sus talleres de creación.
Desde hoy miércoles 10 de julio y hasta el próximo 1 de octubre, por primera vez ocho esculturas monumentales del maestro Botero serán expuestas en el centro histórico de Roma. Se trata de lugares claves e imperdibles para todos aquellos que por estas épocas de vacaciones de verano, deciden viajar a la histórica ciudad. Sus esculturas podrán ser apreciadas y admiradas por todos aquellos que recorran la Terrazza del Pincio, Piazza del Popolo, Largo San Carlo Al Corso, Piazza di San Lorenzo in Lucina, Piazza Mignanelli y Piazza di San Silvestro.
Según Lina Botero, hija de Fernando Botero, curadora de la exposición y junto a la Fundación Fernando Botero, esta será la primera de muchas, en su compromiso por continuar promoviendo el extraordinario legado artístico de su padre.
“Estas esculturas hacen parte de la colección privada de mi papá, que muy inteligentemente siempre conservó y tuvo la disciplina de crear una colección de su propia obra, muy importante y muchas de sus mejores obras nunca las quiso vender”, comentó Lina Botero.
Cinco décadas de escultura
Fueron 50 años de trabajo consagrado de Fernando Botero en el campo de la escultura como una extensión natural de su trabajo y de su estilo volumétrico. Poco a poco su actividad como escultor adquirió la misma importancia en su trabajo que la pintura y el dibujo.
A inicios de los años 80 fue Fernando Botero por primera vez a la ciudad de Pietrasanta en la Toscana, cuna de grandes artesanos que a través de las generaciones han trabajado el bronce y han tallado el mármol que proviene de las minas de Carrara a tan solo unos pocos kilómetros de distancia de ese territorio.
Inmediatamente reconoció el talento y la maestría de los artesanos que funden el bronce, que realizan la pátina, que trabajan la cera, que moldean las formas y que tallan el mármol, por quienes sentía además un enorme respeto.
Entendió que Pietrasanta sería un lugar importante para él y para su trabajo. En 1983 compró la casa que hoy se encuentra en la Via della Rocca, y creó allí su estudio de escultura.
“Lo más apasionante siempre fue escuchar a mi padre hablar acerca de la pintura y de la historia del arte. Tenía un conocimiento casi enciclopédico. Su fascinación principal fue siempre la pintura del Quattrocento y los grandes maestros que influyeron principalmente en su obra: Piero della Francesca y Paolo Uccello”, continuó Lina Botero.
La primera tras su partida
Las ocho esculturas monumentales que se podrán admirar desde hoy 10 de julio en el centro histórico de Roma, han sido expuestas en muchas más de las 25 ciudades importantes del mundo donde se ha llevado a cabo una exposición de estas esculturas.
La primera tomó lugar en Florencia en 1991, en el Forte de Belvedere. A los pocos meses en Mónaco, y en el otoño de 1992 de manera triunfal en los Campos Elíseos de París. Se trataba de la primera vez que la ciudad invitaba a un artista vivo a exhibir en este espacio.
A partir de ese momento llevó sus esculturas entre otros lugares a Park Avenue en Nueva York, al Paseo de Recoletos en Madrid, a la Piazza de la Signoria en Firenze, a la Puerta de Brandenburgo en Berlín, al Gran Canal en Venecia, a Los Ángeles, Jerusalén, Tokio, Shanghai, Washington, Hong Kong, Singapur y Buenos Aires, por nombrar tan solo algunas ciudades.
“Decía que el arte debe producir ante todo placer y que éste debía ser un oasis de las dificultades de la vida. Por eso para él, el regalo más grande era ver la sonrisa en la cara de quienes apreciaban su obra. Su trabajo como escultor y pintor ha suscitado un reconocimiento internacional unánime y entusiasta en el público de las más diversas culturas, y de todos los continentes”, concluyó Lina, su hija y curadora de esta exposición.
Con información de Colprensa