Realeza
Príncipe Enrique, con la visa americana en riesgo, asegura ante la justicia que diario sensacionalista pirateó su teléfono
Enrique acusa al diario Mirror y la revista Sunday People, entre otras publicaciones, de obtener información entre 1996 y 2011 mediante métodos ilegales.
El príncipe Enrique se convirtió este martes en el primer miembro de la realeza británica que declara ante la justicia en un siglo, asegurando, pese a no poder demostrarlo, que un diario sensacionalista obtuvo detalles sobre su vida pirateando su teléfono.
Vestido con traje gris y camisa blanca, el hijo menor de Carlos III, de 38 años, testificó durante cinco horas en la Alta Corte de Londres, donde desde el 10 de mayo se juzga a Mirror Group Newspapers (MGN).
Enrique, dos actores de televisión y la exmujer de un cómico acusan a este grupo, editor del diario Mirror y la revista Sunday People, entre otras publicaciones, de obtener información sobre ellos entre 1996 y 2011 mediante métodos ilegales, incluida la piratería telefónica.
“Mis mensajes de voz incluían información increíblemente privada y delicada”, afirmó el príncipe.
Por ejemplo, “no sé cómo podrían haber conocido detalles como mis planes de vuelo que nunca eran anunciados por el palacio por motivos de seguridad”, lanzó a Andrew Green, el abogado de MGN que durante todo el día lo interrogó, uno a uno, sobre 20 de los 33 artículos examinados por la justicia.
Por la mañana, Enrique se mostró confuso y dubitativo, pero en la sesión de la tarde adoptó una actitud más combativa.
Aseguró haber llamado “hipócrita de mierda” a Paul Barrell, el exmayordomo de su madre, la difunta princesa Diana, en un mensaje de voz en 2003 a su hermano mayor, el príncipe Guillermo.
Esta expresión apareció posteriormente en la prensa, pero “después de tanto tiempo” dijo no recordar los detalles.
El minucioso interrogatorio dejó a la luz información privada como la reacción de su padre a su consumo de drogas, la vigilancia secreta ordenada por su abuela Isabel II durante su año sabático en Australia o las relaciones con su exnovia zimbabuense Chelsy Davy a partir de 2004.
“Si la relación con Chelsy era pública, sus detalles debían permanecer privados”, afirmó. “El nivel de detalle de estos artículos es, cuanto menos, desconcertante”, subrayó.
“Actividad ilegal”
El príncipe tuvo que admitir que muchas de estas informaciones fueron publicadas por otros diarios y confirmadas por fuentes reales.
Pero acusó al Mirror de ir más allá, obteniendo información por medios ilegales que dijo no poder demostrar porque las pruebas “fueron ocultadas o destruidas”.
El miércoles, será de nuevo interrogado por Green sobre los artículos restantes antes de responder a las preguntas de su abogado, David Sherborne, quien también cuestionará a la periodista Jane Kerr, exredactora jefa adjunta y responsable de información real en el Mirror.
Los cuatro demandantes piden daños y perjuicios a MGN por el impacto que estas informaciones tuvieron en ellos.
Enrique denunció una “invasión de la prensa la mayor parte de (su) vida, hasta el día de hoy”. Cada uno de estos artículos me causó sufrimiento. Otras personas, amigos, compañeros de escuela leían los artículos y su comportamiento cambiaba”, afirmó. Esto le hizo sentir “paranoia”, desconfiar de cualquiera y reducir su círculo de amistades, subrayó.
“Todo el mundo lamenta la intrusión de los medios que ha sufrido en su vida, pero no se deduce de ello que fuese el resultado de una actividad ilegal”, subrayó Green.
En el inicio del proceso, MGN reconoció “algunos indicios” de recopilación ilícita de información y pidió disculpas, pero negó haber interceptado mensajes de buzones de voz.
Crítica al gobierno
Enrique, quinto en la línea de sucesión al trono, lanzó asimismo una inusual crítica a los lazos entre la prensa y el ejecutivo británico.
“Nuestro país es juzgado globalmente por el estado de nuestra prensa y nuestro gobierno, y creo que ambos están en lo más bajo”, afirmó. “La democracia fracasa cuando la prensa no escruta ni exige responsabilidades al gobierno, y en su lugar opta por meterse en la cama con ellos para poder garantizar el statu quo”, agregó.
El duque de Sussex no había vuelto a su país desde la ceremonia de coronación de su padre el 6 de mayo, a la que asistió sin su esposa, la actriz estadounidense Meghan Markle, y tras la cual regresó inmediatamente a Estados Unidos donde la pareja reside desde que en 2020 abandonó la monarquía.
Su declaración del martes fue la primera de un miembro de la realeza británica desde Eduardo VII, que lo hizo también como testigo en un juicio por difamación en 1891, antes de convertirse en rey.
Visa en peligro
La justicia estadounidense examinará el recurso presentado por una asociación conservadora que quiere saber más sobre la visa concedida al príncipe Enrique a pesar de haber admitido que consumió drogas en Estados Unidos.
Lejos del tribunal londinense, un juez federal de Washington dedicará una audiencia a una petición más técnica presentada por la Heritage Foundation.
Al amparo de las leyes de libertad de información, la fundación solicita los registros de inmigración del príncipe que, distanciado de la familia real británica, se trasladó a California con su esposa estadounidense, Meghan Markle.
El hijo menor del rey Carlos III “ha admitido públicamente una serie de delitos de drogas en Estados Unidos y en el extranjero. La ley estadounidense normalmente inhabilita a estas personas para entrar en el país”, señala el recurso de la fundación, muy influyente en los círculos jurídicos conservadores.
El recurso se basa en las memorias del príncipe Enrique, publicadas en enero, en las que admite haber consumido marihuana, drogas psicotrópicas y cocaína en Reino Unido, Lesoto y Estados Unidos.
En 2002, “en la casa de campo de alguien, durante un fin de semana de caza, me ofrecieron una raya, y he tomado unas cuantas más desde entonces”, escribe en ‘Spare’, donde también relata haber consumido setas alucinógenas en una fiesta en Los Ángeles en 2016.
“Las drogas psicodélicas también me hicieron bien. Las tomé por diversión durante varios años, luego con fines terapéuticos y médicos”, añade, describiéndose a sí mismo como un joven “infeliz” dispuesto a probar cualquier cosa para “cambiar el statu quo”.
La Heritage Foundation recuerda que a otros famosos, como el futbolista argentino Diego Armando Maradona y la cantante británica Amy Winehouse, se les denegó la entrada en Estados Unidos por su consumo de drogas.
En concreto, quiere acceder al cuestionario que hay que completar para entrar a Estados Unidos, en el que cada solicitante tiene que decir si ha consumido drogas alguna vez.
Si bien reconoce que estos documentos “pueden revestir cierto interés para la opinión pública”, el gobierno federal responde que “actualmente no dispone de información suficiente para juzgar si otros intereses no son más importantes”, y afirma que no hay una urgencia de hacer público el expediente.
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