ACTOR
Rafael Uribe Ochoa: el hombre generoso detrás de sus papeles de villano
Detrás de su aspecto rudo y sus personajes de villano, el actor Rafael Uribe ocultaba un espíritu generoso. El malo más dulce.
Rafael Uribe Ochoa, quien interpretó en la ficción a muchos villanos, en series de televisión como El Cartel de los Sapos, El Señor de los Cielos, El Capo, Sin Senos No hay Paraíso, Cumbia Ninja, El Bronx, y en películas como Perder es Cuestión de Método, y que fue conocido en los años 90 por su trabajo en el programa La Tele, tenía la apariencia de un tipo rudo, corpulento y tatuado. Sin embargo, en la vida real era un ángel para los 30 perros que albergaba en su fundación ‘Gran Espíritu’, en Sesquilé, Cundinamarca, a los que recogía y alimentaba con el producto de su trabajo y la generosidad de sus amigos —hizo muchos—.
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El actor de 59 años, fallecido este martes, en la Clínica Colombia, donde permanecía bajo pronóstico reservado, tras sufrir un infarto. Según Ana Piñeres, productora ejecutiva y VP de CMO Producciones, y amiga personal de Rafael, el actor tenía “un casting particular, uno creería que por eso lo podían encasillar en personajes de villano, pero Rafa tenía un corazón de oro, era un oso de peluche por dentro, un perrito bebé.
Sentarse a hablar con él era comprobar la antítesis de lo que mostraba su físico, era dulce, alegre, te hacía reír muchísimo y estaba lleno de mucho amor”.
En eso coincide el actor de cine y televisión colombiano Toto Vega: “Era el tipo más auténtico y el más bonachón con cara de malote. Para muchos que no lo conocían y llegaban a rodar con él, era un contraste ver a e ese tipo tatuado, rudo, grande, fuerte, que solo repartía besos y abrazos. Es el malo más dulce que ha tenido la televisión nacional”, agrega.
Héctor Mejía conoció a Rafael en el rodaje de la serie ‘Pandillas guerra y paz II’, donde Uribe interpretaba al ‘Tetris’, líder de los paras en la cárcel y Mejía era el Mono Monroy, guerrillero. “Era muy cariñoso, nos abrazaba a sus compañeros y nos sobaba la cabeza, mientras decía: “papacito lindo”.
Ana Piñeres lo conoció durante la época de La Tele con Carlos Vives, Martín De Francisco, Santiago Moure, cuando armaban su combo. “Ese amor que él tenía por los animales, aparte de ser ambos del medio, nos hizo amigos entrañables”.
Él veía un perro callejero, viejo o enfermo y no tenía el corazón para dejarlo botado. Así, esa manada que tenía en Sesquilé creció. Sufrió mucho por conservar su fundación, pero gracias al apoyo de sus amigos y a su trabajo, —todo lo que ganaba era para construir más perreras—, hoy deja Granespíritu con 30 perros muy mayores, que no se pueden adoptar.
Dice Piñeres que les quedó pendiente trabajar más juntos, “aunque hizo algunos personajes pequeños en nuestras producciones de CMO, yo estaba escribiendo varios proyectos y tenía pensados papeles para él”.
Para ella, “Rafa se fue sin que se le quitara lo bailao, como gran motociclista, recorrió la vida a gran velocidad y el cuerpo le pasó factura, fumó por muchos años y estaba pasado de peso, pero ya estaba dedicado de lleno a su trabajo y a su manada.
Sólo me faltó por decirle: “Gracias Rafa, por ese corazón tan grande, por ser un amigo incondicional, gracias en nombre de tu manada, por entregarlo todo por tus hijos de cuatro patas”.
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