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‘Salsa, jazz & Beethoven’, el nuevo disco de Richie Ray, está en todas las plataformas. El artista también está escribiendo una autobiografía “bien cronológica”, dice. | Foto: Especial para El País

MUSICA

Richie Ray habla con El País sobre "Salsa, jazz y Beethoven"

El pianista neoyorquino también se refirió a su libro autobiográfico, su bello hogar y a la necesidad de regresar a Dios, a través de buenos actos con los demás.

6 de junio de 2021 Por: Isabel Peláez R., reportera de El País

Richie Ray no deja de sacarle notas al piano, como lo hizo junto a Bobbie Cruz con Sonido Bestial, Jala Jala y Agúzate, pero esta vez el neoyorquino de orígenes boricuas, volvió a sus raíces clásicas sin dejar de lado su gusto tropical en Salsa, jazz & Beethoven, su nueva producción.

Inseparable, aún en la distancia, de su hermano musical Bobbie, esta vez Richie se dio licencia para sacar su propio disco y de escribir su autobiografía. “De la película sobre nosotros te habla es Bobbie”, advierte el músico que dio esta entrevista a El País desde Miami, Florida.

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¿Cómo llegó a ‘Salsa, jazz & Beethoven’, una producción tan distinta a todo lo que ha hecho?

Ahora todo es computarizado y yo, siendo un dinosaurio, nunca me interesé en eso, pero mi esposa me dijo que me consiguiera un programa especial para hacer música y aunque al principio tuve miedo, después vi que no era tan complicado, y dije ‘wao, puede ser algo tremendo’, contiene todos los sonidos, puzzles, violines, toda la orquesta. La esposa de Bobby tuvo un cáncer años atrás, fue sanada y estuvo bien por muchos años, pero le regresó y Bobby sintió que tenía que estar a su lado, por eso estamos en una pausa y esto me dio tiempo para experimentar con el programa.

¿Cómo surge la idea de La Reina Abeja?

A mis 8 años yo estudié un tipo de jazz, una versión de una pieza clásica de Rimski-Kórsakov, compositor ruso, El Vuelo de la Abeja, era un violín que hacía como el zumbido de la abeja y siempre tuve la idea de hacer algo con eso. Un día, en medio de un vuelo de avión vi una película en la que Angelina Jolie es una bruja que vuela y se me vino a la cabeza La Reina Abeja, la vi rodeada de soldados y me imaginé una música de película. Cuando me siento a experimentar en el programa de computador me vino eso a la mente. la pieza clásica, la intro estilo Star Wars y eso dio la pauta para la producción en la que están los tres ingredientes de lo que es Richie Ray, un poquito de salsa, de jazz y de música clásica.

Incluyó además salsa. ¿No es una combinación muy osada?

Yo pienso como un músico clásico, pero me fascinan el jazz, lo tropical, la salsa, y la idea de combinarlos y que se sienta muy natural, me gustó. Pero como es algo muy diferente a lo habitual y Bobby no está en esta producción, no quise perder a los fanáticos, y hice las versiones instrumentales de éxitos grandes: Sonido Bestial, Jala Jala y Mi Amigo Juan. Hay un par que son más lentos, una salsita sofisticada. Me gocé y aprendí un montón con ese programa y no fue fácil, pasé por cuatro diferentes bajistas y diferentes estudios de grabación, hasta lograr que tanto los instrumentos de la salsa como los de la computadora: violines, flauta, oboe, voces en coro, se oyeran perfecto. La mezcla final la hizo Mauricio Guerrero, un chileno que está en Hollywood, y que ha hecho mezclas para Marc Anthony, Andrea Bocelli, Plácido Domingo, Beyonce, Cristina Aguilera. Yo en Miami le mandaba una canción por correo y él, en California, la mezclaba y me la enviaba y yo: “te botaste, pero bájame el piano, súbeme la trompeta”, íbamos para atrás y para adelante, hasta que él captó mi intención. En la historia de la música nunca se había hecho un proyecto de salsa brava mezclada con clásica, me siento muy feliz y le pido a papá Dios que me dé la oportunidad de hacer dos discos más.

Hablemos de sus orígenes. Nació en Brooklyn, Nueva York, pero sus padres eran puertorriqueños...

Mi papá de Manatí y mi mamá, de Orocovis. Al final de los años 40 y 50, muchos puertorriqueños se trasladaron a la costa este de Estados Unidos, en busca de oportunidades, por eso nací en Brooklyn, Nueva York. Aprendí español porque en la escuela intermedia y superior tomé esa clase y lo pulí cuando comenzamos con Bobby a viajar a Colombia, Venezuela, Panamá. Yo digo que nací en inglés. Mis padres no tenían más allá de tercer grado de educación, pero sí la ética del trabajo. Él tocaba guitarra, tuvo mucho talento, aprendió de oído, pero se dio cuenta que si hubiera estudiado hubiera aprendido mucho más. Papi y mami, Pacífico y Cristina, Fico y Tina, no se llevaban muy bien. Él era bien parecido, era músico, pero “neurasténico”, de darle puños a la mesa, y mi mamá, calladita, tranquila. Una vez los escuché diciendo que seguirían juntos por “los nenes”, mi hermano y yo. No hubo infidelidad, pero sus personalidades chocaban. Antes de cumplir yo 7 años, mi papá nos preguntó a mi hermano y a mí qué instrumento nos gustaría tocar, yo no sé ni por qué dije piano y mi hermano, trompeta. Cuando cumplí los 7 años llegó un piano a la casa y comencé a tomar clases de este, de música clásica con un maestro italiano y mi hermano tuvo su trompeta. Mis padres trabajaron duro para enviarnos a las mejores escuelas de música y a la universidad. Hice la carrera como concertista.

¿Y cómo se convierte en salsero?

Al graduarme encontré el ambiente de la música clásica muy serio y mi hermano Ray Maldonado, que era un año menor que yo, ya estaba tocando con Mongo Santanaría, Tito Puente, Tito Rodríguez y pensé ‘tal vez me voy por el lado de la música popular, que es un ambiente más chévere, más de la calle’. A Pacífico le dio duro eso y nuestra relación se hizo humo.

¿Qué papel juega Bobby en esa conversión de lo clásico a la salsa?

Tuve ese rompimiento con mi papá y ya ganaba dinero con la música, así que me fui a vivir solo a un apartamento en una zona mala, y mi mamá que conocía a la mamá de Bobby, porque trabajaban en la misma fábrica, le pidió que me chequeara y comenzamos a hablar él y yo, a soñar. Y él me dice que con lo que yo sabía musicalmente y lo que él había aprendido de los golpes de la vida, íbamos a hacer cosas grandes. Yo pensaba, “este ni ha estudiado y mira la confianza que se tiene”, me gustaba su empeño. Comenzamos a trabajar.

Pero son como el agua y el aceite, ¿cómo hicieron para coincidir, musicalmente hablando?

Bobby me lleva siete años y tenemos historias diferentes. Bobby era casado, tenía tres hijos, yo soltero. Él nació en el campo de Puerto Rico, su papá dejó a su mamá por una mujer más joven y ella tuvo que abrirse camino en Nueva York sola, luego trajo a Bobby y a su hermanita, vivieron de la ayuda del gobierno y Bobby terminó con su propia pandilla en la calle, estafaban, robaban; tuvo su joyería, pero él quería hacer música, tenía su orquesta. La gente siempre nos pregunta cómo nos mantuvimos juntos por tanto tiempo, pensaban que éramos homosexuales, porque otros cantantes se peleaban y se dividían. Pero me di cuenta que Bobby trae a la mesa ingredientes que yo no tengo, tiene mucha música en la cabeza, no la podía apuntar en notas, pero yo sí.

¿Por qué empezó tocando bajo en la orquesta de Bobby y no piano?

En la escuela elemental e intermedia siempre hay una clase de música, una banda y yo aprendí ahí a tocar bajo. Bobby me traía discos de LP y me decía “mira la número 2, sácame ahí las trompetas y el bajo, para yo montar eso con mi orquesta” y como yo había estudiado, lo podía hacer muerto de la risa. Un día faltó el bajista, fui el bajo a mis 12 años. El piano lo hice una vez, pero como era muy jovencito y se combinaba mucho la música con la bebida, me metí cuatro palos y cogí una borrachera tremenda.

¿Por qué su hermano Ray no entró a la orquesta con usted y Bobby?

Ray ya estaba en varios grupos, podía escoger lo que quería. Siempre que grabábamos, yo quería que estuviera Ray. Pero nunca fue el trompetista oficial de la orquesta. Muchos años después caí en cuenta que de pronto él diría “por qué Richie y Bobby y no Richie y Ray”. Él llegó a ser el director musical de Stevie Wonder, era tremendo trompetista, pero cayó en la droga y se lo llevó jovencito.

¿A qué atribuye su éxito musical?

Yo mataba a los músicos ensayando y muchos se rajaban, pero es que mi música no es tónica dominante, hay que montarla bien para que suene perfecto. Él tenía su manager y desarrollamos un buen mercadeo. No había internet, pero teníamos un fan club de 500 personas, que llamaban a las emisoras de radio para que pusieran nuestra música y visitábamos a los disjockeys y les llevábamos discos, ron, cerveza, vino, marihuana. Usábamos pantalones del estilo de The Beatles y de The Rolling Stones, empezamos con siete gatos compitiendo con Tito Puentes que tenía 16 músicos. Fuimos los primeros en tener en el escenario piano eléctrico con amplificación y nuestro propio sistema de sonido. Sonábamos duro, fuerte. Hacíamos entrevistas como locos. Y si había un político al que lo seguía mucha gente, íbamos a tocar gratis.

¿Cuántas grabaciones tienen usted y Bobby?

132, siempre estábamos cocinando algo, sabíamos que cuando un disco pega grande, jala a los demás.

¿Cuánto tiempo le dedica al piano?

Hoy día no son 8 horas ni 15 como antes, sino tres horas diarias cuando tengo tiempo, porque soy pastor, tengo una esposa, los hijos nunca vinieron, pero tenemos una Schnauzer que amamos mucho. Cumplí 76 años el 15 de febrero y el Sonido Bestial de Richie Ray y Bobby Cruz no muere, sigue, me la paso respondiendo cartas, promocionando mis discos y comunicándome virtualmente con periodistas. Me encanta practicar en el piano Steinway que mi padre me compró en Nueva York y que sobrevivió al huracán Andrés.

¿Por qué entró en crisis y llegó a pensar en matar a una exnovia?

Me enamoré de una joven de 17 años que llegó a la orquesta, Miky Vimari (canta en Sonido Bestial). Cantaba tangos, tenía una voz mediana, yo quería producirla y en ese revolú me pegué una enamorada. Comenzamos una relación, pero ella me terminó porque decía que yo necesitaba estabilidad y ella quería volar. Me dolió mucho. Con Bobbie ganamos un festival de Orquestas con la canción La Zafra, pero yo no entendía que la gente primero se burlaba de nosotros porque hacíamos bugalú, luego jala jala y ahora nos decían los Reyes de la Salsa. Empecé a beber, a meter marihuana, culpaba a la muchacha por haberme terminado y pensaba en hacerle daño a ella o a su familia. puras loqueras.

¿Cómo llegó Dios a su vida?

Una exnovicia que trabajaba con nosotros en la orquesta, al verme así, me invitó a un servicio (cristiano) donde habló un cantante popular y me sentí tan identificado y pedí que oraran por mí. Unas viejitas lo hicieron con amor y dulzura, sin juzgarme. Ya veía mensajes de Dios hasta en graffitis: “Dios te ama”. Bobbie decía que estaba dañando lo que habíamos logrado por diez años, me trajo unas gemelas para ver si pecaba y empecé a predicarles y muy bravo, se las llevó. Pero un día dijo: “¿y si Richie tiene razón y yo estoy mal?” y abrió su corazón. Su esposa estaba sufriendo mucho con él y tomó conciencia. Él fue quien me dijo que hiciéramos música que le hablara a la gente de Dios.

El amor

Richie Ray conoció a la que hoy es su esposa, Angie, cuando estaban buscando voces para el coro de su primer disco cristiano con Bobbie Cruz: “Escogimos seis hombres y seis mujeres y empezamos a viajar por todo Puerto Rico con el concierto y me dicen que a una de las jóvenes se le dañó el carro y cuando me dicen quién es, digo ‘oh my god, es la pelirroja soprano que me tiene loco’”. Cuenta Richie que oró a Dios por ella y hasta ayunó y luego se enteró que ella también oraba por él. “La invité a tomar chocolate”.

Richie lleva 23 años con una iglesia en Doral, en la que es una especie de papá abuelo de 11 pastores. “Hay otro Josué a cargo”, dice.

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