ROLDANILLO
Roldanillo se prepara para el encuentro de mujeres poetas en el Museo Rayo
Del 19 al 24 de julio, en el Museo Rayo de Roldanillo, se escucharán las voces de las mujeres poetas. Habla Águeda Pizarro Rayo.
El Museo Rayo, de Roldanillo, espera visita, virtual y presencial, de 200 mujeres poetas, las llamadas Almadres: Nora Puccini, Olga Elena Mattei, Maruja Vieira –que será homenajeada por sus 100 años de vida– , Rina Tapia y Marga López.
“La poesía está en todo, decimos siempre nosotras”, dice la poeta Águeda Pizarro Rayo, la gestora de este encuentro –del que su esposo, el maestro Omar Rayo fue cómplice en vida–, en el que también se evocará a las que se fueron de este plano terrenal, mas siguen presentes con sus versos, como Meira del Mar, que estaría celebrando su centenario este año, y a quien también se le harán honores en esta trigésima octava versión, “fue una de las cinco almadres originales, nombradas por el Ministerio de Cultura hace mucho tiempo, después fuimos instaurando más”, recuerda Águeda, la poeta anfitriona.
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Otro homenaje se hará a Rina Tapia, poeta boliviana que desde hace muchos años vive en Colombia, y a quien hace dos años se le nombró Almadre –la mayor distinción que recibe una poeta en este encuentro–.
También habrá tiempo para rememorar a otra poeta que falleció hace unos meses, Encarnación García. “Queremos unirnos a reconocimientos póstumos, como los murales en los que han inmortalizado a esta juglar en su natal Limones, en el municipio de Zarzal”, dice la directora del Museo Rayo, quien cuenta que esta poeta, siendo analfabeta, dictaba sus poemas, que fueron recopilados en dos libros de las Ediciones Embalaje, del Museo.
Precisamente, se entregarán los premios de dichas Ediciones, uno a Berta Lucía Estrada, quien reside en Francia, y ha dado conferencias muy destacadas en los encuentros de Mujeres Poetas.
El Encuentro ha sido un espacio no sólo para escuchar las voces femeninas de la poesía, también para visibilizar las artes plásticas de la mujer y conectarlas con las artes vivas. El hilo conductor es la poesía, como una manera de ver y entender el mundo. La artista invitada en esta ocasión es María Isabel Rueda, quien compartirá con los asistentes sus ideas, iluminándolos sobre la obra que habita las salas del Museo Rayo. Ganadora del XI Premio Luis Caballero, en su obra, que incluye sonidos, palabras, animación y performance, especula sobre el fin del mundo, el macro y el microcosmos, se fascina con las vibraciones planetarias y musicales y las involucra en sus propuestas.
“Estaremos todas las poetas de Roldanillo, que cada vez somos más”, admite Agueda, quien ha ido forjando a toda una legión de niñas poetas en este pueblo mágico de Colombia, con ayuda de poetas como Marga López, maestra de los talleres de los que han germinado muchas de ellas que ya son mayores de edad. Otra cómplice de esta hazaña poética es Guiomar Cuesta, quien este año viene con sus ediciones de siete mujeres poetas.
No podían faltar las poetas afrocolombianas Almadres, que una vez llegaron al Encuentro, se volvieron uno de los grupos más compactos: Elcina Valencia, María Teresa Ramírez y Lucrecia Panchano y Mary Grueso. A esta última, voz gigante del Litoral, la Ministra le editó sus obras de poesía y libros para niños.
“A los primeros encuentros invitamos a poetas de municipios aledaños, entre ellas a Carmelina Soto. Ella hubiera sido nuestra primera almadre, pero murió antes de que se pensara en nombrarlas así. Luego convocamos a Meira del Mar, a Maruja Viera. Ellas habían forjado su propio camino, habían sufrido con maridos celosos que iban a los primeros encuentros con revólveres, Dora Castellanos nos contaba eso. Un día, del Ministerio de Cultura me pidieron que les diera cinco nombres de poetas destacadas. Empecé hablar de las mayores, las mujeres sabias, sanadoras, las que iban al encuentro y hablaban a las jóvenes, que les pedían prólogos, y las llamamos Almadres”, relata Águeda, quien viene cargada de metáforas, hipérboles, epítetos, anáforas a esta cofradía poética.
“Escribí poesías mientras estuve encerrada en mi apartamento en Nueva York, enloquecida por volver a Colombia, adonde regresé en un vuelo humanitario. En ese lugar, que acumula recuerdos de mi mamá y donde salen fantasmas de las esquinas, escribí sobre lo que sentimos en pandemia los viejos, encerrados, con toda la memoria pesándonos. De ahí nacieron una serie de poemas”, narra la española, arraigada en Colombia.
Ella escribió un tríptico para Claudia Marcela, niña de la etnia Misak, quien murió de lupus. En su memoria está cuando la pequeña llegó al Encuentro en el vientre de su mamá.
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Agenda del Encuentro
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