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En el rodaje de La Vita Davanti a Sé, la actriz Sophia Loren protagonizó sesiones de 10 horas diarias. Conserva su estilo de diva, el glamur y la intensidad dramática. | Foto: Especial para El País

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Sophia Loren, los secretos de una belleza que trasciende al tiempo

La historia de Sophia Loren, quien regresa al cine como protagonista de La Vida Ante Sí, que dirige su hijo Edoardo Ponti y se estrenará el 13 de noviembre en Netflix.

8 de noviembre de 2020 Por:  Isabel Peláez R. - reportera de El País

“Rezaba a Dios para que mi madre no viniese a buscarme al colegio: su belleza exagerada me hacía sentir vergüenza. Era demasiado rubia, demasiado alta y, sobre todo, no estaba casada. Yo en cambio era morena y delgadísima. Me llamaban palillo”, cuenta Sophia Loren, quien no se imaginaba entonces que años después sería la gran diva del cine italiano que deslumbraría en Hollywood.

Tampoco creyó el fotógrafo que la retrató en su primera prueba, que tenía al frente a la que sería la primera intérprete de habla no inglesa en ganar un Óscar a Mejor Actriz (1962) y otro honorífico (1991). “Imposible fotografiarla; tiene la cara demasiado corta, la boca muy grande y la nariz demasiado larga”, le dijo el productor a Carlo Ponti, quien más tarde se convertiría en esposo de la aspirante al papel. Pero un maquillista intervino: “Estos no dicen más que idioteces, señor Ponti.

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Basta ajustar las luces”, y siguiendo su consejo quedó al descubierto uno de los rostros más inolvidables de la historia del cine.A Sofía Costanza Brigida Villani Scicolone, quien nació en Roma el 20 de septiembre de 1934, su mamá, la napolitana Romilda Villani, le traspasó su sueño de ser actriz. Cuenta la propia Sophia que su mamá la superaba en belleza y había ganado en su juventud un concurso como la doble de Greta Garbo, cuyo premio fue un boleto para viajar a Hollywood, pero sus padres le negaron el permiso.

Así que cambió el cine por el piano, pero se topó con Riccardo Scicolone, ingeniero y barón siciliano, que la enamoró y aunque le dio su apellido a Sofía, su primera hija, se negó a casarse y las abandonó cuando nació la segunda hija, Anna María. Sofía creció convencida hasta sus cinco años que su abuelo materno era su padre.

Romilda regresó a Pozzuoli, un pueblo cerca de Nápoles, a la casa de sus padres. La ‘nonna’ o abuela de Sofía se convirtió en su “mamma”, mientras que su madre tomó el rol de hermana mayor y la llamaba ‘mamaíta’. Todo pintaba bien hasta que la Segunda Guerra Mundial estalló en la puerta de los Villani. Sofía y su familia padecieron hambre.
Ella era tan flaca que le llamaban ‘Palillo’.

Recuerda que solía acercarse a la casa de sus amigas con la esperanza de ser invitada a comer y que durante los bombardeos debió refugiarse en un túnel en el que pasó largas noches rodeada de ratas. El pánico a las bombas hizo que aún hoy en día no pueda conciliar el sueño con las luces apagadas.

Al terminar la guerra, Sofía se convirtió en una mujer exuberante, pero solo soñaba con ser maestra y convertirse algún día en mamá. Pero Romilda, su madre y su heroína, tenía otros planes para la quinceañera: la inscribió el concurso de belleza Princesa del Mar. A falta de dinero para comprarle un ajuar digno, le pintó el único par de zapatos que tenía y transformó las cortinas de su casa en un traje de gala. Sofía fue finalista y ganó un boleto de tren a Roma, donde estaban los estudios de Cinecittà. Con pocas clases de actuación aprendió los gestos básicos y se quedó viviendo con su madre y su hermana en dicha ciudad.

Dice Sophia en su autobiografía ‘Ayer, hoy y mañana’, que aquella decisión de vivir de la actuación causó la ira de su padre, quien mandó a la policía a su casa para que justificaran los ingresos con los que vivían y las acusó de ejercer la prostitución: “Nos había denunciado sembrando la duda de que habíamos transformado nuestro apartamento en una casa de citas. Después del desconcierto, recuperamos la sangre fría y pudimos demostrar con facilidad el origen de mis ganancias. La herida que nos había causado mi padre era profunda y, al menos por lo que a mí respecta, nunca se llegó a curar”.

Su primer acercamiento al cine fue como extra, junto con Romilda, en la superproducción Quo Vadis (1951). La actriz dijo que, durante la entrevista para elegir a los extras, contestaba a todo con un “yes”. “¿Ha leído Quo Vadis?”: “Yes”, “¿Cómo se llama, cuántos años tiene?”, “Yes, yes, yes”.

En el rodaje de La Vita Davanti a Sé, la actriz Sophia Loren protagonizó sesiones de 10 horas diarias. Conserva su estilo de diva, el glamur y la intensidad dramática.

Sin embargo, al momento de pagar a los extras, la llamaron por su apellido, Scicolone, y ella se acercó al mismo tiempo que lo hizo la esposa de su padre, quien le lanzó una serie de insultos que hicieron amargo su debut.

Para darse a conocer, la futura estrella participó en concursos de belleza en los que obtenía títulos, pero jamás ganaba, aunque esto ayudó a su ingreso en la industria naciente de las fotonovelas. Un editor le dio el nombre artístico de Sofía Lazzaro, por aquello de que con “su extraordinaria belleza era capaz de revivir a un muerto”.

A principios de los 50, Sofía inspiraba heroínas de dibujantes de historietas. Pero según Silvana Giacobini, autora del libro ‘Sophía Loren. Una Vida de Novela’, el cine la ignoraba, hasta que un encuentro inesperado cambió su destino. A los 17 años, estaba presenciando un concurso de belleza cuando uno de los jueces la mandó llamar para pedirle que participara, se negó, pero con la insistencia accedió.

Como siempre, perdió, porque su voluptuosa belleza resultaba excesiva para los jueces. Sin embargo, el juez le solicitó dar un paseo en el jardín. Era el productor Carlo Ponti, quien le propuso ir a una audición. Aunque estuvo a punto de irse del casting cuando vio que era una estación de policía, un agente le explicó que la productora estaba al lado, se presentó y quedó.

Ponti, 22 años mayor que Sofía (falleció en 2007 de 94 años), se convirtió en su mentor artístico y en el amor de su vida. En 1957 rodó su primer film en inglés y luego se casó con Ponti, lo que produjo un escándalo en Italia porque él estaba casado por la Iglesia y anularon su matrimonio por acusaciones de bigamia, hasta que se casaron legalmente a las afueras de la capital francesa.

Tuvieron dos hijos, Carlo, director de orquesta (51 años) y Edoardo (47), cineasta, “su mejor galardón”, dice, luego de sufrir dos abortos y de un mal dictamen médico: “Señora, tiene unas caderas estupendas, es una mujer muy hermosa, pero nunca tendrá un hijo”. En 1958 Loren debutó en Hollywood. Hoy, a sus 86 años, la leyenda viviente del cine regresa, en Netflix, protagonizando ‘La Vida Ante Sí’.

Regreso al cine

La última aparición de Sophia Loren en cine fue en ‘Nine’, en 2009, de Rob Marshall, y ahora regresa dirigida por su hijo Edoardo Ponti, el 13 de noviembre cuando se estrena en Netflix La Vida Ante Sí. “Me encanta trabajar con mi hijo, adoro trabajar con él. Quiero trabajar con mi hijo siempre: tenemos un alma en común”, le dijo la actriz, en un coloquio posterior al estreno virtual, a la colega Isabella Rossellini, hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini.

Y esta última le dijo a Edoardo: “Tu madre representó para mí, cuando yo crecía, un ejemplo, una manera de ser mujer. Nos mostró que las italianas no eran madres sumisas sino mujeres con gran orgullo que mantenían unidas a las familias”.

Loren destacó que su madre fue una gran inspiración para ‘La vida ante sí’, drama sobre Madame Rosa, sobreviviente del Holocausto nazi que establece una fuerte amistad con un inmigrante senegalés de 12 años, Momo, después de que este intentara robarle.

Sophia Loren desmintió que Cary Grant,
con quien sostuvo un tórrido romance en el rodaje de Orgullo y Pasión, le hubiera propuesto matrimonio.

Entre los dos se establece un vínculo casi familiar, convirtiéndose uno en el protector del otro. “Siempre he intentado ser como mi madre. Ella era maravillosa, fuerte, una mujer increíble. Madame Rosa tenía la misma fragilidad y el mismo tipo de emociones que mi madre. Durante la II Guerra Mundial, cuando yo era pequeña, ella sufrió mucho, pero nunca hablaba de ello: aunque estaba muerta de miedo, estaba siempre con nosotros soportando cosas terribles, los bombardeos y la guerra en Nápoles”.

Ponti dijo: “La razón por la que mucha gente empatiza con mi madre cuando actúa es porque nunca abrazó la etiqueta de ícono: eso es algo que le pusieron, pero no algo que venga de ella”. Confesó que para que Ibrahima Gueye, actor debutante, no viera al ícono sino a la persona, durante más de ocho semanas del rodaje, vivieron todos en la misma casa. “Los veía juntos en el sofá frente a la televisión. Así se conocieron en un nivel puramente emocional y no conectado a la personalidad que es mi madre”.

Más allá del mito

Sophia Loren “inspiró a las mujeres de su tiempo a ser liderezas de sus familias con el poder para mantenerlas unidas y lo hizo de la mano de directores como Vittorio De Sica, al plasmar en sus papeles la dignidad humana y la compasión”, dice Jaime Ponce, redactor cultural y crítico de cine para RCN Radio.

Con Marcello Mastroianni formó una dupla memorable en el cine: Matrimonio a la Italiana (nominada al Óscar), Los Girasoles, Una Jornada Particular, Prêt-à-Porter y ‘Ayer, hoy y mañana’. Él decía que habían vivido “la historia de amor más larga”, pero solo fueron amigos con gran química en la pantalla.

“Todos morían por trabajar con este sex-symbol, se volvían locos con sus curvas; compartió escena con Cary Grant y Frank Sinatra en Orgullo y Pasión, con John_Wayne (Arenas de la Muerte), con Anthony Quinn (El Pistolero de Cheyenne), con Anthony Perkins (Deseo Bajo los Olmos) y con Marlon Brando (La Condesa de Hong Kong).

En 1961 en la película de De Sica, ‘Dos Mujeres’, interpretó a una madre que escapa con su hija de la Roma ocupada por los alemanes durante la guerra y se convirtió en la primera intérprete en conseguir un Óscar con un papel de habla no inglesa, alejándose de las historias populares para desarrollar su versatilidad”, agrega Ponce.

De ese período se destacan Los Girasoles, de Vittorio de Sica; Mortadela, de Mario Monicelli y Una Jornada Particular, de Ettore Scola. Para Ponce, “ha conservado su carrera por encima de su figura de diva y aunque ha disminuido su productividad, está vigente, ahora dirigida por su hijo ‘Dodu’, como ella le dice (Liv, Entre Extraños, Coming and Going y La Vida Ante Sí)”.

Iván Darío Hernández, periodista cultural de Alterna Vista, admite que su primer amor fue Loren, “la vi en ‘El Cid’, de Anthony Mann con Charlton Heston y volvería ver ese rostro milagroso y sensual en ‘Boccaccio 70’. La última vez que la vio fue hace más de 10 años, “cuando interpretó a la sabia y hermosa Mamma, de Guido Contini, en esa continuación espiritual del Ocho y Medio de Federico Fellini que fue ‘Nine’, de Rob Marshall”.

“Ha logrado el reconocimiento por su descomunal trayectoria —que incluye La Sirena y El Delfín, La Caída del Imperio Romano, Hombre o Demonio—”, dice Juan Carlos Romero, profesor de Cine y Comunicación Digital de la Universidad Autónoma de Occidente. “Representa a la mujer italiana, no de abolengos, a la maestra, a la trabajadora. Tiende al drama y a la comedia”, dice de la ganadora del Globo, una de esas leyendas de larga duración y bellezas sin edad.

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