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Tras la polémica del Soldado Micolta, ¿tiene límites el humor colombiano?

Existe una delgada línea entre el humor y la ofensa. Para José Ordóñez, el reto es “reír con el otro” y no “reírse del otro”. Para Andrés López, el humor pensante “busca un final feliz para todos”.

8 de noviembre de 2015 Por: Redacción de El País

Existe una delgada línea entre el humor y la ofensa. Para José Ordóñez, el reto es “reír con el otro” y no “reírse del otro”. Para Andrés López, el humor pensante “busca un final feliz para todos”.

"Han cogido la cosa, que pa reírse se burlan de mí. Han cogido la cosa, que pa reírse me agarran a mí”. La polémica generada a nivel nacional sobre la permanencia de un personaje de ficción y humor como el Soldado Micolta, señalado por la organización Chao Racismo de burlarse de la comunidad afrocolombiana, ha despertado diversos sentires sobre los  límites para hacer humor en el país.  Ray Charrupí, director de la organización Chao Racismo, asegura que el humor colombiano “es ofensivo y no ha querido evolucionar, sigue siendo pornomiseria”. Explica que si se basa “en la vulneración  de la dignidad de otros, debe ser revisado. No hay ningún humorista colombiano que sea como Chaplin, Cantinflas, o series como ‘Friends’, ‘El Príncipe del Rap’ o ‘Will & Grace’ que tenían negros y homosexuales. Todas ellas son graciosas y no vulneran la dignidad de la comunidad”.  El abogado insiste en que la “comedia ha avanzado mucho, pero aquí burlarse del otro es lo más fácil”. Carlos Ángulo es  un afrodescendiente que no gusta de Micolta  porque no quiere que socialmente lo sigan  señalando: “No quiero que me recuerden como el Soldado Micolta, ni que me digan ‘Calimenio’, nombre que popularizó un comercial de salsa de tomate hace años y desde entonces a todos los negros nos decían ‘Calimenio’”. Charrupí recuerda que hasta el  creador del Grupo Niche hizo un tema  pidiendo respeto para su raza. “Jairo Varela  dijo en una canción: ‘Han cogido la cosa, que pa burlarse se ríen de mí’. Esa canción fue su manera de  decir que no nos gusta que se rían a costa de nuestras costumbres y tradiciones”. Desde su experiencia,  el comediante santandereano José Ordóñez, quien a través de sus programas de TV  caracterizó a hombres de su región, a perezosos con acento  huilense como ‘Celio’, a niños traviesos  como ‘Benito’ y hombres infortunados como ‘Pablo remalas’,  dice que para hacer humor en el país hay que “reírse con el otro, no del otro”. Ordóñez agrega que con  la orientación sexual, las deformidades físicas, la  religión, la cultura, el  género, entre otros, “los comediantes debemos tener cuidado con la rapidez para pensar y hablar que tenemos.  Repasar y pensar muy bien antes de abrir la bocota es cualidad de quien ha empezado a madurar en el humor”. Esa lección la aprendió  Alejandra Azcárate, actriz y comediante que ya ha realizado varias giras con su stand up comedy ‘Descárate con la Azcárate’. Ella a través de una  columna publicada en una revista de circulación nacional  causó  polémica por burlarse de las mujeres gordas y tuvo que salir a pedir disculpas. “Pretendí de manera equivocada burlarme de lo que ha sido parte de mi realidad y supuse que al igual sería la de una gran cantidad de mujeres. Nunca lo que quise fue burlarme de ellas como en efecto se entendió (...)  mi intención jamás fue discriminar a un grupo específico de mujeres. Sin embargo, lo hice”, dijo  en una carta.  Andrés López, de ‘La pelota de letras’, asegura que ha visto a comediantes que “en su afán de mercadeo experimental van destruyendo lo que las humanidades siempre han considerado sagrado. Por ejemplo, destruyen la esencia femenina, o se ponen a tratar de hacer reír con racismo, xenofobia e intolerancia. Por ahí no es la cosa, la comedia busca un final feliz para todos”.  “Que tengo grande la boca y la nariz, que nada bueno no me encuentran a mí. Que yo soy Prieto, que soy Carabalí, pero orgulloso me siento yo así”. Para el comediante caleño Jonathan ‘El negro’ Lenis lo ocurrido esta semana con el Soldado Micolta  y que  concluyó con la decisión del humorista Roberto Lozano de modificar al personaje, es una invitación a mirar el tipo de humor que se está haciendo.  “No se trata de que nos pongan más trabas o restricciones a quienes hacemos humor. Se trata de ser más conscientes de muchas cosas.  El humor a través de su discurso debe construir, y nosotros  debemos criticar y crear consciencia pero también respetar al otro. No aprovechar el ridículo del otro para generar la risa”.  Palabras más, palabras menos:  hay que hacer un humor más inteligente. “Ese es un reto que debemos asumir los comediantes, esforzarnos y generar humor reflexivo a través de un juego de palabras. Garzón lo hacía, Les Luthiers y Quino, lo hacen y a cambio han logrado  un humor atemporal, asocial y que impacta a todo el mundo”, concluye Lenis. Y aunque los comediantes y humoristas deben  autoregularse o autocensurarse, no pueden escapar a las percepciones de la gente. José Ordóñez recuerda que cuando hacía  ‘Ordóñese de la risa’ lo intentaron callar por su caracterización de ‘Celio’, que era un hombre perezoso con acento huilense.  “Alguna parte de los políticos huilenses en su momento intentaron sacar rédito amenazándome con una demanda. No lo hicieron. Creo que aún están diciendo:  ¡Ay! Vaya ponga la demanda. ¡Ay no! ¿Con esta pereza? Vaya usted”, dice el comediante.  Para Ordóñez, “buen comediante es aquel que tiene sentido del humor pero sabe cuándo y cómo usarlo. Si no lo hace bien, el mismo público se encargará de no darle nombre ni fama y eso ya es suficiente castigo. Esa es la diferencia entre el ingenioso comediante y el burdo payaso”. Reglas del buen humor  En el humor no hay temas vetados. Todos pueden ser tratados en escena con humor, pero sin hacer ataques, sin generalizar. Hay que usar la inteligencia y los argumentos para abordarlos. Sin menospreciar al otro. “El humor lo abarca todo y todo merece ser tratado con humor. La clave es el tratamiento y el respeto que merece cada tema”, dice José Ordóñez. No le hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti. Todo el mundo merece respeto.Hay que trabajar, escribir, producir y reflexionar a través del humor.  La vía más fácil es burlarse del otro.  Hay que ser original, tener un punto de vista, no copiarse de los demás. Valorar y respetar el trabajo de los demás. Así lo hagan bien o mal, están desarrollando un trabajo artístico. “Si va a tener una propuesta y esta incluye caracterizarse, debe hacerlo bien y tomarse el trabajo de hacer un estudio de campo. No se limite a burlarse, hay que exaltar las cosas positivas de colectivos o grupos de personas”, explica Jonathan 'El negro' Lenis. “La comedia hace reír, pero se complementa este arte cuando la gente se siente feliz de haberse reído de lo que se rió”, dice Andrés López.

 

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