Una mirada a la vida de Carlos Benjumea, leyenda de la actuación en Colombia

Desde hace tres años debe someterse a un procedimiento de diálisis. Aunque el tratamiento ha debilitado su cuerpo, 'El Gordo' sigue soñando. Sigue siendo un chico inquieto.

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24 de may de 2015, 12:00 a. m.

Actualizado el 20 de abr de 2023, 02:16 a. m.

Desde hace tres años debe someterse a un procedimiento de diálisis. Aunque el tratamiento ha debilitado su cuerpo, 'El Gordo' sigue soñando. Sigue siendo un chico inquieto.

Carlos Benjumea siempre ha sido un hombre inquieto. A sus 15 años se matriculó a escondidas de sus padres en una escuela de actuación y desde entonces no ha parado de trabajar. Lleva más de cinco décadas siendo actor.  

Desde hace tres años debe someterse a un procedimiento de diálisis. Los lunes, martes y jueves, se levanta a la 1:00 a.m. para cumplir una cita con sus compañeros de la unidad renal,  “los de  El Club Literario”, como él los  llama. 

Aunque el tratamiento ha debilitado su cuerpo, ‘El Gordo’ sigue soñando. Sigue siendo un chico inquieto.

¿Siempre soñó con ser actor?

Sí, todavía. Desde muy niño ese fue mi aliciente. Ya han pasado muchos años desde que me imaginaba haciéndolo. Un día  me puse a pensar y me di cuenta de que a la hora de la verdad, nunca aprendí a actuar ni a manejar carro.

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En este país es muy difícil vivir de la actuación, sin embargo yo lo logré. Hice mi mejor esfuerzo. 

Cuando empezó a trabajar en la pantalla chica, ¿extrañaba el teatro?

Yo estaba haciendo teatro y trabajaba como director en el Sena, pero la platica no alcanzaba... Ya era casado dos veces,  estaba separado y tenía que responder por dos hogares. Aunque no me gustaba la televisión, muy disimuladamente dejé el trabajo y me salió un papel. 

¿Las tablas, la pantalla grande  o la pantalla chica?

Es muy difícil decidir, las tres son técnicas totalmente diferentes. En el cine la persona que está a cargo es el productor, en la televisión, el director y en el teatro, el actor. Así que lo que se  escoja está bien, no debe haber preferencias, cada una de ellas tiene su magia.

¿Cuál ha sido el personaje que más lo ha marcado?

No tengo uno así, ¿sabes? Tal vez una obra que hice hace muchos años para la televisión, que se llamaba ‘Los limones de Sicilia’, de Luigui Pirandello. Contaba la historia de un pobre músico que se enamoraba de una joven con talento para el canto.  

¿En algún momento pensó en dejar la actuación?

Es que no hubo cómo, cuando vine a darme cuenta yo ya tenía cincuenta y pico de años. ¡Qué carajos! 

¿Qué le hubiera gustado ser?

Siempre quise ser músico. Me parece que la música es el punto necesario que hay en toda dramaturgia para poder entender bien la historia. Para mí es algo  fundamental. Tengo varios músicos favoritos, entre ellos Tchaikovsky. 

¿Desde cuándo dejó de ser Carlos para convertirse en ‘El Gordo’?

Desde el momento en que me engordé, como a los treinta y pico. Estaba tan gordo  que la gente me miraba y me decía: “¿Y ese gordito qué?”. A uno, siendo así, la gente no le puede decir galán ni nada,  solo el gordo de tal historia.

¿Cómo surgió Coestrellas, la programadora que creó de la mano de Pacheco en los años 80?

Coestrellas nació con la loca idea de hacer cine, porque no había cómo. 

Decidimos invitar a Gustavo Cárdenas, que era presidente de Asomedios y cuando ya estábamos montados en esa vaca loca, dijo que necesitábamos a una estrella de la televisión para que todo funcionara, así que   llamamos a Bernardo Romero y luego a Pacheco. 

Y  se dio ese extraño experimento, una programadora para la cual trabajamos mucho tiempo, con muchas ganas.

Con Pacheco siempre se hacían bromas, ¿cuál fue la más pesada?

Nos hacíamos muchísimas bromas. En Cali le hice una maravillosa donde lo hice empelotar delante de mucha gente.

Fernando era un artista maravilloso y cuando nos hacíamos las chanzas era como botarle cuerda a una cometa que se ponía a volar.

Tres de sus hijos son grandes actores, ¿cómo les inculcó la actuación?

La primera que me vino con el cuento fue Marcela, yo le dije y le repetí: “Este es un trabajo difícil, así que prepárate en todo el sentido de la palabra, este es un oficio de talento  y tienes que entender que vas a enfrentarte a muchos enemigos de toda índole”, esa fue mi única respuesta.  Ella se matriculó en el Teatro Vivo de Bogotá.

La siguiente fue Paola, que también estudió mucho... Vos sabés que surgir en este negocio no es fácil, yo siempre les dije que estudiaran porque los triunfos no llegan solos, hay que buscarlos. Esto de la actuación  es una lucha permanente,  el éxito es efímero.  Que todo llega solo es paja, yo tardé trece años…

¿Ha tenido la oportunidad de trabajar con ellos?

Sí, son grandes profesionales. La semana pasada presenté un cásting con Marcela para trabajar en la telenovela de la vida de Jaime Garzón. Esperemos que pronto me vuelvan a ver en la pantalla.

Hace tres años, cuando le dijeron que tenía que dializarse, ¿por qué rechazó la oportunidad de un trasplante?

Para mí era muy difícil. Cuando comencé la diálisis me tocó como  compañero un niño de 16 años que había nacido sin riñón, ese niño añoraba tener uno porque nunca en su vida  había orinado. Su vida, no era vida.

Yo le dije al doctor: “supongamos que cae un riñón, ¿usted a quién va a elegir, a Carlos Benjumea o a ese muchachito?”. Si me eligieran a mí me parecería terrible. 

Ya tengo 72 años, viví bien mi vida y  tengo la consciencia de que ese riñón le puede ayudar mucho más a alguien a echar pa’ lante y ser alguien en la vida. 

Es una decisión muy valiente…

No, es que ya estoy viejito. Sería absurdo que  intente quitarle la oportunidad a alguien más.

Ya tengo mi vida definida desde hace rato y no le puedo arrebatar a otra persona la ilusión de vivir lo que yo viví.

¿Cómo lo tomó su familia?

Primero peleé con los médicos porque ellos me tienen un gran cariño, pero no. Mi familia logró entenderme, ya me conocen todos. Somos 27.000 dializados en Colombia y  creo que uno tiene que ser consecuente con lo que piensa y con lo que hace.

¿Cómo es un día en su vida?

Yo los lunes, miércoles y viernes me levanto a la 1:00 a.m. Me  ducho, me visto y arreglo mi habitación, ya ahí son las 3:00 a.m. De ahí me siento en el computador, miro mi correo, hago todo lo que haya dejado pendiente.

En esos tres días simplemente vivo para recordar y me voy al club. Yo no le digo  diálisis, le digo ‘El Centro Literario’ y la paso bien. Somos un grupo de gente que llegamos a las 4:00 a.m. a contarnos cosas, a hablar de la vieja Bogotá, a recitarnos poesías, novelas, matemáticas.

El problema es que uno es como  un carro cuando le falla todo... Tartabelea, echa humo, se le cae el exosto, así la pasa uno… La mejor manera de aguantar esto es  yendo a la diálisis y tomándola de una manera amable y agradeciendo al ‘Barbas’ que nos da la vida.

¿Qué le hace falta por hacer?

Mi gran sueño es ver materializada mi película: ‘Solo para mayores’. Anhelo que el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico me apoye. Llevo ya cinco años trabajando en el guion. Es una comedia que de seguro le gustará muchísimo a la gente.

Quiero volver a actuar, aunque es algo que ya no depende de mí, como antes; ahora dependo de terceros. 

Lo que busco es eso, hacer espectáculos, muchas, muchas, muchas veces. Ser un generador de empleo, de uno realmente digno. 

¿Con quién le gustaría volver a actuar?

Es muy difícil  decirlo.  El guion que escribí lo hice para trabajar con todos mis viejos compañeros, si se puede, si no se puede, pues bueno… Ojalá se haga realidad y ojalá este sueño se cumpla. No solo me haría muy feliz, le daría trabajo a mucha gente, que no solamente lo necesita, sino que además lo merece.

Como vicepresidente de la Asociación Colombiana de Actores, ¿cómo ve el futuro de la televisión colombiana?

Esta es la profesión más hermosa, pero también la más desagradecida. Como muchos, a veces te preguntas porqué alguien está por encima de ti si tiene menos talento, si no ha trabajado tanto y está ahí  por lagartería. 

Es una situación complicada, sobre todo porque los actores no tienen garantías, le dedican la vida entera a esta profesión, ¿y luego?

Recuerdos de niñez y crianza Doña Amelia Guevara estaba desesperada,  no sabía qué hacer con aquel hijo rebelde al que expulsaban de todos los colegios.  Era 1957, Carlos Benjumea tenía 14 años y la rebeldía a flor de piel. Decía que quería estudiar teatro, vestirse y ponerse los zapatos de otros, no importaba si era hombre o mujer. Nadie lo entendía. Sus padres decían que eso de la actuación era para homosexuales y prostitutas. Un día después de una discusión, Amelia  decidió falsificar la partida de bautismo de su hijo. Le puso 18 años, edad suficiente para prestar servicio militar. “Así fue como  terminé prestando servicio. Con el tiempo intenté borrar ese episodio de mi memoria. Mi mamá contra mí y yo contra ella”, recuerda ‘El Gordo’, quien explica que en realidad tiene 72 años. A los 15 se matriculó a escondidas en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Se escapaba del colegio y tomaba un  bus para llegar a su cita con el destino, “Me tocaba estudiar sin que nadie se diera cuenta, gracias a ello tuve la oportunidad de trabajar con gente maravillosa y aprender muchísimo. Entre mis compañeros estaban Consuelo Luzardo y Gustavo Angarita”, cuenta  Benjumea. Su primera actuación en las tablas la hizo en una obra de Lope de Rueda, en la cual interpretó el papel del ‘Rey Fernando’. Para su sorpresa, en primera fila estaba su padre, quien se sobaba y abría bien los ojos para comprobar que el que estaba en frente era su hijo: “Lo más chistoso de todo es que yo no sabía que él iba a ir. Yo solo pensaba en la  pela que me iba a meter o en los elogios que me iba a hacer, pero no, solo me dijo que había salido bien”, recuerda entre risas. Aquella profesión que sus padres tildaban de “liberal”, sería su sustento durante los siguientes 58 años. Lo que empezó como un sueño que lo desvelaba desde niño, terminó siendo una realidad tangible. ‘El Gordo’, fue uno de los primeros actores en debutar en el teatro, la televisión y el cine a la vez. Consuelo Luzardo, su amiga y colega, recuerda con nostalgia aquellas jornadas que marcaron su adolescencia, “tenemos una cantidad de recuerdos en común de nuestras clases, de nuestros profesores y  de los festivales internos que se hacían en la Escuela. Jaime Manzur, por ejemplo,  siempre nos montaba fragmentos de zarzuela y por eso es que  nos sabemos las  más famosas de la época”. Junto a Consuelo, hizo un trabajo dirigido por Víctor Mallarino, una obra española que se llamaba ‘Sublime decisión'.  Luego, volvieron a compartir set en la  comedia  ‘Yo y tú’, de Alicia del Carpio. Una producción que se transmitió durante 20 años y nueve meses, todos los domingos en la noches. Hizo parte del elenco de la primera telenovela colombiana llamada ‘El 004 está ocupado’. Se  emitía un solo capítulo semanal y se hacía en vivo, como en el teatro.  Al cine llegó por accidente. A sus 32 años hizo un remplazo y terminó haciendo parte de la  película  ‘Esposos en vacaciones’, filme que lo convirtió en estrella del cine nacional.  Muchos también lo recuerdan por   ‘El inmigrante latino’ y ‘El taxista millonario’, esta última,  un récord de taquilla en 1979 que  contó con más de millón y medio de espectadores.  Carlos ha sido fotógrafo, aprendiz, sacerdote, vendedor de carros, taxista, rey, mafioso, campesino, Jesús y hasta mujer. Nada le da pena. Era de los que bailaba  en mallas y tutú rosado frente a un público que gozaba de su gran sentido del humor. Un artista incansable, sin duda, que se ganó el título de ‘El Gordo’, no solo porque llegó a pesar más de 200 kilos, sino por su talento robusto, una capacidad innata que lo tiene aún vigente.  Fue el fundador de Coestrellas, una programadora que nació en el año 1981, de la mano de Fernando González Pacheco, Bernardo Romero Pereiro y Jorge Cárdenas, que dio lugar a grandes éxitos de la televisión colombiana como ‘Sabariedades’, ‘Siga la pista’, ‘Compre la orquesta’ y  ‘Señora Isabel’. Para 1985 se estrenó como empresario e impuso la moda en Colombia de los café conciertos, un espectáculo en vivo donde la obra se acompañaba de música, actores, comida, bebida y licor. “La idea de los café conciertos era que pasaras la noche más maravillosa de tu vida”, cuenta Carlos, quien rememora aquella época en la que  ‘La casa del gordo’, se llenaba de risas y aplausos. Con su compañero y amigo, el director y guionista Pepe Sánchez, montaron otro local llamado ‘El Circo’.  Pepe recuerda que más que un negocio era un lugar donde iban a pasarla bien: “En ‘El Circo’ hicimos una obra que se llamaba ‘No la descubras Cristóbal’ y él hacía de  Reina Isabel. Después hicimos ‘Romeo y Julieta’, en una parodia que escribió un libretista. Yo era Julieta y él Romeo. Ya se imaginarán los momentos divertidos, etapas  de mucha creatividad. El gordito es un grande”. Y es que ‘El Gordo’ no para. Incansable e inquieto,  el año pasado también hizo parte de un café concierto. Escribió y dirigió ‘Mamadeus’,  una historia basada  en la vida de Mozart,   para presentar en el Hotel Sheraton de Bogotá. Las última producción que hizo para la pantalla chica   fue una telenovela para el canal RCN,  en el 2013, donde tuvo la oportunidad de compartir set con Alejandra Borrero y Sebastián Martínez. Para el actor Sebastián Martínez, ‘El Gordo’, siempre ha sido el compañero ideal y un verdadero profesional, del cual se aprende día a día: “El gordito es una belleza, es un ser muy bonito, ni siquiera se siente. Él siempre llega con sus  letras bien aprendidas y una sonrisa”. En ‘Allá te espero’, Carlos era Nazario Restrepo y Alejandra Borrero, Magnolia Jaramillo. Un par de esposos con un matrimonio en crisis. Alejandra cuenta que durante las grabaciones les tocó bailar un  bolero que los puso a llorar de la risa, “tuvimos una escena muy divertida. Yo con mi hernia discal y él con sus problemas, nos dolía hasta el alma”. “Con todos sus achaques corporales es un niño. Por él estaría corriendo y jugando con una pelota en la calle”, agrega Borrero, quien dice que lo que más lo caracteriza es esa nobleza enternecedora. El último cásting al que presentó lo hizo con su hija Marcela Benjumea, para la serie que representará la vida de Garzón. No sería raro que pronto volvamos a reír con sus ocurrencias en pantalla.

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