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Conozca qué es el síndrome de la cabaña. | Foto: Foto: Istock- El País

CUARENTENA

¿Ya no quiere salir de casa?, puede estar viviendo el síndrome de la cabaña

La tribu de los que han encontrado extremo placer en el confinamiento casero. Ya no quieren salir a nada ni ver a tantos y, de solo pensar en volver a trancones, ruido y multitudes, comienzan a sudar. ¿Lo padece usted?

19 de julio de 2020 Por: Paola Guevara y Johanna Fiallo, Redacción de El País

La cabaña está aislada del mundo exterior. La cabaña ofrece soledad y silencio, el tiempo transcurre más lento y allí debes ocuparte de tus propias tareas, cortar la leña, encender la fogata, cocinar y lavar los platos, lo cual da una rústica sensación de recompensa.

Por esta razón los expertos en conducta humana han acuñado el término ‘Síndrome de la Cabaña’ para describir no una enfermedad sino el conjunto de síntomas que un grupo de personas ha desarrollado en la pandemia: extremo apego al encierro.

Lo que empezó con la incertidumbre y el miedo, sumado a la obligatoriedad de medidas drásticas de aislamiento preventivo a causa del Covid-19, se les fue convirtiendo -a los miembros de esta nueva tribu- en una resistencia cada vez mayor a salir y socializar.

Como todo síndrome, no hay una forma única de manifestación sino un amplio espectro. Desde los más sutiles, como la aversión a salir los fines de semana, hasta los casos más intensos: personas que experimentan síntomas físicos y mentales después de haber salido por las compras o a pagar una simple cuenta de banco: dolor de cabeza, agotamiento extremo, saturación total de su sistema energético, ansiedad y, sobre todo, la necesidad de regresar pronto a su “cabaña” para sentirse protegidos no de un enemigo puntual sino de todo a la vez, la luz, el sol, el polvo, el sonido, la fila, las personas...

No solo la gente huraña o introvertida padece este síndrome. Lo sorprendente es que incluso personas altamente sociables, que prácticamente vivían para trabajar, hacer reuniones y salir de fiesta, se encuentren en esta situación.

Esto será un reto para la vida corporativa, estima la especialista en Recursos Humanos y MBA en Business Administration Silvana Iannini, quien opina que “la nueva normalidad nos obliga a replantearnos, porque sí es posible trabajar desde la casa. Hay que pensar nuevos esquemas de trabajo y diseñar esquemas mixtos; deshacerse de espacios de oficina que no se necesitan, implementar el ’remote work’ para trabajar desde la casa o la finca, y el ‘smart work’ que dice: quiero resultados, no hora silla”.

Añade: “Hice una encuesta en mi empresa y los que están desesperados por volver a la oficina son una inmensa minoría; los que quieren estar 100 % en casa también son minoría. La mayoría quiere un esquema mixto. No es miedo, hay muchos otros factores aparte del temor al contagio y a la criminalidad; es gente que ha descubierto, por ejemplo, su pérdida de tiempo en desplazamientos. Las empresas competimos por atraer y retener el talento, el tema de ‘yo pago más’ no sirve más, la gente necesita calidad de vida y ya entendió que no es vivir para trabajar sino trabajar para vivir”.

Hasta el médico psiquiatra Carlos Climent confiesa: “Yo padezco ese mal”, en referencia al ‘Síndrome de la Cabaña’, y ha dicho que muchos de sus pacientes adultos, ahora atendidos vía Zoom, prefieren esta nueva forma de vida de puertas para adentro e incluso “le han encontrado gusto a barrer y planchar”.

Muchos adultos mayores, a pesar de la “revolución de las canas” que enarbolan en defensa de su derecho a salir, con el paso de los días han hallado placer en bajar el ritmo.

Gran número de adolescentes, por su parte, tienen en casa internet, televisión, pc, celular, tableta, videojuegos y redes. El riesgo es claro, pues este hecho viene asociado al sobrepeso, al sedentarismo, a la adicción a la tecnología, pero algunos padres ven el lado bueno: “Menos exposición a las drogas, al bullying y al embarazo prematuro”. ¿Será verdad?

Pedagogos consultados para este artículo coinciden en que viene una ‘pandemia’ de niños desescolarizados, pues los padres más sobreprotectores preferirán tenerlos en su “cabaña”, a salvo del mundo exterior, lo que puede traer consecuencias negativas a largo plazo para el desarrollo de la sociabilidad y el momento académico de los niños más pequeños.

Datos reveladores contiene el más reciente estudio global de la firma Deloitte, con jóvenes Centennials y Millennials de 48 países: “Hicimos una encuesta a finales de 2019, por eso consideramos necesario repetirla teniendo en cuenta la pandemia. Estudiamos los meses de abril y mayo de 2020, y encontramos que curiosamente los niveles de estrés e infelicidad en los jóvenes bajaron. Los Millennials llevaban una vida con estrés, encierro de muchas horas en la oficina, viajes, aeropuertos, contaminación ambiental”, dice Juan Sebastián Gómez, gerente de Capital Humano de Deloitte.

Al preguntarle si Millennials y Centennials pueden estar sufriendo ‘Síndrome de la Cabaña’, admite que es altamente posible, cifras en mano. “El medio ambiente es una de las tres grandes preocupaciones de los jóvenes. En encuestas anteriores ellos dijeron que ya era muy tarde para lograr un cambio climático, pero en el estudio reciente su optimismo creció, les gustó que hubiera reducción de la presencia humana y que bajara el impacto en el medio ambiente, que les preocupa mucho”, explica el experto.

Y concluye: “El estudio demuestra que los jóvenes no confían en los políticos ni en la religión, pero sí en las redes sociales, y esta pandemia les ha dado mayor tiempo libre y disponible para dedicarse a ellas”.
Como siempre, el equilibrio suele estar en la mitad: el aspecto positivo de esta pandemia ha sido el retorno al hogar y sus delicias, ha sido un tiempo para repensar los horarios de trabajo, las formas de conectarse, la eficiencia y la calidad de vida, pero no debe llegar a convertirse en una atrofia severa de la musculatura social o en una imposibilidad para volver a la vida exterior.

Si todos se meten a la cabaña y no vuelven a salir, será una sociedad de lazos solidarios fracturados, pero si el salto de regreso a la antigua normalidad es abrupto y radical, nada de lo aprendido en pandemia habrá valido la pena.

“Haga salidas graduales

Para la psicóloga clínica Paola Nieto, cuando la razón de vivir resguardados en casa tiene que ver exclusivamente con el terror al contagio y la muerte, este Síndrome corresponde a ciertas personalidades ansiosas, hipocondríacas, “o que en general han sido temerosas a lo largo de su vida. Este tipo de coyuntura, el Covid-19, hace que se alarmen o alteren, y por ende, se agudicen sus temores. Sin embargo, en la medida en que estemos encerrados podríamos perder algo de esas habilidades sociales que hemos aprendido”, dice.

Recomienda fortalecer el conocimiento y ejecución en los temas de bioseguridad, porque esto los hará sentir más seguros. Pero, sobre todo, aconseja comenzar a hacer salidas graduales de casa para no perder los lazos sanos con el mundo exterior.

Test: ¿Tiene Síndrome de la Cabaña?

1. Cuando debe salir a hacer una diligencia inaplazable, ¿regresa a casa agobiado, ansioso y con síntomas físicos de agotamiento y enfermedad?

2. ¿En el último mes pasó más del 90 % de su tiempo en casa?

3. ¿Se siente ansioso y temeroso cuando piensa en el momento de regreso a su antigua normalidad?

4. ¿ Actividades físicas que antes realizaba con gusto como salir a caminar, trotar en el parque, ir a un centro comercial o a reuniones laborales, ahora son disparadores de estrés y desea evitarlos a toda costa?

5. ¿Tiene mascota pero ha dejado de pasearla afuera?

6. ¿ Aunque es consciente de la economía, en el fondo quisiera que la cuarentena no termine?

7. ¿Su agitada vida anterior de antes ahora le parece insana e indeseable?

8. ¿Solo pensar en trancones, pitos, polvaredas y transporte le dan ganas de cerrar los ojos y respirar profundo para olvidar la idea?

9. ¿Ahora llama a su vida anterior “anormal”?

10. ¿Siente miedo de sortear situaciones sociales frente a frente?

11. ¿Le gustaría pasar del trabajo presencial a uno semi presencial o 100% virtual?

12. ¿Su actividad física ha descendido notablemente en los últimos 4 meses?

SI RESPONDIÓ DE FORMA AFIRMATIVA: ENTRE 1 Y 4 (LEVE), ENTRE 5 Y 8 (MEDIO), ENTRE 9 Y 12 (SÍNDROME ALTO).

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