Cartagena de Indias

Cartagena de Indias - Colombia te tengo el plan - El País

Cartagena de Indias: a la orilla del mar.

¿Quién no sueña con conocer Cartagena? Y quienes la conocen, no hacen sino pensar cuando regresar. La ciudad amurallada fue fundada en el Siglo XVI. Sus plazas, sus calles adoquinadas y sus edificios coloniales nos transportan en el tiempo.

La bahía donde se asienta la ciudad estaba habitada por los Caribes. Así era como los españoles llamaban a las naciones calamari, que en lengua indígena significa cangrejo. En esos tiempos, las casas se construían de bahareque, un material de construcción a base de cañas entretejidas, recubiertas en barro.

Cartagena de Indias - El País Con el pasar de los años, ya durante el 1700, la ciudad se convierte en uno de los puertos más importantes del continente. La ciudad era el arranque de las rutas marítimas quetenían como destino final Sevilla o Cádiz, donde por cierto nació mi abuela Regla.

Cuando caminas por las calles de Cartagena, si ves una aldaba esculpida en forma de león, la familia estaba vinculada al ejército; pero si ves iguanas o salamandras, existía un vínculo con la casa real.

Cartagena fue declarada Patrimonio Histórico, Arquitectónico y Cultural por la Unesco. Y no es de extrañar que sorprenda al visitante con sus edificaciones decoradas por bellos atardeceres. Cartagena de Indias - El País
1. El trabajo figurativo de Fernando Botero, representado por la Gorda Gertrudis, en su momumento de la Plaza de Santo Domingo.
2. Hacerte una colorida fotografía de recuerdo con las famosas palenqueras, tradición viva del legado afrocolombiano de Colombia.
3. Degustar una de las especialidades de las fritangueras de la costa colombiana: la arepa de huevo rellena con un huevo entero, sellada y sofrita en aceite de maíz.
4. Explorar el barrio donde habitaban los esclavos provenientes del Oeste de África en la época colonial. Caminar por las calles de Getsemaní; admirar sus murales callejeros y visitar la Plaza de la Santísima Trinidad.
5. Visitar el Callejón Angosto, visualmente impactante con decenas de paraguas de colores decorando la calle, como si de un pasaje se tratara. Una tendencia que se ha popularizado en muchos lugares del mundo, incluyendo Londres, Turquía, Dubai o México.
6. Recorrer la emblemática Plaza de los Coches, donde se levanta la estatua del fundador de la ciudad, Pedro de Heredia, bajo la mirada constante de la Torre del Reloj. Y los más golosos descubrirán, sin tener que caminar mucho, el Portal de los Dulces. Cocadas, Muñequitas de Leche o Bolas de Tamarindo nos harán regresar al lugar, en más de una ocasión.
7. Observar con esmero los detalles arquitectónicos que adornan las sinuosas, y en ocasiones laberínticas, calles de la ciudad amurallada. Las casonas coloniales, con paredes de gran grosor y cielo raso construido con vigas y ladrillos de techo. Los muros realizados en piedras, e incluso de coral triturado. Y los balcones… ¿Qué sería de Cartagena sin esos balcones y esas ventanas, envueltas en balaustres simétricos?
8. Un atardecer sobre el mar Caribe. Ese mar que fue testigo del tráfico entre el Nuevo Mundo`y el Viejo Mundo. Un mar de más de 180 millones de años de antigüedad, que comenzó a formarse como lo conocemos hoy, con la subdivisión del supercontinente Pangea. Su nombre proviene de los Caribes, la etnia amerindia que predominaba durante los primeros contactos con los europeos.

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El visitante llega con la idea que el tesoro de la ciudad son sus edificios y sus floridos balcones, pero no pasa mucho tiempo antes de que se dé cuenta de que el verdadero tesoro son las sonrisas y la energía de quienes hacen de Cartagena su hogar. Cartagena reliquia colonial. Cartagena del mar. Cartagena tesoro de leyendas.
Ahí, Cartagena.

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