Un guerrero convertido en Delfín.
Recuerdo la primera vez que vi salir un delfín de las negras aguas del Amazonas. Una mezcla de curiosidad y fascinación, en una época donde no existía un acceso a la información, como hoy en día. Según la leyenda, estaba viendo a un apuesto y masculino guerrero, que los dioses, por envidia, habían transformado en un animal fluvial, condenado a vivir por siempre en las aguas amazónicas. Aún se escucha en muchos rincones de los pueblos indígenas que el delfín rosado, en las noches de luna llena, se transforma en un elegante seductor, ataviado en ropajes blancos y sombrero de paja, para divertirse en las comunidades. Las mujeres jóvenes quedan prendadas de sus encantos, que degustan los dulces del amor a orillas del río, bajo la plateada luz de la Luna.La gente sueña viajar a lugares remotos para tener encuentros especiales. De lo que muchas veces no se da cuenta es de que supropio 'jardín' tiene algunas de las especies animales más increíbles del reino animal. ¿Sabías que en el mundo existen ocho especies de delfines de río y que la mitad de ellas puede verse en la Amazonía y la Orinoquía? El Inia geoffrensis o delfín rosado puede verse en muchos ríos, incluyendo el Meta, Cravo Norte, Casanare, Arauca y Vichada, por mencionar algunos.
Hace muchos años realicé un viaje singular. Volé al otro extremo del mundo a fotografiar las aguas costeras que rodeaban un aeropuerto. ¿Cómo?¿Al otro lado del mundo? Sí, viajé hasta Hong Kong a fotografiar uno de los corredores marinos más transitados del Planeta. Mi misión era simple, pero nada fácil: fotografiar a los delfines rosados (Sousa chinensis) que vivían frente a las aguas del aeropuerto. Hoy en día, estos animales al igual que sucede en muchos otros lugares están al borde de la extinción. Las causas son múltiples, pero podría mencionar la disrupción de los ecosistemas marinos, incluyendo la degradación de sus hábitats, la sobrepesca y la contaminación auditiva y ambiental. Se estima que quedan cerca de 2.500 individuos del Sousa chinensis. Ser un delfín rosado en el mundo de hoy no es tarea fácil. En muchos lugares donde habitan los delfines aún se utilizan como carnada de pesca. En ocasiones, colisionan contra las embarcaciones, e incluso, son considerados como competidores del recurso pesquero.
Y uno podría llegar a pensar que son rosados, porque ingieren algún alimento, como les sucede a los flamencos que tienen tonalidades rojas, rosas y anaranjadas, debido a los carotenoides que contienen los crustáceos que comen. Sin embargo, los delfines rosados, tanto las especies que habitan en las aguas del Amazonas o del Orinoco, como los que fotografié en su día en el Estuario de Pearl River en Hong Kong, viven en aguas oscuras, con poca visibilidad.
Por ello, carecen de pigmentación porque apenas reciben la luz solar. Ese característico color rosáceo que a todos nos enamora proviene de la sangre caliente que bombea a través de los vasos sanguíneos bajo la superficie de la piel, que no es sino un sistema de regulación de la temperatura corporal.
En Colombia, los delfines rosados viven en los tributarios y en las cuencas del río Amazonas y del río Orinoco, donde se alimentan de peces, crustáceos y pequeñas tortugas. Un delfín rosado se considera un adulto al llegar a los 10 años de edad. El estado de conservación dentro del país es de especie vulnerables, mientras que a nivel internacional, las especies ya han pasado a formar parte de la lista de las que están en peligro de extinción. el delfín rosado (Inia geoffrensis) y el tucuxi o delfín gris (Somalia fluviatilis). El primero es el delfín de agua dulce más grande del mundo, llegando a medir casi tres metros (el doble que un delfín gris) y a pesar 185 kg, casi tres veces más que los tucuxis. Fotografiarlos no es tarea sencilla. “Generalmente los delfines marinos aparecen frente a las embarcaciones y uno puede más o menos predecir dónde van a salir para tomar fotografías”, explica Fernando Trujillo, biólogo marino y Director Científico y Socio Fundador de la Fundación Omacha. “Y generalmente, requerimos de velocidades altas para poder congelar el movimiento en nuestras imágenes”
“Sin embargo, con los delfines de río es un poco más complicado”, explica Trujillo. No vemos el momento en el que van a salir a la superficie. A veces con un poco de experiencia somos capaces de ver un poco el oleaje y así predecir el movimiento de los animales. Suelo colocarme en una parte alta de la embarcación y utilizar un zoom grande, de 400 mm, que me permite acercar los delfines.