En el año 1900, Cali era una aldea de 30.740 habitantes que carecían de acueducto,
por lo que debían tomar el agua de las pilas públicas del Crespo, El Peñón, Santa Rosa y el Rey.
“Y se alumbraban con bujías y velas de cebo que encendían en las noches invernales con cerillas
fosfóricas”, escribe Carolina Gaitán Fonseca, en un ensayo titulado ‘Desarrollo Industrial y
empresarial de Cali: historia de la industria colombiana entre 1886 y 1939’.
La rutina de aquel pueblo fue sacudida pronto por la llegada de la ‘modernidad’.
El 3 de enero de 1906, como lo contó alguna vez el historiador Germán Patiño Ossa (q.e.p.d.)
la noticia fue el primer viaje del vapor Sucre, que salió desde el Puente del Comercio para
restablecer la navegación en el río Cauca.
Y cuatro años después los habitantes de entonces fueron testigos de la inauguración del tranvía
y de las primeras diez bombillas que se encendieron para iluminar la Plaza Mayor. “Se había
puesto en funcionamiento la primera planta hidráulica de 150 kilovatios, por la compañía
Cali Electric Light and Power. Si la sorpresa del tranvía de 1910 fue mayúscula, la del primer
automóvil de 1913 no lo fue menos.
Un auto, marca Reo, de don Jorge Zawadsky, fue el primero en rodar por las calles,
entre presumible alboroto de asombro”, escribe Gaitán Fonseca en su ensayo.
Para ese momento lo más probable es que nadie sospechara lo que sucedería en apenas un
par de décadas: el departamento creció de manera tan vertiginosa, gracias a la industria
y al tejido empresarial, hasta ubicarse entre los tres primeros de Colombia en términos
económicos y poblacionales.
Como lo narra el exconcejal Claudio Borrero, Cali y Buga eran, al principio de los tiempos,
departamentos. Fueron creados así por el decreto 916 de agosto 31 de 1908. Sin embargo, apenas
dos años después, en 1910, aquello se disolvió. Cali y Buga se fusionaron para crear el
departamento del Valle, con Cali como capital. Ulpiano Riascos fue el primer gobernador.
Cuatros años después sucederían dos hechos que permitieron el rápido desarrollo de la región.
En agosto de 1914 se registró el primer tránsito completo por el Canal de Panamá realizado
por un buque automotor de altamar. Un año más tarde ya estaba habilitado un importante
tramo del Ferrocarril del Pacífico.
“Estos dos acontecimientos permitieron que distintas actividades industriales empezaran a
tomar lugar en el Valle del Cauca, potenciando la fortaleza que en ese momento ya tenía la
región en actividades agroindustriales. Además, el auge de las exportaciones de café en el
país, impulsadas por las plantaciones en Antioquia, el Eje Cafetero y el norte del Valle,
hicieron de Cali y Buenaventura dos puntos de referencia para el proceso de internacionalización
de la economía colombiana”, explica Carlos Andrés Pérez, director económico y de competitividad
de la Cámara de Comercio de Cali, y un apasionado por la historia de la consolidación empresarial
de la región.
“En diciembre de 1941 había 676 sociedades inscritas en la Cámara de Comercio de Cali, y sobresalían
las industrias de cemento, cervezas, cigarrillos, textiles y azúcar. El máximo número de fundación
de establecimientos industriales se registró en 1944 con 101. En 1953 se registraron 1.300 compañías,
cincuenta de ellas extranjeras. Los depósitos bancarios más altos de Colombia estuvieron por ese
tiempo en Cali”, escribe, por su parte, Carolina Gaitán Fonseca.
A mediados de los años 60, agrega Carlos Andrés Pérez, cuando más del 80% de las exportaciones
de Colombia correspondían a café, cerca del 80 % de esas exportaciones se realizaban a través
de Buenaventura. Las operaciones en logísticas, prestación de servicios financieros y manufacturas
en Cali y las otras ciudades principales ciudades del Valle permitieron la consolidación de centros
urbanos que hoy representan la red de ciudades más potente que existe en cualquier departamento del país.
“Tenemos 9 ciudades con más de 100 mil habitantes y eso ha llevado a que el Valle tenga altos
indicadores de calidad de vida”, comenta Pérez.
Simultáneo a ese proceso llegaron compañías de capital extranjero, que se ubicaron en el valle
geográfico del río Cauca. También, empresas inicialmente ubicadas en la Costa Caribe, como Colgate,
se trasladaron al Valle, atraídas por el puerto de Buenaventura y la infraestructura que comenzaba a
florecer, como la carretera al mar. Igualmente, compañías de capital nacional que estaban en Bogotá
hicieron lo mismo, asentarse en el Valle, y contribuyeron a impulsar la demanda de mano de obra,
impulsando un crecimiento poblacional impresionante en la región. Para 1950, Cali ya era la tercera
ciudad más grande del país en términos poblacionales.
De la mano de este auge también fueron apareciendo grandes empresas de capital local,
como Carvajal, la primera compañía caleña que tenía operaciones en varios países.
“Los Panamericanos de 1971, más que influir en el auge empresarial de Cali y el Valle, terminan
siendo el resultado de ese proceso de modernidad y de consolidación del aparato productivo. Cali
era sinónimo de modernidad, prosperidad y progreso no solo para Colombia sino para varios países
del continente”, dice Carlos Andrés Pérez.
Por cierto, uno de los aspectos en los que insiste Carlos es una frase común entre los
vallecaucanos: hablamos de los beneficios de estar ‘cerca’ de Buenaventura, cuando
Buenaventura no está cerca; está en el Valle.
“No es la cercanía una ventaja, sino que tener ese Distrito en el Valle, con capacidad de
conectar de manera eficiente a los principales centros de consumo con el resto del mundo, ha
permitido que no solo Cali se haya beneficiado de esa operación, si no el resto de las ciudades.
La principal planta de producción de Colombina está en el norte del Valle, más cerca de Cartago
que de Cali, por ejemplo. En el centro del Valle, Buga y Tuluá, están varias de las principales
plantas productoras de alimentos procesados en el país. Eso tiene que ver mucho con la operación
de Buenaventura, que les permite llegar a otros grandes centros de consumo como Ecuador, Chile,
Perú
Todo ello ha permitido que el Valle sea hoy un departamento con 160 mil empresas registradas
en las siete cámaras de comercio del departamento, según datos de 2020. En 2019 eran 178 mil.
La disminución se debe a los estragos de la pandemia.
Justamente el aparato empresarial de la región tiene enormes retos. Recuperar las empresas
pérdidas a causa del covid, algo que se está logrando con la reactivación, y recuperar
los puestos de trabajo – Cali es hoy la cuidad del país con el más alto índice de desempleo
juvenil-. Los desafíos de Cali y el Valle siguen siendo inmensos.