MUSICA
Esta es la historia detrás del disco 'Felicidades', el "asalto navideño" de Cheo Feliciano
Con Cheo Feliciano diciembre suena a guaguancó. Se advierte una danza en los buñuelos que hierven y el balanceo rítmico del manjar blanco en la paila.
Es diciembre de 1973 y potente cual marejada se escucha la voz del sonero Cheo Feliciano. Atrás queda el ocaso de una etapa turbulenta. Ya está listo para volver en un desborde de pregones. Su regreso –no faltaba más- amerita un junte sin miseria: La Fania en pleno, a ritmo de aguinaldos.
Así es como surge la producción Felicidades bajo el sello Vaya Records. Un elepé en el que se dan cita todos los ingredientes del imaginario decembrino.
Las diez canciones que bordean los surcos de esta producción están hechas para el bailador. El compás del guaguancó se pronuncia en la mayoría con una oleada contundente de trombones y percusión. No por eso se descuida el acento navideño con el irrepetible dulzor del cuatro de Yomo Toro. Esta sonoridad es el resultado de la pléyade de músicos incluidos en la nómina. ¡Mira que se soltaron los caballos!
Bailar es hacer de uno una canción en movimiento y desde esa orilla el torrente de voz de Feliciano encuentra su cauce. El prodigio de su canto es mazacote pesado pero también cadencia de bolero. Este trabajo no incluye ningún número de este último, pero en ambos ritmos Cheo llega a la cima. No se equivocan los que afirman que un gran cantante de salsa logra interpretar boleros como si de ello dependiera la nostalgia del oyente. Es cierto: se necesita precisión para llegar a ese nivel de melancolía y temple. A falta de esta cuota romántica, se incluye el ritmo Mapeyé, para nuevamente demostrar que es derroche lo que avanza con soltura sobre las cuerdas afinadas del boricua.
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‘Comadrita’ es uno de los temas más sonados del álbum. Aquí se describe la escena del lechón y el jolgorio que desata la preparación de otros platos típicos de estas festividades.
En nuestra tradición, lo gastronómico también tiene ese dejo ritual acompañado de la música.
El buñuelo, por ejemplo, pareciera contonearse de la cintura para abajo en el sartén. Si se mira con detenimiento, hay un jaleo chisporroteante que, entre vuelta y vuelta, da como resultado una esfera crocante y danzarina.
Por su parte, el dulce de manjar blanco debe menearse con insistencia, turnando el balanceo como si todos debieran salir a bailar con el mazo de la paila. En cada uno de estos temas encontramos esa identidad del pueblo latino; la disposición al goce, a la rumba buena. ¡Qué clase de swing!
‘Felicidades’ es un asalto navideño, un banquete musical pa’ comer y pa’ llevar.
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