FERIA DE CALI 2022
La historia de Olimpa Solano, la melómana más longeva de la Feria de Cali
Anécdotas de Olimpa Solano, la protagonista del afiche del Encuentro de Melómanos , a quien sus cien años no le impiden disfrutar de la buena música.
Anécdotas de Olimpa Solano, la protagonista del afiche del Encuentro de Melómanos , a quien sus cien años no le impiden disfrutar de la buena música.
La música la emociona, la reactiva de ese letargo en que se mantiene debido a su avanzada edad: 100 años. Por eso al escuchar el danzón ‘El truco de regatillo’, una de sus canciones favoritas, empieza a mover los dedos de su mano derecha, cual directora de orquesta guiando a sus músicos. Minutos después, mueve su pie izquierdo al compás más fuerte de la melodía. “Lo máximo que he podido escuchar”, remata contenta concluida la pieza musical.
Cuando su hijo Pablo, uno de sus compinches, la pone a escuchar ‘Un pedazo de pan’, de Daniel Santos, canta el tema al pie de la letra: “Un pedazo de pan no se le niega a nadie, hasta el aire y el sol tú a mí me negaste..”. Lo mismo hace al oír ‘Amor del alma’, del también ‘Inquieto anacobero’, del que manifiesta fue “su gran amiga”.
En el tercer piso de su casa en la Urbanización Barranquilla, donde hay una habitación repleta de álbumes de acetatos y CDs, doña Olimpa Solano, la melómana más longeva de Cali, sigue gozando de la audición musical y va soltando varias de sus impresiones, en un tono muy bajo tono, pero entendible: “No hay mala música. El que diga que hay mala música es un mal hablado. ¡Tan buena que es la música!”, “donde hay música ni me paro de donde estoy”, “¿oigan, y dónde tenían semejante belleza?”, “estoy muy emocionada”... ‘Paolim’, como la llama cariñosamente su hijo, se muestra feliz, como niña con su juguete nuevo, pero al poco tiempo, se nota adormilada.
Mi mamá no sufre de nada, advierte su hijo Pablo, pero no está coordinando bien las cosas. Se devuelve en el tiempo, se confunde, dice que se va para Buenaventura, que se va comprar música, menciona a personas que hace muchos años ya murieron, e incluso, a veces, a mí me dice papá.
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De ahí que en medio de la conversación sea él, también un conocedor y apasionado de la música, quien relate la historia de la protagonista del afiche de la versión número 31 del Encuentro de Melómanos y Coleccionistas de la Feria de Cali (realizado con imágenes del reconocido fotógrafo Áymer Álvarez), evento que este año le rinde tributo a esta hija del corregimiento del Palmar, de Dagua, quien se convirtió en las más veterana melómana de la capital del Valle.
‘A la carga’, de Pacho Galán, tuvo arreglos de Eduardo Armani, por petición del cantante argentino a su autor. El álbum se editó finalmente en Argentina
“Mi mamá heredó el gusto musical de mi abuela. Vivían en una finca grande, en el Km 18, allí tenían un trapiche y pusieron un negocio donde la gente aledaña iba a tomar cerveza.
Entre los años 40 y 50 mi mamá y mi tío se fueron a vivir a Buenaventura. Allí un amigo de mi madre, don Vicente Arango, dentista, le avisaba cuando llegaba un barco de otra parte y ella y mi tío se iban a comprar acetatos. En ese tiempo estuvieron compre que compre y guardando discos. Posteriormente, se vinieron al Palmar y montaron un negocio en una de las casas que tenía mi abuelita. Así que su colección de música no comenzó por mera pasión, sino por negocio.
Luego, en Dagua, montaron El Trapiche, bailadero que estuvo abierto hasta 1958. Al frente de ese negocio había un local que le fue alquilado a los gringos de la compañía que venía a abrir la nueva carretera a Buenaventura. Ellos se hicieron clientes. Así que el único momento en que cerraba ese negocio era los viernes al mediodía porque mi abuelita comenzaba a hacer riegos para la buena suerte.
Allí iban personajes como Petronio Álvarez, quien después de que dejaba en la estación del tren la ‘mocha’, o sea, la máquina que en esa época era de carbón, llegaba al negocio con su guitarra. En ese tiempo sonaba mucho un tema de su autoría, Mi Buenaventura, que cantaba Tito Cortés, al que mi mamá también llevó a ese lugar. ¡Esa presentación de él fue la locura!
Cada ocho días mi mamá se iba a Buenaventura a comprar música. Allí, en el muelle, para sacar las cosas era muy jodido. Por eso ella se iba usando faldas muy grandes y ahí se encaletaba los discos de 78 revoluciones.
Seguidora de Daniel Santos, Bienvenido Granda, Tito Cortés, el Cuarteto Flores, compró toda clase de música: tangos, fox, milongas, pasillos, salsa, boleros, de todo. Aunque en la casa predominaban ritmos de las Antillas, Puerto Rico, Cuba...
Una de sus joyas preciadas es un disco de Rolando Laserie, de 1948. Este es uno de los álbumes en el que se evidencia lo que hacían mi mamá y mi tío para despistar a los ‘infiltrados’ de la competencia: le borraban los nombres de la orquesta y del cantante para que no supieran de quiénes se trataba y no pudieran conseguir el mismo acetato para sus negocios.
Otro tesoro es el disco ‘Lamento caleño’, tema que canta Lucho Bowen y que fue lanzado al poco tiempo de la tragedia ocurrida en Cali (la explosión de seis camiones cargados de 1053 cajas de dinamita, que dejó más de 3700 muertos). El tema decía: “El 7 de agosto, a la 1:00 temprano, estaba la gente entregada en dormir, de pronto escucharon un trueno lejano, sentí tanto miedo que me estremecí”. En los negocios colocaban ese disco y mucha gente a la que se le murió algún familiar se suicidaba, por eso fue prohibido y al negocio que lo tenía, la Policía se lo quebraba. Los nuestros se salvaron porque en la casa lo compraron como tres veces.
Mi mamá no era insigne bailadora, de pronto, si lo hacía, bailaba era boleros, no más. Y hasta última hora, si uno se descuidaba, se clavaba sus tragos”.
Además, tiene prendas musicales como el porro ‘A la carga’, de 1946, escrito por el conservador Pacho Galán para el liberal Jorge Eliécer Gaitán, con el fin de impulsar su campaña presidencial... O el álbum ‘Oh, qué será’, de Manuel, el Loco Valdés, el hermano de Ramón Valdés (Don Ramón, el mismo de El Chavo del Ocho) cantando salsa.
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Por muchos años, mi madre también participó en el Encuentro de Melómanos de la Feria de Cali. Hace 3 o 4 años dejó de asistir. Cuando ella asistía se iba bien pulida, mi compañera la acompañaba y más de uno se les pegaba, diciendo que mi mamá era su madrina, con tal de poder estar en esa cita. Ella llegaba con sus discos debajo del brazo y ponía a sonar sus tesoros musicales y contaba anécdotas que vivió o sabía sobre su música y sus cantantes favoritos”.
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