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“Los Cañicultores son ejemplo a nivel mundial en prácticas sostenibles”
Así lo afirmó Martha Cecilia Betancourt Morales, directora de Procaña, quien, en diálogo con El País, explicó el impacto positivo que ha tenido las practicas sostenibles en los territorios donde la caña es sinónimo de vida y progreso.
La agroindustria de la caña mueve la economía del país, con un total de 286.000 empleos, entre directos e indirectos, este sector beneficia a más de 1.2 millones de personas en los territorios de los departamentos de Valle del Cauca, Cauca, Risaralda, Caldas y Quindío.
La Asociación de Productores y Proveedores de Caña de Azúcar (Procaña), ejerce la representación gremial de micro, pequeños, medianos y grandes productores de la caña y promueve la sostenibilidad jurídica, social, ambiental y económica a través de programas de mejoramiento continuo que estimulan la innovación y contribuyen al desarrollo del país.
Una de las principales características de Procaña es su sentido de la responsabilidad social, la organización ha implementado diversos programas en beneficio de la conservación del medio ambiente, la educación, alimentación y desarrollo económico de distintas poblaciones, que en su mayoría son rurales.
De hecho, desde el gremio afirmaron que, si hay algo que caracteriza la agroindustria de la caña en el país, es que es reconocida a nivel internacional por tener la mayor productividad de toneladas de caña por hectárea en el mundo y a su vez, ser ejemplo en prácticas sostenibles en la producción de caña de azúcar.
“Esto se da porque tenemos unas condiciones agroecológicas ideales para la caña, pero adicional de eso, hay una voluntad de los agricultores por invertir en tecnología, infraestructura y capacitación. Nosotros contamos con nuestro centro de investigación Cenicaña, el cual lidera la guía de caña sostenible - Programa Integra, paquete tecnológico en la nube el cual le permite a los agricultores implementar prácticas agrícolas desde el punto de vista económico, técnico ambiental y social. Este proyecto lo iniciamos en el 2016 con 1.200 hectáreas vinculadas y hoy tenemos más de 52.000″, explicó Martha Cecilia Betancourt Morales, directora de Procaña.
Los cultivadores de caña con el apoyo de Cenicaña están comprometidos con manejo adecuado de los recursos hídricos, mediante la adopción de sistemas de riego diferenciales, por goteo, aspersión, ventana y por caudal reducido, entre otros.
Recientemente se han instalado en los cultivos sensores de humedad ubicados a 50 centímetros bajo la tierra el cual envía información vía internet a la plataforma de Cenicaña, una vez procesada manda la información al celular del agricultor para que conozca con precisión el momento y la cantidad de agua que requiere el cultivo.
“La caña es la mejor aliada para mitigar el cambio climático y otra muestra de ello es la incorporación de los residuos de cosecha, los cuales contribuyen con la mejora de las condiciones químicas, físicas y biológicas de nuestros suelos”, aseveró la directora de Procaña.
La ‘Alianza para el Desarrollo Económico, Ambiental y Social’ (Aldeas), tiene como objetivo dinamizar la producción y el acceso de alimentos mediante la conformación de huertas familiares en las poblaciones más vulnerables de ocho territorios priorizados, los cuales son: Zarzal, Bugalagrande, Florida, Pradera, Puerto Tejada, Miranda, Corinto y Guachené.
Las huertas familiares se llevan a cabo mediante la alianza de Procaña, la Fundación Caicedo Gonzáles Riopaila-Castilla y otros actores, como un ejemplo de producción de alimentos y cambio de realidades para las poblaciones rurales más vulnerables de los departamentos de Valle del Cauca y Cauca.
“Nosotros buscamos apoyar a las familias, para que ellas siembren sus propios alimentos en áreas disponibles en sus hogares entre 7 y 50 metros cuadrados y suplir una de las necesidades básicas insatisfechas como es la alimentación. Al día de hoy hemos trabajado con 1659 familias con una inversión cercana a 1700 millones de pesos”, expresa la directora de Procaña, Martha Cecilia Betancourt.
Asimismo, la dirigente gremial explicó que el 70 % de las huertas son manejadas por mujeres que han visto el entusiasmo de sus hijos por participar con el cuidado de las huertas convirtiéndose en un lugar donde la familia aprende y comparte.
“Necesitamos salir adelante como comunidad, mejorar nuestras condiciones de vida, que los niños tengan un mejor futuro, familias mejores alimentados y más oportunidades para trabajar, pero lastimosamente acá no contamos con muchas ayudas del Estado”, afirmó Clemencia, madre cabeza de hogar y habitante del corregimiento Chococito, Florida, Valle.
Dentro de los logros del programa se encuentran las 3041 toneladas de alimentos agrícolas producidos, más de 400 escuelas de campo realizadas, 436 visitas de asistencia técnica personalizada, 822 participantes del proyecto han realizado una formación en Prevención de la Violencia de Género, 221 miembros de las familias han sido certificados por el Sena en Agroecología y 637 personas han sido certificadas en Manejo Exitoso del Dinero.
“A nosotros nos gusta trabajar con el programa Aldeas, porque a diferencia de otras organizaciones que llegan acá, vemos un proceso a largo plazo en el que nos quieren acompañar no solo vienen por la firma y la foto, sino que realmente les importamos para nosotros es muy valioso no hay como consumir los alimentos que uno mismo ha sembrado y cuidado con tanto esfuerzo”, dijo Jader, de El Guayabo, Bugalagrande.
De hecho, una de las características que ha tomado el proyecto con el transcurso del tiempo y que llena de orgullo a Procaña y sus Aliados es el sistema de trueque que se ha generado en las distintas poblaciones en las que ha llegado Aldeas, pues muchas de madres cabezas de familia intercambian cultivos para tener variedad y mejorar la alimentación.
“Contar con mejores alimentos en nuestros hogares es una bendición. El poder acercarse al patio de la casa y sacar de ahí las verduras, hierbas y frutas para nuestras comidas es una felicidad para nosotros y más para muchas mujeres que cuidamos de nuestras familias, terminamos ayudándonos entre todas”, contó María Ángela, madre cabeza de hogar del corregimiento de El Guayabo.
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