CAUCA
Arzobispo de Popayán insiste en diálogo entre Gobierno e indígenas tras masacre en Tacueyó
Tras la masacre de Tacueyó, el arzobispo de Popayán, monseñor Luis Rueda, dice que dialogando se le puede ganar a los violentos.
Luego de la peregrinación el lunes a Tacueyó, donde la semana pasada hubo una masacre de cinco indígenas, el arzobispo de Popayán, monseñor Luis José Rueda Aparicio, ganó protagonismo en la escena pública por su postura de defender la vida por encima de credos políticos o étnicos.
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“Teníamos que dar ejemplo de reconciliación, de entendimiento para detener las agresiones, y como hijos de Dios, debíamos estar con los hermanos indígenas”, dice este representante de la iglesia católica al dar las razones que determinaron adelantar esta actividad humanitaria en el norte del Cauca.
¿Por qué apostarle a la vida ante la ola de violencia en el norte del Cauca?
El tema de la vida es central en el mensaje de Jesucristo, el punto base del reino de Dios y el pilar central en la acción de la iglesia. La vida es la base de todo, si la defendemos, desde el vientre materno hasta la ancianidad, en todas las etapas, si luchamos por la existencia de los indígenas, afros, líderes, estudiantes, campesinos, policías, soldados, periodistas, profesores, sacerdotes, entonces apuntamos a lo fundamental. Por eso es necesario, en medio del conflicto, levantar la voz en defensa de la existencia humana.
Se sentó un precedente al dialogar entre autoridades religiosas y nativas para buscarle una solución a dicho fenómeno, ¿por qué hizo esto?
El diálogo con los indígenas ha sido una transversal en nuestra pastoral y evangelización. Los obispos del Pacífico colombiano, del Suroccidente, y la misma Conferencia Episcopal, tienen un servicio pastoral social, que abarca hasta la atención a los pueblos nativos.
La Arquidiócesis de Cali lideró el evento, ¿pero por qué usted entró a coliderar dicha actividad como arzobispo de Popayán?
Desde hace varios años, los obispos de la jurisdicción del Pacífico, es decir, desde el golfo de Urabá, todo el Chocó, Valle, Cauca y Nariño, adelantamos una labor unificada, la cual apunta a la solución de problemas comunes para esta región, por eso como iglesia emprendimos actividades para solucionarlos.
¿Esta peregrinación fue una apuesta para evitar un genocidio indígena?
La peregrinación a Tacueyó fue, originalmente, una propuesta de monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali. Mi idea era hacer una campaña en todo el país de tres minutos por la vida, pero ambas propuestas se unieron y se complementaron. Esto tenía varios mensajes. Uno, defendamos la vida, pero también una denuncia de que la existencia está herida. De paso un llamado sobre que los indígenas no están solos, ellos son nuestros hermanos, no los podemos abandonar. También dejar claro de que podemos entrar a esos territorios, que eso era necesario hacerlo para dialogar con ellos en sus espacios de vida y de trabajo.
Pero la actividad fue más allá y se adelantó una jornada similar en el Pacífico, ¿por qué estar en esos territorios apartados del Cauca?
La iglesia siempre ha estado en esos lugares, es una propuesta de cercanía con las comunidades, de amor y compromiso hacia ellas, de martirio. No olvidemos a monseñor Isaías Duarte Cancino, arzobispo de Cali asesinado por el narcotráfico y por las mafias, él estaba en las periferias, vivía el sufrimiento de los caleños, de los vallecaucanos, entonces la familia católica sigue por ese camino y siempre lo hará de esta manera.
¿Como persona que recorre territorios, cómo se está viviendo el post- acuerdo en una región como Cauca?
Lo que sucedió en La Habana, Cuba, fue una experiencia maravillosa, de encontrar soluciones, de mirar el país de otra manera, pero han pasado los días, las semanas y esa paz parece muy frágil, por eso es necesario que actuemos a tiempo y las acciones que estamos realizando es para dejar claro el mensaje de que no hay que retroceder, de que avancemos y construyamos hacia el futuro. De ahí que todos tengamos algo que contribuir a la reconciliación del país porque no queremos volver a la pesadilla de la guerra, que nos azotó por cincuenta años en nuestros territorios y que desangró al Cauca.
¿Qué amenazas enfrentan las comunidades en la actualidad?
Puedo mencionar tres de las muchas que se pueden presentar hacia nuestras comunidades. Una de ella es la polarización, donde se le da prioridad a las ideologías y no al ser humano. La segunda es el narcotráfico, el cual se nos mete en distintas formas y nos hace creer que teniendo dinero, alcanzamos todo. Otro riesgo es que pensamos siempre que el Estado siempre nos debe dar solución a todo, somos paternalistas, hace falta gestar desde las bases, por eso hay que organizarnos para avanzar con nuestras comunidades.
¿Qué falló en el Cauca que permitió que el narcotráfico prosperara?
Yo no diría qué falló en el Cauca al responder la pregunta. Tal vez tendríamos que ampliar el panorama y preguntarnos qué es lo que está fallando en el mundo, nos falta una postura global, coherente de las grandes potencias, de los consumidores, de aquellos que trafican con armas, que miren que esas ganancias que obtienen, muchas de ellas en Europa o Estados Unidos, generan los muertos en el Cauca, creo que falta una unidad internacional para una respuesta global.
¿Sintió miedo al ir a una zona donde se presentó una masacre?
Eso siempre está presente en todos y está bien distribuido por igual, a cada uno nos tocó una buena dosis de miedo. Ese día, alguien se nos acercó y nos dijo en Caloto que no fuéramos, no entráramos y que iban a atentar contra nosotros. Tras esto, oramos un momento, nos confesamos y nos preparamos porque realmente sabemos que estamos expuestos todos los días al riesgo, pero con la certeza de que recibimos la compañía del señor y nada nos podrá separar del amor de Cristo que habita en cada uno de nosotros y de las comunidades.
Existe la posición de sectores sociales, entre ellos el indígena, de no hablar más con el Gobierno, ¿usted como líder religioso qué mensaje da frente a esa realidad?
Estoy convencido del gran valor transformador del diálogo, que significa escucharnos, hacer silencio para valorar al otro, respetarlo y no imponer lo que nosotros pensamos y esa es la apuesta. Yo invito, tanto a indígenas como al Estado, al Gobierno y a todos los actores para que le apuesten al diálogo, no se pierde nada y podemos ganar todo.
¿Cómo puede la Fuerza Pública ganarse la confianza de las autoridades indígenas y viceversa?
La confianza entre los distintos actores en los territorios, entre ellos la Fuerza Pública y las autoridades indígenas, se va logrando día a día, con actitudes serenas, sinceras, honestas, leales, con mucha responsabilidad y acciones concretas que van demostrando, en la cotidianidad, que nos respetamos como seres humanos, que nunca abusamos del poder y estamos dispuestos a escuchar al otro sobre los reclamos, las quejas para respetar los derechos humanos, conocer a fondo las culturas para acompañarlas de las mejor manera posible.