Judicial
Así es la vida y el drama de dos familias vallecaucanas después del feminicidio de sus madres o hijas; piden justicia
En Cali, la muerte de mujeres no para. Hasta el 8 de septiembre de este año se registraron 42 homicidios, 9 de los cuales son feminicidios. Familiares piden judicializar a responsables.
Catalina Agudelo Carabalí tenía 22 años, era técnica veterinaria y vivía en Terrón Colorado, en el occidente de Cali. Soñaba con tener una finca donde recoger los animales abandonados en la calle, amaba ir al gimnasio, viajar, ¡vivir!
Sin embargo, el pasado 4 de abril, al parecer su compañero sentimental la asesinó, dejando completamente desolada a su familia, que aún no se resigna a su pérdida y todos los días espera verla llegar así, como era ella, alegre, sonriente.
“Catalina era una alegría, decía y hacía cosas y todo el mundo se reía, siempre fue muy alegre. Tenía dos perritos, Ghost y Kenia, los cuales aún la lloran, la extrañan, igual que nosotros, que seguimos esperando que ella llegue”, dice su prima Vanessa quien era en realidad como su hermanita mayor.
Todo lo hacían juntas, por eso, esa noche, cuando la llamó para ver si iban a ir al gimnasio y ella no contestó, le pareció muy extraño. A medianoche volvió a escribirle, pero tampoco obtuvo respuesta.
Hacia las 7:00 de la mañana, del día 5 de abril, al ver que no llegaba al taller de confección en el que trabajaba con su mamá, decidieron ir a buscarla. Cuando llegaron al apartamento donde vivía la pareja, el aullido de los perros les anunció que algo no estaba bien. Y así fue.
Al ingresar, encontraron manchas de sangre en la pared y el cuerpo de la joven tendido sobre la cama, tenía heridas en la cabeza, un buzo amarillo amarrado alrededor de su cuello, hematomas en la cara y había perdido un ojo.
Hoy cuando ya han pasado cinco meses de su muerte, la familia dice que no tiene el dictamen de Medicina Legal para saber exactamente cuál fue la causa de su deceso.
Asimismo, y pese a que el presunto feminicida se encuentra en poder de las autoridades, aunque inicialmente fue dejado en libertad por falta de pruebas, temen que no se haga justicia. Reclaman que pague por lo que le hizo a la niña.
Por su parte, Karime Agudelo, prima de Catalina, dice que “hace cinco meses que sucedió lo de mi prima y la vida para mí y toda la familia cambió radicalmente, tanto emocional como físicamente; mejor dicho, nos arrebataron la mitad de la vida. Por eso, lo que nosotros pedimos, rogamos y suplicamos, es que se haga justicia por Catalina, una niña buena, de su casa, respetuosa, que creía en Dios y amante de los animales. Lo único que pedimos es que este caso no quede impune y que a otras mujeres no les pase lo mismo”.
En Cali, el crimen de mujeres no para. Hasta el 8 de septiembre de 2024, en la capital vallecaucana se registraron 42 homicidios, 9 de los cuales son feminicidios.
Entre tanto, Según el Observatorio de Género de la Gobernación del Valle, en el departamento van 79 homicidios y 18 feminicidios, 7 más que el año pasado cuando se presentaron 11 casos para un incremento del 64%.
“Es algo que nos marcó”
Para José Céspedes, hermano de Luz Enith Céspedes, madre de dos niños de 10 y 3 años, asesinada el pasado 26 de diciembre en zona rural de Dagua y cuyo cuerpo fue encontrado empalado, con múltiples fracturas y señales de abuso sexual, las cosas tampoco han vuelto a ser igual desde que se presentó este terrible suceso en sus vidas.
“Mi hermana vivía en el kilómetro 30 al igual que mis padres. Ella vivía sola, con sus dos hijos y trabajaba en oficios varios. Era muy reservada en su vida privada, la última vez que la miramos fue el 25 de diciembre, llegó en la mañana y hacia las 5:30 de la tarde dijo que dejaba a los niños y salió”, recuerda su hermano con mucho dolor.
El 26 de diciembre y los días siguientes, recorrieron las calles, pusieron avisos y anunciaron en todas las redes sociales la desaparición de Luz Enith. También acudieron a la Policía, pero solo hasta el 31 de diciembre, hacia las 6:30 de la tarde, una persona dio aviso del hallazgo de un cuerpo a orillas de la carretera, en el kilómetro 34, vía El Queremal, a solo tres kilómetros de la casa de la joven.
“Cuando llegamos mis dos hermanos, mi papá y yo, la pudimos reconocer por la ropa y los tatuajes, su cara ya había sido comida por los animales. La Policía no quiso hacer el levantamiento porque era zona roja, nos tocó pagar a una funeraria particular, y mientras todo el mundo en el Treinta celebraba la llegada de un nuevo año, nosotros nos enfrentábamos a lo peor que habíamos vivido, algo que nos marcó para siempre”, cuenta José.
La vida para sus pequeños sobrinos tampoco volvió a ser igual. El niño tuvo muchos problemas en la escuela y gracias a que lo inscribieron a patinaje ha tenido una mejor reacción, pero conserva en su cuarto la foto de su madre, mientras la niña, de 3 años, grita y llora en la noches pronunciando su nombre.
“Aún la espera”, dice José quien asegura que en este proceso tan doloroso los han dejado solos.
“Aunque la Policía tiene un vídeo en el que se ve a dos hombres en una moto con mi hermana y tienen el número de la placa, en estos nueve meses no ha pasado nada con la investigación. Mi papá baja seguido al pueblo a preguntar, pero no hay respuestas. Uno tiene que tener dinero en esta vida para que las cosas fluyan”, afirma José, quien manda un mensaje a todas las autoridades, a la Alcaldía de Dagua y a la Gobernación del Valle, para que den con los responsables del atroz crimen de su hermana, quien el pasado 16 de agosto cumpliría 28 años de edad.
¿Por qué no bajan los feminicidios?
Para Claudia Katerine Palacios, psicóloga y activista de la Juntanza Feminista y Disidencias Sexuales de Cali, “vivimos en un sistema patriarcal que instaura unas prácticas mentales, educativas, sociales, relacionales y emocionales, desde la violencia. El machismo es el resultado del patriarcado. La única manera de derrumbar esto es desde el sistema educativo tanto familiar, social, cultural como pedagógico. Podrá haber campañas, rutas, leyes, pero se requiere una mirada más profunda para que las mujeres dejemos de ser víctimas por el hecho de ser mujeres”.