Judicial
Cali, ¿un centro de acopio de drogas del suroccidente? Estas son las nuevas modalidades para ocultar los estupefacientes
Este año han sido desmantelados dos complejos de estupefacientes en la ciudad, desde los cuales se distribuían marihuana y cocaína a expendios locales y otras regiones del país. Nuevas modalidades.

El pasado 3 de febrero, después de varios meses de investigación, las autoridades desmantelaron un complejo de estupefacientes en el barrio La Isla, Comuna 4, al norte de Cali, donde los delincuentes habían construido una especie de narco búnker para evadir el cerco policial. Allí almacenaban la droga, que luego era distribuida a expendios de la ciudad y otras regiones del país.

Los investigadores quedaron sorprendidos cuando, al llegar al lugar, encontraron un callejón, una especie de pasadizo al que le habían colocado una puerta blindada, que, al ser derribada, daba a otra puerta con las mismas características y pestillos de hierro.
Los delincuentes habían construido todo un complejo de sustancias ilegales en tres viviendas, las cuales se conectaban entre sí por un pasadizo, lo que les permitía contar con un centro de acopio para almacenar y distribuir la droga y también rápidamente deshacerse de ella y del dinero, ante una eventual operación policial.
Según explica un investigador de la Policía Metropolitana de Cali, Mecal, los grupos criminales saben que una orden de registro y control se da para un solo inmueble y, al tener varias casas, esto les facilita mover la droga a los otros inmuebles para evadir la acción judicial.
Conocedores de esta estrategia, los investigadores solicitaron cuatro órdenes de allanamiento eludiendo la maniobra de la red de traficantes, lo que les permitió la captura de cuatro personas e impactar la banda ‘La 40′, con operaciones en este barrio desde hace varios años (en el 2023 también se les incautó gran cantidad de estupefacientes).

Además, incautaron 40.000 gramos de marihuana, más de 3000 cigarrillos de marihuana, 560 gramos de bazuco, 175 dosis de cocaína, dinero en efectivo, materiales para la dosificación de la droga y un dron que, al parecer, era utilizado para monitorear la presencia policial en todo el sector.
En el lugar también quedaron al descubierto nuevas modalidades para esconder la droga.
En ese sentido, el investigador indicó que en uno de estos inmuebles había unos montículos de arenas supuestamente para trabajos de construcción y remodelación, pero, al escarbar dentro de ellos, encontraron unos huecos bajo la tierra en los que escondían la droga. “Estos huecos eran tapados con arena para no despertar sospechas”, sostuvo.
Se estima que esta banda comercializaba 2000 dosis diarias de estupefacientes, entre marihuana, cocaína y bazuco, lo que representa unos 150 millones de pesos mensuales, pero también drogas sintéticas como el tusi y hasta medicamentos controlados.
La otra nueva modalidad, agregó la misma fuente, consiste en camuflar la droga dentro de las paredes. Envuelven la sustancia en plástico en forma de bolitas y la amarran con una cuerda, luego la ponen dentro de la pared, por lo general de ladrillo farol, cuya estructura es hueca, como una especie de caleta.

“Cuando la Policía llega al sitio no ve nada porque ellos guardan la cuerda, pero cuando necesitan, jalan la cuerda y de esa manera van sacando la droga sin exponerse demasiado”, indicó.
Dijo también que el pasadizo comunicaba con el río Cali, el cual funcionaba como una salida de emergencia frente a un allanamiento.
“Ante la llegada de la Policía, buscan llegar al río para arrojar la droga, el dinero y hasta ellos mismos se botan al agua, porque saben que toda la droga y el dinero van a ser incautados”, subrayó.
Por eso, las autoridades no descartan que, además de utilizar rutas terrestres, los narcotraficantes estén transportando la droga vía fluvial, especialmente por el río Cauca.

Cabe anotar que un mes después de desmantelar este complejo, fue hallada otra casa que también funcionaba como centro de acopio de alucinógenos en el barrio Villanueva, al oriente de la ciudad. En este sitio se realizaba el proceso de dosificación y distribución a líneas de expendio en Cali y los departamentos de Antioquia, Cundinamarca y Quindío, según la Mecal.
Allí incautaron 520 paquetes que contenían unos 260.000 gramos de marihuana y se presume que el cargamento provenía del Cauca, y que dejaba ganancias por al menos 500 millones de pesos.
¿De dónde viene la droga?
La marihuana y la cocaína provienen del Cauca. La primera, de los municipios del norte, como Corinto, Miranda y Tacueyó, mientras la cocaína es traída del Cañón del Micay; la almacenan en estos centros de acopio que funcionan de manera temporal, dada la presión de las autoridades, y de ahí la distribuyen a expendios locales y a Cundinamarca, Medellín, Buenaventura, y el Eje Cafetero.

En Cali la reciben grupos de crimen organizado que son los que se encargan de la distribución y la comercialización. La producción estaría a cargo de grupos al margen de la ley, al parecer disidencias de las Farc.
Los expendios han sido identificados en barrios de la Comuna 12 como El Rodeo; Sucre y Guayaquil, en la Comuna 9; está Santa Elena, en la Comuna 10 y en la Comuna 14 también se han focalizado varios sectores.
¿Por qué Cali?
Para Iván Carvajal, consultor en seguridad pública e inteligencia estratégica, Cali siempre ha tenido una importancia geoestratégica en el suroccidente colombiano: es un cruce de caminos, es la ciudad núcleo del Pacífico colombiano y funciona como una ciudad ancla. En ella se asientan las personas, las costumbres y el comercio. Por tal razón, se vuelve un centro de negocios para las estructuras legales, pero también ilegales, de todo el suroccidente colombiano: Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, incluso Huila, Caquetá y Putumayo.
Dijo también que los centros de acopio no son un tema nuevo en la ciudad, aunque se ha agravado, pero con una connotación importante: “La acción de la Fuerza Pública ha hecho que estos centros se empiecen a mover, volviéndose más vulnerables y visibles a la investigación criminal”, enfatizó.
Comentó que el río Cauca tradicionalmente ha sido una ruta de transporte de la marihuana que viene del norte del Cauca, mucha de la cual también se transporta por la Vía Panamericana al norte y sur del país.
“Tradicionalmente se habían utilizado puertos sobre el río Cauca, en Cali, donde había desembarque y centros de acopio como Pízamos 1, 2, y 3; Puerto Mallarino, y más arriba, Alfonso López, pero con los patrullajes en lancha se tienen que mover, lo que permite que se detecten mucho más rápido por parte de la Policía y el Ejército”, puntualizó.

Willy Valdivia Granda, director de investigación de la empresa de seguridad nacional, OIB, sostuvo por su parte que “Cali se ha convertido en un epicentro del crimen organizado en Colombia, con un crecimiento alarmante en el tráfico de drogas, armas y la expansión de redes criminales transnacionales. Su ubicación estratégica, conectada con Buenaventura, el norte del Valle y Ecuador, la ha convertido en un punto clave para la producción, acopio y exportación de cocaína, marihuana y drogas sintéticas”
Agregó que el auge de sustancias como el Tusi (2C-B) y el fentanilo ha llevado a la aparición de laboratorios clandestinos en alrededores de Cali, donde operan organizaciones como Los Puppy Narcos.
“El asesinato en Cali de Antonio Benjamín Camacho Pacheco, alias “Ben 10″, líder de la banda ecuatoriana Chone Killers, es una señal clara de la infiltración de estructuras criminales extranjeras en la ciudad y su conexión con mercados ilegales de armas y drogas”, enfatizó el experto.

Valdivia anotó que la crisis social en Cali se ve agravada por una tasa de desempleo juvenil del 16,4%, que ha dejado a más de 90,000 jóvenes sin empleo. “La falta de oportunidades ha permitido el crecimiento de pandillas que reclutan jóvenes en barrios como Manuela Beltrán y Siloé, ofreciéndoles dinero y protección a cambio de involucrarse en el narcotráfico y el sicariato”.
Estas pandillas han evolucionado, dejando de ser simples grupos barriales para convertirse en estructuras criminales organizadas con acceso a armamento pesado y vínculos con carteles internacionales, puntualizó.
Cifras exorbitantes
Las cifras que deja la venta de estupefacientes en la ciudad son “exorbitantes”, señalan los investigadores.
De la incautación que se realizó en el barrio Villanueva se pueden sacar fácilmente unas 500 mil dosis, y cada dosis vale $ 2000 en el mercado local. “Multipliquemos, y eso da una cifra exorbitante, pero es algo mínimo para lo que se les puede encontrar o lo que puede estar ingresando a la ciudad”, sostuvo un uniformado.
En Cali lo que más se vende es la marihuana. Una dosis puede costar 2000 pesos o hasta más, dependiendo del estrato del sector.
Lo mismo sucede con la cocaína. En el centro, un gramo puede valer entre 5000 o 10.000 pesos, pero en la zona rosa o barrios de estrato alto el precio puede oscilar entre 10 y 15 mil pesos. “Todo depende de la capacidad de compra del consumidor”, dijo.
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