Judicial
“En Potrerito anda gente rara y nosotros vivimos con zozobra”: los habitantes del corregimiento no se han recuperado del atentado
El miedo reina entre los habitantes de este corregimiento de Jamundí, una semana después del carro bomba.
Las heridas en el rostro de doña Carmen, una mujer de 67 años que vive a cuatro casas de la Subestación de Policía de Potrerito, todavía no han sanado. Desde lejos se le ven los puntos que tiene en su mejilla, en la frente, a un lado de su ceja y en el pecho. Sin embargo, agradece a Dios porque dice que, a pesar de que su casa quedó destruida, ella y sus familiares siguen con vida.
Este viernes se cumplió una semana de la explosión de un carro bomba, activado por la disidencia Jaime Martínez de las Farc en el pequeño corregimiento de Potrerito, a solo 12 minutos en carro del casco urbano de Jamundí, en el sur del Valle del Cauca.
Allí la presencia de uniformados de la Policía es constante: están a bordo de sus motocicletas, patrullando las vías y en los tradicionales restaurantes campestres que hay en el sector. Sin embargo, el miedo de los pobladores de la zona es evidente: “Desde que ocurrió la explosión no hemos podido dormir. La zozobra sigue”, dicen.
“Necesitamos que se mejore la seguridad porque por aquí en Potrerito anda gente rara y nosotros sabemos que no viven en el pueblo. Hace dos días, en el parque principal, vi a dos señores raros que andaban en una moto grande. Ambos eran blancos y andaban en botas”, denuncia una mujer que vive a aproximadamente a 100 metros de la subestación de Policía y pide reservar su identidad.
Con el testimonio de esta mujer coincide Yuli, quien el día de la explosión se encontraba en su habitación y el techo le cayó encima. Dice que apenas está saliendo del aturdimiento, pero aún tiene heridas en sus rodillas.
“Los policías no mantienen pendientes. Hay gente que viene a tomar fotos, videos y nosotros no sabemos esas personas de dónde son, por qué vienen o quién los mandó”.
Prueba de ello es que mientras El País recorrió la zona en la mañana de este viernes 29 de septiembre, dos hombres manejaban un dron en inmediaciones de la estación de Policía y, según el testimonio de los vecinos, nadie les preguntó qué estaban haciendo.
Eso sí, Yuli reconoce que las ayudas que la Alcaldía de Jamundí y la Gobernación del Valle prometieron entregar, sí han llegado: “Nos dieron subsidio de arriendo y desde la Gobernación del Valle enviaron un mercado para cada uno de los afectados”.
“Le doy gracias a Dios porque nos salvó a todos. En especial a nosotros, ya que el carro explotó frente a nuestras casas. Sin embargo, quedé con la zozobra y el miedo de que algo similar vuelva a ocurrir”, confesó otra mujer, quien dice haberse salvado de milagro ya que su vivienda está ubicada a 5 casas de donde se encontraban los uniformados.
“Tengo la costumbre de echarle agua al jardín, pero ese día me regresé por la escoba y, cuando cerré la puerta, sentí el ruido del carro que se estrelló. Quedé paralizada, no sabía qué hacer y me dijeron que era un carro bomba”, recordó.
El relato continúo: “Alcancé a salvar a cinco mascotas que no perdieron la vida, pero están con heridas todavía. Entre el accidente del vehículo y la explosión de este pasaron aproximadamente 10 minutos y por eso nos alcanzamos a refugiar”.
Piden traslado de la Subestación de Policía
“Nos gustaría que trasladen la Policía a una zona del pueblo que no esté tan habitada. Sabemos que los policías son humanos igual que nosotros, pero si los alejan del casco urbano sería mucho mejor para que no nos afecte a nosotros. Así estaremos más tranquilos”, pidió una de las afectadas por el carro bomba.
En medio de su convalecencia, doña Carmen insistió en lo mismo: “Yo creo que todos los vecinos quieren que retiren la estación de policía de allí. Ya van cuatro veces que han ocurrido ataques, aunque el de la semana pasada fue el más duro. Nosotros los pobres siempre somos los más afectados, ellos, los policías, no”.
Y contó: “Yo llegué aquí de 17 años y actualmente tengo 68. Antes era muy calmado y habían pocas casas, pero ahora es que se ha desatado toda esta violencia. El día de la explosión me levanté, hice el tinto, le di comida a las gallinas y mi hija me llamó a decirme que había un carro allí. Recuerdo que faltaban cinco minutos para las 8:00 a.m. cuando explotó”.
La intervención de la mujer finalizó con un pedido contundente al Estado: “Producto del ataque se cayó toda la casa, no tenemos nada. Yo espero que el Gobierno Nacional me arreglé mi vivienda porque yo trabajé mucho para construir mi casa y que de un momento a otro pase esto, no es justo”.