COLOMBIA
Identificación de las víctimas, el otro drama que deja el atentado en Bogotá
Solo 4 cuerpos fueron identificados hasta ayer. Para las otras víctimas hay que hacer prueba de ADN.
La cadete ecuatoriana Érika Chico Vallejo y los Cristian Camilo Maquilón Martínez, de Antioquia; Stiven Ronaldo Prada, de Tolima, e Iván René Muñoz Parra, de Santander, son las únicas víctimas identificadas luego del atentado terrorista contra la Escuela de Cadetes General Santander.
Los otros 17 cuerpos tendrán que esperar el dispendioso proceso de identificación a través de ADN, según informó el director de la Policía Nacional, Óscar Atehortúa Duque, quien precisó que el análisis se realizará con base en muestras de los familiares ya contactados.
La decisión se tomó debido al estado en el que se encuentran los cadáveres, que en algunos casos quedaron irreconocibles por el impacto de la onda explosiva del carrobomba atribuido por las autoridades al Ejército de Liberación Nacional, ELN.
El general Atehortúa explicó que se hizo una “transversalidad” en los listados con las personas que están en la Escuela, de los heridos, la valoración de las personas particulares que visitaron la entidad y el personal que trabaja en el campo administrativo.
“Pudimos advertir, al hacer este listado, que hay 20 personas inicialmente desaparecidas que ya podemos decir que son el total de alumnos fallecidos. Son 21 cadáveres, pero no todos los cuerpos podrán ser encontrados, teniendo en cuenta el impacto que produce una explosión de este talante”, dijo Atehortúa.
Así mismo resaltó que la rápida identificación del cuerpo de la cadete ecuatoriana, que se produjo pocas horas después de ocurrido el ataque, se dio gracias a la indumentaria y los elementos que portaba, que confirmaron de quién se trataba.
Con respecto a la identificación de los otros tres cadetes, el Director de la Policía detalló que fueron personas ingresadas a centros de atención médica tras la explosión con afectaciones por quemaduras.
“Era muy importante no dar información con incertidumbre y por eso esperé puntualmente para entregar los datos. Tras esto, pedimos que todas las familias de las víctimas se convocaran a la Escuela General Santander para iniciar con el proceso de tomar las pruebas de ADN y así tener certeza de su identidad para cumplir con los actos protocolarios y las honras fúnebres”, indicó el oficial.
También precisó que ya hay 13 pruebas de los 20 fallecidos. Del total de las víctimas, 19 familiares acudieron a la institución y solamente falta el padre de uno de estos cadetes que por la distancia del lugar donde residía hasta ayer no llegaba a Bogotá.
El gobernador de Nariño, Camilo Romero, mencionó que dos de los cadetes fallecidos son de esa región: Cristian Fabián Gonzáles Portilla y Carlos Daniel Campaña.
“Desde ayer nos negábamos a que dos de nuestros muchachos, hijos de Nariño, estuvieran entre las víctimas mortales del ataque que nos conmueve como país. Hablé con sus madres y sentí el dolor en carne propia. Hay luto en el Gran Sur”, señaló Romero.
Entre las víctimas mortales también se habla del cadete antioqueño Juan Esteban Marulanda Orozco, del vallecaucano Luis Alfonso Mosquera y del tolimense Allan Paul Bayona. Sin embargo, el Gobierno Nacional aún no hace oficial la identidad de estos uniformados.
¿Y el proceso?
En menos de 48 horas no será posible tener resultados de las pruebas de ADN, al menos, aquí en Colombia. Así lo advierte Ximena Castro Florez, experta en Genética Médica y estudiante de Doctorado en Ciencias Biomédicas de la Universidad del Valle.
Castro precisa que, de acuerdo con su conocimiento en el tema y por el estado en el que quedaron los cadáveres, hay dos alternativas de pruebas: microsatélite o ADN mitocondrial.
En los microsatélite, indica, se buscan secuencias de ADN en las que un fragmento (cuyo tamaño va desde dos hasta seis pares de bases) se repite de manera consecutiva. Sin embargo, estos exámenes para los 21 cuerpos alcanzarían un costo cercano a los mil millones de pesos.
Dice que para ello se requiere, preferiblemente, sangre del corazón para poder hacer análisis de calidad y tomar cada una de las partes obtenidas para identificar si corresponden al mismo cadáver.
El ADN mitocondrial, entre tanto, es un material genético de las mitocondrias, los elementos de la célula que generan energía para la misma. Sin embargo, este tipo de prueba es más usada para establecer enfermedades hereditarias o para confirmar vínculo parental o familiar.
Cuando un cadáver está calcinado no se puede usar identificación por carta dental o dactiloscópica. Sí se puede usar hueso, pero este no arroja resultados óptimos.
Diego seguía el ejemplo de su papá
Diego Fernando Pérez. 22 años. Tuluá (Valle del Cauca).
Este joven, al culminar su bachillerato en la Institución Educativa Corazón del Valle, prestó su servicio militar como auxiliar de Policía en el Segundo Distrito en Tuluá y luego hizo todo el proceso para ingresar a la Escuela de Cadetes General Santander.
El ejemplo lo tenía en casa, ya que su papá es pensionado de la institución.
Según Jhoan Palacio, amigo de infancia, Diego Fernando era muy inteligente y desde muy joven soñaba con ser oficial de la Policía Nacional.
“Hace una semana, Diego Fernando, quien llevaba dos años en la institución, había regresado a Bogotá para continuar sus estudios superiores después de haber pasado la Navidad junto con su familia”, que reside en el barrio San Antonio, Tuluá, según indicó el amigo de la víctima. Sus padres aún no reconocen la pérdida.
Risaralda también llora
Dos risaraldenses perdieron la vida en el atentado contra la Escuela de Cadetes General Santander.
Uno, pereirano, de 20 años: Diego Alejandro Molina Peláez. (foto) El otro, de 21 años: Juan David Rodas Agudelo, que nació en el municipio de Belén de Umbría.
Aunque todavía se practican pruebas de ADN para confirmar su identidad, Jhon Diego Molina, exsecretario de Gobierno de Pereira y padre del cadete Diego Alejandro, contó que su desespero fue total cuando lo contactó la Dirección General de la Policía para informarle que posiblemente su hijo sería una de las víctimas del atentado.
Diego Alejandro llevaba dos años en este centro de estudios e iba a ser condecorado en la Guardia de honor de la Escuela de Cadetes.
Juan David hace un año se había radicado en Bogotá, para cumplir su sueño de ser miembro de la Policía. Era egresado del Colegio Nuestra Señora del Rosario, de Pereira.
Pasión de familia
Cristian González Portilla tenía 19 años y era el primo del comandante de una estación de Policía de Palmira, capitán Alexánder Bravo.
Nació en el corregimiento Arrayanes, de Caldera, Nariño, donde terminó sus estudios.
La muerte del muchacho fue confirmada ayer por el gobernador de Nariño, Camilo Romero, quien dijo que habló con la madre de González para corroborar la información.
Durante un acto organizado ayer por la Alcaldía de Palmira, el capitán Bravo recordó al cadete como un joven emprendedor y alegre: “Pertenecía a la élite de la Policía en la disciplina de tiro. Le encantaba el teatro, la música y el fútbol”.
Cristian llegó a la institución siguiendo el ejemplo de la familia, pues diez de los integrantes portan el uniforme: “Tenía entre sus principios la honestidad, la responsabilidad y la familia ante todo, así como mucha fe”, reveló el capitán Bravo.
El atleta tolimense
Allan Paul Bayona, de 22 años, nació en San Luis (Tolima).
Hace 18 meses había llegado a la Escuela de Policía General Santander donde adelantaba su curso para convertirse en oficial de la institución.
Bayona antes de ingresar a la Escuela adelantó un curso de formación en contabilidad y finanzas en el Sena. Además se destacó por sus logros deportivos en el atletismo.
Su especialidad eran las competencias de 800 y 1500 metros. En la actualidad hacía parte del equipo de las Fuerzas Armadas. “Allan toda la vida estuvo con nosotros, desde categoría infantil. Su profesor en San Luis fue Edison Castillo. Conmigo trabajó el último año en Ibagué, antes de ingresar a la Escuela de la Policía”, cuenta Nelson Enrique Barragán, entrenador de la Liga de Atletismo de Tolima, quien se solidarizó con las familias y compañeros de los demás atletas y personas fallecidas.
Quería ser carabinero
Juan Esteban Marulanda Orozco nació en Medellín hace 19 años y llegó a la Escuela General Santander el 5 de junio de 2017 para seguir los pasos de su padre. Era campeón en equitación y quería ser carabinero como su papá, el sargento mayor (r) de la Policía, Francisco Marulanda.
“Hoy el atentado cobarde de Bogotá le quitó la vida a un gran amigo de infancia que quería ser policía y estaba formándose para cumplir su sueño, que descanses en paz Juan Esteban, te vamos a tener en nuestros corazones”, dice uno de los mensajes.
En otro mensaje de Twitter se puede leer: “Dios hoy abre las puertas a estos seres que entregaron su vida por un país... que en paz descanses Juanes y gracias porque a pesar de tu corta vida dejas muchas enseñanzas y gratos recuerdos”, dicen de Juan, quien era hincha del Atlético Nacional.
Conmoción en el Gran Sur
Carlos Daniel Campaña Huertas cursaba estudios como oficial en la Escuela de Cadetes General Santander, y tenía 19 años.
Nació en el municipio de Puerres, a poco más de una hora de Pasto, la capital nariñense.
“No se muere quien se va, se muere quien se olvida. QEPD. Sentido pésame a su familia”, es uno de los mensajes con que recuerdan a Campaña en redes sociales.
A las muestras de condolencias con la familia se sumaron dirigentes como la concejala de ese municipio Anaidu Arteaga, quien expresó “un dolor inmenso. Todo nuestro repudio contra este acto atroz y toda la solidaridad con la familia”.
El cuerpo de Campaña Huertas está siendo sometido a pruebas de AND para corroborar que sí se trata del muchacho nariñense.
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