SEGURIDAD
Juego con disparos desde un balcón revive el debate en Cali por las balas perdidas
El 6 de enero pasado un grupo de personas hizo varios disparos desde el balcón de un apartamento. Expertos en balístima indican que las probabilidades de morir por una bala perdida son altas.
El pasado 21 de noviembre, cuando se llevó a cabo el paro nacional y el toque de queda nocturno en Cali, dejó ver una realidad que atemoriza. Muchas personas poseen todo tipo de armas de fuego ocultas en sus casas y apartamentos y algunas no tienen ningún recato en usarlas, así sea con disparos al aire, una práctica peligrosa y condenable.
Así se observó aquel día, cuando se difundió falsamente que grupos de delincuentes intentaban ingresar por la fuerza a varios condominios de la ciudad. Algunos residentes las usaron para espantar a los supuestos antisociales. Por fortuna nadie salió herido.
Esa realidad sobre la presencia de armas de fuego en las viviendas se hizo nuevamente palpable el pasado 6 de enero, cuando un grupo de personas hizo varios disparos desde el balcón de un apartamento ubicado en una unidad residencial al sur de la ciudad.
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El hecho -que fue grabado en video por los propios protagonistas- causó indignación entre la ciudadanía por el alto riesgo que representa esa conducta que en el pasado ha causado muertes por culpa de las balas perdidas.
Según la Tercera Brigada del Ejército, en la capital del Valle del Cauca hay unas 7500 armas legales, 6000 con salvoconducto para el porte y 1500 con permiso de tenencia.
Frente a lo sucedido, el general Manuel Antonio Vásquez, comandante de la Policía de Cali, dijo que “como ya contamos con una evidencia, daremos origen a un proceso judicial para establecer las responsabilidades desde lo penal”.
Por ahora, a los propietarios del inmueble se les impuso una multa tipo II, por $261.504, sin contar otra sanción económica que la administración del conjunto les hizo por infringir el manual de convivencia.
Pero esa ‘gracia’ podría salirles más cara, ya que el caso quedará en manos de un juez para comprobar el uso y tipo de arma utilizada.
Esa conducta, que está tipificada en el Código Nacional de Policía, podría significar entre uno y cinco años de cárcel para los responsables. Si hay lesionados, la pena podría ser hasta de 10 años.
Cifras de miedo
Durante el 2018, un total de 170 personas fueron víctimas de balas perdidas en Colombia. Cali, Medellín, Barranquilla, Bogotá y Cartagena fueron en ese orden, las capitales más afectadas por este fenómeno.
De ellos, 69 casos fueron fatales, según el Instituto de Medicina Legal.
Por su parte, el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), recordó que solo en el 2017 perdieron la vida 17 personas por ese tipo de incidentes con balas perdidas.
Cabe recordar que el caso más sonado en el 2019 fue el del cantante y youtuber Fabio Legarda, de 29 años, quien murió en Medellín al ser impactado por una bala perdida cuando viajaba en su carro.
Aunque no hay registros actualizados, se conoce que hubo cuatro muertes y 37 lesionados por ese tipo de proyectiles en Cali en el 2019. En el 2018 fueron 22 casos. Las víctimas fueron en su mayoría menores de edad.
El Cerac, tras el análisis de las cifras, lamentó hace poco que la judicialización de los responsables de balas perdidas “sigue siendo casi nula” en el país. Es decir, que no hay condenados por estos hechos.
Pese a ello, la Dirección de Seguridad Ciudadana de la Policía, en cabeza del general Jorge Luis Vargas, celebró que no se hubiesen presentado fallecimientos por balas perdidas durante las pasadas festividades navideñas y de fin de año en Cali, que es cuando algunas personas embriagadas suelen celebrar con disparos al aire.
Este tipo de conductas pueden no solo ser sancionadas con multas, sino llevar a la cárcel de uno a cinco años a quienes las protagonizan. Y de diez años, si hay muertes.
Un verdadero peligro
De acuerdo con los expertos en balística, las probabilidades de morir por una bala perdida son bastante altas.
El especialista David González recalca que, cuando alguien hace disparos al aire, la bala viaja hasta 1,6 kilómetros hacia lo alto (dependiendo del ángulo de disparo y de la potencia del arma).
Una vez que alcanza su apogeo, la bala caerá con una velocidad de entre 220 y 330 kilómetros por hora. La resistencia al aire limita la velocidad, pero las balas se diseñan para ser altamente aerodinámicas, de modo que la velocidad es bastante letal si impacta contra la cabeza de una persona.
En las áreas rurales, la probabilidad de impacto sobre alguien es limitada en razón del espacio, pero en las ciudades más pobladas el peligro aumenta, lo cual es un verdadero sinónimo de tragedia. De allí que esta práctica sea tipificada como un delito grave.
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