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Según el Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de la ONU en Cauca, existe una capacidad de producción promedio de 130 toneladas de cocaína al año. Además, la producción de marihuana está en cerca de 347 | Foto: Foto: Archivo El País

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Los movimientos de las bandas criminales que explican la escalada violenta en el Cauca

Después de la desmovilización de las Farc, hubo un periodo de paz; pero hace meses hay una arremetida de violentos que quieren dominar el territorio.

10 de mayo de 2022 Por: Redacción El País

El ‘monstruo’ dormido no solo despertó: está buscando sangre. En el departamento del Cauca la guerra volvió con más fuerza y parece buscar venganza por esos meses de paz que hubo después de la desmovilización de la extinta guerrilla de las Farc. Hoy está usando la violencia para ganar el espacio que había perdido desde 2016.

Desde hace poco menos de tres años la reorganización criminal creó una dinámica de ajedrez macabro: los grupos armados ilegales que se quedaron en la zona comenzaron movidas para garantizar el control de las economías ilícitas que dejaron las Farc.

Un líder social del municipio de Argelia, que pidió reserva de su identidad, dice que aunque en el Cauca hay una división regional que presenta dinámicas distintas de violencia y de víctimas, hay dos elementos comunes en todo el territorio y son las economías ilegales y, desde hace poco, la presencia del Comando Coordinador de Occidente (CCO), una nueva generación de disidencias que con excesiva violencia y crueldad está peleando territorios al ELN y a la Segunda Marquetalia.

De hecho, el carro bomba que se detonó este lunes 2 de mayo frente a la sede de la Alcaldía, y que dejó una persona herida y 30 viviendas dañadas, fue una acción de ese grupo.

El CCO apenas tiene tres años de creado, pero ha logrado imponerse sobre otros grupos gracias a que su capacidad de reclutamiento es muy alta y a sus alianzas con narcotraficantes mexicanos, que inyectan dinero para garantizar control en el territorio.

Según la Fundación Paz y Reconciliación, Pares, el grupo funciona como una confederación de estructuras entre las que se encuentran el Frente Carlos Patiño, la Columna Móvil Jaime Martínez, el Frente Rafael Aguilera y la Columna Móvil Dagoberto Ramos, entre otros.

Todas estas son zonas clave para el narcotráfico, ya que de acuerdo con un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, para el 2019 “el 36 % de la coca del país se concentraba en siete enclaves productivos. Catatumbo y la Frontera Tumaco y Argelia-El Tambo”, están entre ellas.

De hecho, Argelia es el segundo municipio con más cultivos de coca en Cauca, con 1956 hectáreas, después de El Tambo, que tiene 6661.

17.356
hectáreas de coca hay sembradas el departamento del Cauca.

Los ‘buitres’ que buscan arrancar la carne de esta zona y que se pelean entre sí son el ELN, la Segunda Marquetalia, y las disidencias Carlos Patiño, que hacen parte del CCO. Además, allí hace presencia el Ejército.

Líderes de la zona explican que después del Acuerdo de Paz hubo un compromiso general de las comunidades cocaleras de dejar atrás los cultivos ilícitos y concentrarse en el tránsito a economías legales como el cacao. El ELN aceptó esos términos y aseguró que se mantendría en zona rural.

Sin embargo, para el CCO y la columna Carlos Patiño, no es una opción permitir que ‘la gallina de los huevos de oro’ decida dejar de ponerlos, así que arreciaron una estrategia de expansión y exterminio al que se negara a servir a la cadena del narcotráfico.

En el 2018 empezaron a combatir al ELN con un pie de fuerza guerrillero proveniente, en su gran mayoría, desde el norte del Cauca.

Entonces regresaron los combates, la militarización del territorio, las masacres y el asesinato de líderes sociales”, explicaron residentes de la zona.

Según las autoridades, en 2017 el índice de homicidios estuvo por debajo de los 500 casos en el departamento, mientras que para el 2020 se registraron 710 muertos y en 2021, 719, lo que significó que cada semana se presentaron 14 asesinatos, en promedio.

Pero lo grave es que muchos de estos crímenes estaban centrados en población que ejerce liderazgo social y desmovilizados de las antiguas Farc. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, entre 2016 y abril de 2022 han muerto 299 líderes de manera violenta en el departamento y los casos han venido en aumento. El año de la firma de paz fueron 5, luego, en 2017, 33; después 56, en el 2019 sumaron 66 y en 2020, pese a que hubo pandemia, se alcanzaron las 99 víctimas. Solo en 2021 hubo disminución y el cierre fue de 33 hechos. Hasta el mes pasado, ya iban 9 homicidios.

Del total de muertos, 78 eran líderes campesinos y 30 líderes afro que estaban en el Programa Nacional Integral de Restitución de Cultivos Ilícitos (Pnis). En cuanto a los firmantes de paz, ya suman 57. Los años 2018 y 2019 fueron los peores con 16 crímenes cada uno. Argelia es el municipio más golpeado con 8 casos desde 2016, seguido de Santander de Quilichao, con 6.

Las masacres también muestran la crueldad de la violencia. En 2020 se presentaron 14, con 53 víctimas, en 2021 también hubo 14 con 46 muertos y hasta el 25 de abril ya iban 5, con 17 víctimas. De nuevo, los municipios más afectados son Santander, Argelia y El Tambo.

El Ministerio de Defensa envió 459 soldados a Argelia, tras el atentado. También se destinaron dos pelotones para garantizar seguridad en el área rural

En estas poblaciones es en donde más familias manifestaron, en 2018, su interés por sustituir los cultivos ilícitos, con un total de 11.400. Esto, explica un investigador de Paz y Reconciliación, hace que estén en la mira del CCO y, es una de las posibles razones que explican el ataque con explosivos del lunes pasado.

“Por la manera en la que se realizó el atentado, en horas de la madrugada, es decir cuando casi no había personas en la calle, lo que sabemos es que se trata de enviar un mensaje de poderío, de que están en el casco urbano y que pueden hacer daño en el momento que quieran”, dice el experto de Pares.

Agrega que el atentado era una posibilidad porque el pasado 2 de abril ya habían ubicado una carga explosiva frente a unos locales del corregimiento de El Mango, que no explotó.

El recrudecimiento de la guerra ha traído una cruel consecuencia y es el aumento en el reclutamiento de jóvenes y niños, explica el investigador de Paz y Reconciliación. El CCO, fortalecido con los dineros del narcotráfico, los seduce con pagos exorbitantes y armas, lo que permite que puedan engrosar sus filas.

"No es posible avanzar o trabajar en medio de la guerra. Se supone que se iba a hacer el trabajo por la paz en un clima de post conflicto, pero resulta que la guerra ha continuado”, Jhonnatan Patiño,
alcalde Argelia.

Solo en El Tambo más de 272 menores habrían sido reclutados en los dos últimos años, todos entre los 11 y 17 años.

Esto ha incrementado los índices de violencia, ya que los entrenamientos de estos jóvenes duran apenas entre dos o tres meses, por lo que —explican el experto— carecen de disciplina y en muchas oportunidades los casos de intolerancia o de malos tragos terminan en balaceras.

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