Judicial
Más allá del convenio: un plan para la seguridad el MÍO (Opinión)
Autor: Pablo Uribe, experto en temas de seguridad. El convenio para cuidar el sistema debería ser por un periodo de cuatro años y no tan corto.
El convenio de seguridad del MÍO es una buena noticia para la ciudad. Sin embargo, depender de firmar un contrato nuevo con la Policía cada año es una receta para el fracaso. El sistema de transporte público requiere una estrategia integral de largo plazo que involucre pie de fuerza, mejoras físicas y mucha pedagogía.
Después de más de un año se logró, por fin, firmar el convenio entre la Policía y la Alcaldía para garantizar la seguridad del MÍO. El proceso estuvo lleno de inconvenientes. Pero, por lo menos en lo que queda de este año, la Policía garantizará una presencia mínima en el sistema.
Sin embargo, este tira y afloje entre la Policía y la Alcaldía no se va a acabar en el futuro próximo. Lo más probable es que apenas se acabe este convenio la Policía habrá de retirar sus uniformados de las estaciones mientras se negocia, firma y ejecuta un nuevo contrato. Cientos de miles de caleños volverán a estar a merced de los delincuentes que aterrorizan el transporte público. Depender de un convenio anual es una fórmula para el fracaso. La seguridad del MÍO nunca mejorará y cada vez más gente optará por otras formas de transporte, afectando aún más la viabilidad financiera del MÍO. Cali necesita una solución integral.
Lo primero es firmar un convenio de largo plazo financiado por vigencias futuras. La próxima administración tiene que negociar un contrato de cuatro años y garantizar la presencia ininterrumpida de uniformados en el sistema. Es muy importante que estos uniformados sean Policías de verdad y no bachilleres, quienes no tienen el entrenamiento o las herramientas necesarias. Además, los policías que se destinen al MÍO tienen que ser adicionales a los que ya tiene Cali. Si no es así, la ciudad estaría pagando doble por algo que ya tiene.
Lo segundo es invertir en mejoras físicas. El desorden atrae la criminalidad. En ese sentido, todo el sistema de transporte tiene que estar en condiciones óptimas para generar dinámicas sociales positivas. Más aún, se deben financiar modificaciones físicas que disminuyan las oportunidades de cometer delitos o infracciones, como accesos inviolables que obliguen a todos a pagar el pasaje. Lo tercero es el eje fundamental: la pedagogía. La principal razón por la cual la gente cumple las normas es porque cree que es lo correcto. La moral y el civismo están íntimamente relacionados con la seguridad. Tenemos que lograr que la gran mayoría de los usuarios contribuyan a la seguridad y el orden del MÍO con su comportamiento.
El camino entonces es una fuerte campaña de pedagogía que refuerce el imperativo moral de respetar las normas. La seguridad del MÍO debe ser una de las principales prioridades de la próxima administración. Si no se enfrenta este problema de una manera contundente, la gente no habrá de usar el sistema público y podremos volver al caos de la guerra del centavo. Solo con acciones decisivas de largo plazo podremos avanzar.
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