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El fiscal Alcibiades Libreros, asesinado el domingo 29 de diciembre, recibió varias condecoraciones durante su carrera. | Foto: Archivo de El País

FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN

Un año del asesinato del fiscal Alcibíades Libreros, ¿qué pasó con su caso?

El 29 de diciembre se cumple el primer aniversario del crimen de quien fue considerado uno de los mejores fiscales del país. Su familia sigue una lucha: que el búnker de la Fiscalía lleve su nombre.

27 de diciembre de 2020 Por: Santiago Cruz Hoyos / Editor de Crónicas

La periodista Carmenza Libreros – trabaja en el canal regional Telepacífico – es la hermana del fiscal Alcibíades Libreros Varela, a quien asesinaron el 29 de diciembre de 2019.

Hace unos días ella se encontraba en la sala de su casa, vestida de negro y mirando fotos de su hermano desperdigadas sobre una alfombra. También había una pluma, al parecer de pato, aunque Carmenza asegura que es de “un ángel llamado Alci”. Tanto las fotos como la pluma harán parte de un corto que está haciendo su hija, María Alejandra Gamboa Libreros, estudiante de cine en la Universidad Autónoma.

El corto se llamará ‘Siempre te Recordaremos’, y será difundido en las redes el martes 29 de diciembre de 2020, cuando se cumple el primer aniversario del asesinato de Alcibíades, considerado uno de los mejores fiscales de Colombia.

En la sala, Carmenza habla sobre lo que ha sido la vida desde entonces, y los avances de la investigación paralela que se abrió, que han sido nulos. Ella insiste en que a su hermano no lo mataron por robarle una cadena, como lo dijo la Fiscalía.

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Ayer nos acostamos a las 3:00 a.m., eligiendo las fotos para el corto. Comienza mostrando en un paneo las fotografías y va cayendo esta pluma. Tómala. Sé que hay gente que no cree, pero te voy a contar la historia.

A los pocos días de haber muerto mi hermano, la pluma apareció en mi cama. Fue una vez en la que yo estaba muy triste. Lloraba y lloraba. Y cuando volví a la habitación, la pluma estaba encima del tendido. Me dio mucha tranquilidad. La recibí como un mensaje de Alcibíades, donde quiera que esté.

Aunque me han ocurrido otras experiencias similares. Soñé que alguien me abrazó y me dijo: “él está bien, reciba este abrazo de parte de su hermano”. Era una persona vestida de blanco. Experimenté una sensación de paz. Jamás en mi vida había recibido un abrazo tan amoroso.

La última vez que soñé con Alcibiades fue durante varios días. Estábamos en un bosque, y yo cavaba un hueco. Y él me decía: “ya estamos listos para sembrar el árbol”. Y me despertaba. A los días recibí un mensaje de la Fundación Hojas Verdes, y me dijeron que acababan de sembrar un árbol en memoria de mi hermano que me habían regalado unas amigas. También tuve un sueño en el que él me decía: “sigan investigando mi asesinato”. Como si quisiera esclarecer su homicidio para encontrar paz. Mi otro hermano, Nelson, también ha pasado por esas experiencias que no se podrían explicar fácilmente.

Pero la vida sin Alcibíades ha sido muy dura. A mí se me murió mi papá y mi mamá, pero no es lo mismo que se te muera una persona así, natural, como mis padres, a que lo asesinen, como a mi hermano. Y tan violentamente. Tratamos de superarlo, pero sigue presente.

Además porque cuando a él lo asesinan, en ese semáforo de la Calle Quinta con Carrera 66, venía para esta casa, entonces es una charla que nunca se dio, porque no le gustaba decir las cosas por teléfono. ¿Qué me quería decir?

Créame que esto no se lo deseo a nadie. Soy periodista, he hecho historias con madres a quienes les han desaparecido sus hijos, y cuando salía de hacer esas entrevistas terminaba impactada, pero no imaginé que la violencia pudiera llegar a mi casa en milésimas, en esos 13 segundos en los que estuvo el sicario frente a mi hermano. Es muy fuerte. De hecho hay una corporación, Fasol, que ha sido un gran apoyo para las terapias en familia.

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Nosotros somos de Zarzal, Valle. Allá nacimos. Primero mi hermano Nelson, luego Alcibíades y después yo. También tenemos otro hermano, Diego, de un matrimonio anterior de mi papá.

Yo digo con orgullo que nuestros antepasados fueron los fundadores de Zarzal. Mi mamá, Leyda Varela, que era muy linda, reina del pueblo, vivía enseguida de la iglesia y ella me regaló la llave de esa primera iglesia que hubo en Zarzal. La tumbó un terremoto.

Mi papá se llamaba Alcibíades Libreros González, el abuelo también y a mi hermano no le gustaba el nombre. Preferían que le dijeran ‘Alci’.

Mi papá era muy reconocido. En Zarzal fue comerciante. También fundó la radio en el pueblo y era corresponsal de El País. Fue Fundador del Cuerpo de Bomberos de Zarzal, del Club de Leones y Alcalde. Cuando asumió el cargo, la galería era un elefante blanco y él hizo la gestión para terminarla.

Antes me daba pena contar esto, no sé por qué: cuando mi papá fue Alcalde, le pidieron permiso para hacer una rifa de un carro. Hubo un error de ortografía en el contrato, y por eso le abrieron un proceso judicial. Eso prescribió, pero debido a ese episodio fue que mi hermano Alcibíades decidió ser abogado, un abanderado de la justicia.

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Después de eso nos vinimos para Cali. Pasamos por problemas económicos. Vivíamos en arriendo de una casa a otra. Recuerdo el primer día en que cogimos bus en Cali. ¡Nos perdimos! Éramos unos adolescentes de 14 y 15 años, y te podrás imaginar que no es fácil pasar de un pueblo donde uno llegaba a todas partes caminando, a una ciudad. Nos sentimos tan impotentes. Y Alcibíades era protegiéndome. Siempre tendió a protegerme.

Incluso todavía estoy en un tratamiento contra el cáncer, y cuando me dieron la noticia, hace 9 años, el que la recibió primero fue él. El año pasado existía la posibilidad de que hiciera metástasis, y él me dijo que no lo podía dejar solo porque entonces qué iba a hacer. Yo le dije que no lo iba a dejar solo.

El caso es que pese a los problemas económicos, hicimos el esfuerzo para que Alcibíades entrara a la universidad. Estudió derecho en la Santiago de Cali. Y se convirtió en uno de los fundadores en el Valle de la Fiscalía. Empezó en Florida, después en Palmira, después Cali. Estuvo en la URI, en la Unidad de Vida, en ley 30, en el Gaula, en Asuntos Económicos; 27 años en la Fiscalía.

En 2014 fue elegido como el mejor fiscal de Colombia. Cuando lo condecoraban, yo ponía las fotos en Facebook y mis colegas me llamaban para pedirme entrevistas con él, pero me decía que no. Le gustaba manejar un bajo perfil. Llevaba casos de gente muy peligrosa.

Por eso me extrañó que cuando recién lo matan, dicen que no tenía amenazas, lo que era falso. En 2017 recibió una llamada en la que lo amenazaron, y no pasó nada. Le mandaron una carta en la que le negaron la protección. En la carta le decían que cuando llegara a su casa mirara alrededor, como quien dice: defiéndase solo. Él hacía justicia así: solo.

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De la investigación sobre su muerte hay datos que no se pueden revelar. Lo que sí se puede decir es que cuando el juez dicto la sentencia del asesinato por robo, abrió una investigación paralela. La tiene un fiscal de priorización, pero no ha pasado nada. La última vez que hablé con él me dijo que no había pruebas para encontrar a los autores intelectuales del crimen.

A mi hermano supuestamente lo mataron por robarle una cadena de oro, pero créeme que no era de oro, ni era una cadena, era un escapulario de acero que no pasaba de $30 mil. A él le gustaban los escapularios, los usaba para que Dios lo protegiera. El que tengo puesto es uno de los que él usaba. Y era de acero. Una de las dudas que tengo es que si era una banda especializada en robar joyas, ¿cómo no van a distinguir entre el acero y el oro?

Además, seis días antes de que lo mataran, el 23 de diciembre, al sicario lo cogieron por porte ilegal de armas. Un fiscal, sin embargo, lo dejó libre. Y uno de los que estuvo involucrado en el asesinato de mi hermano tenía casa por cárcel.

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Yo tuve la oportunidad de hablar con ellos. Fue en el receso de una audiencia. Le pregunté al sicario: ¿por qué mataste a mi hermano? Dijo madrecita, lo que pasa es que su hermano me sacó un revolver. Yo lo miré a los ojos, tratando de buscar la verdad, y le dije: ¿por qué decís mentiras? Mi hermano jamás empuñó un arma. Era una promesa que le hizo a mi mamá. Lo que llevaba en el carro eran 40 memorias con música. Alci amaba la salsa.

Cuando les dictaron sentencia a los sicarios, dije: que los perdone Dios, porque la familia no los va a perdonar. Ellos dijeron: a nosotros no nos interesa que nos perdone ni Dios ni la familia.

Y lo más absurdo. El abogado defensor comentó que los victimarios repararon a la familia porque consignaron $150 mil, el supuesto valor de la cadena de mi hermano. Yo les dije: que se pudra esa plata, es maldita, está untada con sangre de los mejores fiscales que ha tenido este país. Y el abogado repetía que nos habían reparado. ¿Esta es la justicia de este país?

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Me parece una injusticia lo que ha pasado con mi hermano. Que su asesinato se haya quedado como un robo, se concluyó el móvil de su homicidio tan rápido, ¿a qué se debe tanta prisa? Dije listo: que se encargue la justicia divina, que nunca falla.

Su asesinato rompió mi corazón, pero jamás mi amor de hermana. Me propuse que una de las formas de honrar su memoria es que su nombre no sea olvidado, que su legado de valor, honestidad y justicia permanezca. Y una de las maneras de lograrlo es que el búnker de la Fiscalía de Cali lleve su nombre.

Ya son 14 mil las firmas que mi familia, amigos y yo hemos reunido, hasta la del Ministro de Justicia, concejales y el alcalde de Cali, al igual que diputados y congresistas. El Fiscal General me dijo que la firma final sería la suya, una vez el Concejo y el Alcalde le hagan la petición formal. Imposible que después del apoyo de miles de colombianos, no acepten llamar al búnker de la Fiscalía Alcibíades Libreros Varela.

En 2021 comenzaría la construcción del búnker de la Fiscalía en Cali, luego de que el Gobierno oficializara la aprobación del cupo para la alianza público-privada que permitirá realizar la obra.

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