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Mariana Pajón, medallista de plata en Tokio 2020. | Foto: Foto: AFP

JUEGOS OLÍMPICOS

Mariana Pajón y los pedalazos contra las adversidades de la vida

La triple medallista olímpica ha sido, ante todo, una campeona de la vida. Pese a una lesión grave de rodilla, a las amenazas contra su vida, obtuvo una presea en Tokio.

8 de agosto de 2021 Por: Isabel Peláez R. / Reportera de El País

1. Palabra de campeona

El pasado 30 de julio, en Japón, la bicicrosista y ciclista de BMX antioqueña Mariana Pajón Londoño, doble medallista de oro olímpica, hizo historia al colgarse por tercera vez una presea. La deportista de 29 años, obtuvo una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 que vale oro, debido a los tropiezos que enfrentó, como una lesión de rodilla y amenazas contra su vida y la de su esposo, Vincent Adrien Pelluard, por él haber representado en las justas a Colombia BMX siendo francés —aunque se nacionalizó colombiano en 2018—.

Después de un año de aplazamiento de los Juegos por la pandemia del covid-19, tiempo en el que Mariana debió recuperarse de una lesión de rodilla, aseguró su paso a su tercera final olímpica en el BMX, después de su brillante actuación en semifinales. Y en la final, por menos de un metro no pudo alcanzar a la británica Bethany Shriever, pero demostró que es la Reina del BMX, la Hormiga Atómica, la Niña de Oro, la Tata de sus padres, Carlos Mario Pajón y Claudia Londoño y su hermano Miguel Pajón.

¿Qué le diría hoy a esa niña que competía con niños y los hacía rabiar al ganarles?

Esa niña no se daba cuenta que había algo diferente y su intención no era ponerlos bravos a ellos ni a sus papás. No me di cuenta que eso ocurría hasta ya más grande. A esa niña le digo que puede hacer lo que se proponga, que los sueños sí lo acercan a uno a cumplir esas metas y lo ponen en un plan de vida si lo quieres con el corazón.

¿Qué pasaba por su mente cuando se inscribió a los 4 años, a escondidas de sus papás, en su primera carrera?

Escuché que había una carrera y le dije a la secretaria de la pista que quería correr. No fue a escondidas. Salí de ahí a contarle a mis papás que era gratis. Esa niña tenía muchas ganas de competir y que este fuera su deporte.

¿Quiénes fueron sus primeros ídolos?

Mi papá y mi hermano, eran mi referente a seguir; acompañaba a mi papá a carreras de ciclismo, ciclomontañismo o de automovilismo y a mi hermano, que empezó a hacer bicicross primero que yo. Mi meta fue ser igual que él, lo veía como un gran ídolo.

Siendo niña fue testigo del accidente de su hermano en una prueba, ¿eso no la llevó a desistir?

A los 12 años estábamos montando en la pista cuando, por un descuido o un accidente muy bobo, la verdad, que trajo unas consecuencias muy grandes a mi hermano, tuvo que retirarse de su deporte. Yo ese día estaba con él, vi lo que le pasó y mi familia decía que me retiraran, que era riesgoso. Yo iba al hospital a ver a mi hermano, no sentía temor, sino tristeza por él, pero quería seguir y le pedía a una tía que me llevara a la pista, porque mis papás estaban cuidándolo.

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¿Cómo enfrentó a sus 16 años la fractura de muñeca antes de un mundial?

Fue grave, abierta y múltiple, comprometió no solo los huesos, sino todos los ligamentos, tendones, la membrana que une el cúbito y el radio. Tuve varias cirugías y empecé la recuperación sola, sentada en el puesto en el colegio, mejorando mi movilidad y poniéndome una meta, el Mundial estaba cerca y tenía que estar en él. Competí fracturada, porque antes del Mundial volví a caerme en la que iba a ser mi primera Copa Mundo en la que no pude competir, debí afrontar un tiempo fuera.

¿Qué sacrificios hizo en sus inicios por el deporte? ¿Su infancia fue muy distinta a la de otras niñas?

Yo no lo llamo sacrificio, sino que escogí una vida diferente. A los 9 años ya entrenaba doble jornada. Me levantaba a las cuatro de la mañana para ir a entrenar, al colegio, a estudiar; mi mamá es educadora y era muy importante rendir en el estudio y de ahí salía a entrenar hasta las ocho de la noche. Eso hizo que no pudiera estar en muchas piñatas ni aparezco en álbumes familiares disfrazada en Halloween, pero no era porque tuviera que hacerlo, yo lo elegí así. Cuando empezaron las fiestas de 15 años de mis amigas, les decía a mis papás: “No voy, tengo que entrenar. Si no lo hago yo, debe estar otra niña en otra parte del mundo haciéndolo. No fueron sacrificios sino buenas decisiones que tomé. Me encantaba lo que hacía, para mí fue lo mejor.

¿Cómo la enamoró Vincent en pleno mundial en Nueva Zelanda?

Vincent y yo nos conocemos hace muchísimos años. La primera vez que tengo referencia de él fue esperando un podio en que los dos habíamos quedado campeones del mundo. Dije: “Ah, es él, el francés que monta bicicross súper bien”. Empezamos a hablar y desde antes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 ya éramos muy buenos amigos. Y ya para el Mundial de Nueva Zelanda hablábamos más. Él es muy honesto, auténtico, se enamoró de Colombia antes que de mí, le encantaba venir. Yo vi esa pasión, que es súper alegre, comprometido, dedicado y muy respetuoso y así me enamoró.

¿Qué hacen en su tiempo libre?

Él y yo tenemos el mismo calendario, entrenamos igual, estamos 24/7. Compartimos el mismo equipo y marca de bicicleta. Aparte de entrenar, viajar y de correr juntos, compartimos muchísimo, nos gusta lo mismo. Ya estamos con nuestra perrita en casa y nos encanta descansar, ir a cine, salir, caminar, buscar aventuras, lugares nuevos. Tenemos el mismo ritmo y pasiones, nos gusta hacer pit bikes, motocross y salimos a montar ruta.

¿Qué admira de su esposo?

Es muy comprometido. Se le mete algo en la cabeza y lucha hasta conseguirlo, es un entrenador incansable, cuando está con sus pupilos los anima y motiva, y cuando tiene que entrenar él, puede ser domingo, festivo, estar cansado o enfermo y se levanta y hace lo que tiene que hacer para ser mejor. Eso le admiro y la forma en que afronta los triunfos y derrotas. Es muy aterrizado, planifica lo que quiere y lo logra.

¿Qué papel jugó él para que usted volviera a las terapias y a las pistas?

Mi esposo es el único que me vio llorar, tenía que levantarse a media noche para traerme algo para el dolor, ayudarme a mover o ir al baño, incondicional. Él sabe lo importante que fue, de levantarme, de animarme, decirme “sí puedes”, “vamos a hacerlo juntos”, “yo te acompaño”. Estuvo en todas las terapias, cuando tenía que viajar, viajaba y estaba todo el tiempo conmigo, de la mano, en las cirugías, en el retiro de puntos, en las terapias dolorosas, diciéndome que creyera, que tuviera paciencia, que pensara que podía levantarme y me volvió a dar esa luz para caminar bien y pedalear de nuevo.

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¿Cómo asumió las amenazas que les hicieron a usted y a Vincent?

Es muy doloroso, da mucho temor, susto, rabia, un montón de emociones. Nos resguardamos en casa, tuvimos que salir del país para entrenar. Nos metimos en esa burbuja familiar, para terminar la preparación de la mejor manera y que eso no opacara ni dañara el llegar a unos juegos olímpicos que era nuestro sueño, por el que entrenamos. Hubo mucha gente que nos ayudó.

¿Esos ataques minaron su ánimo?

Así es, incluso el mismo día de la carrera en Tokio pensaba en eso. Era muy injusto escuchar un montón de cosas que se hablaban, no solo por la nacionalidad de Vincent, sino por la manera en que clasificó, la gente habla muy fácil sin información. Ver esa injusticia es duro, lo que hablan de ti y de tu familia sin saber, siendo tan fácil leer cómo había sido. En Tokio nos enfocamos en dar lo mejor, procurando que todo el esfuerzo y sacrificio que hicimos no lo dañaran algunos.

¿En qué aspectos Vincent es un colombiano más?

Vincent es un colombiano más y el que lo escuche hablar sabe que hasta paisa es. Le encanta la comida colombiana, el ritmo colombiano, la cultura, dice que la gente es muy cálida, y esa calidez, la bienvenida, el querer ayudar y buscar soluciones, son cualidades que él tiene, nunca ha visto un bache de culturas, porque él se adaptó a este país, hace muchos años vive acá. Cuando vamos a Francia, se quiere devolver muy pronto porque ya le hace falta Colombia.

¿Contra cuáles pensamientos negativos luchó en plena competencia?

Son muchos. Uno tiene una guerra mental, quieres callar ese diablo que te dice que no puedes, que estás cansado, que mejor mañana, todo eso se vence cuando la disciplina le gana a la motivación, cuando tienes más ganas de triunfar que quedarte esperando o ver que otros lo hagan por ti.

¿Sueña con el Mundial de Holanda? ¿Qué sigue después de Tokio?

El Mundial de Holanda es en algunos días, yo quiero disfrutar esta medalla. Después de unos Juegos Olímpicos pasan un montón de cosas, hay muchos compromisos. Ahora representaré a mi país de la mejor manera. Faltan muchas carreras en el año, siempre voy y las compito con mucha responsabilidad por mi país. ¡Vamos a darla con toda!

2. Vencer obstáculos

Vincent Adrien Pelluard no es el único deportista no nacido en Colombia que ha representado al país en unos juegos olímpicos, sin embargo él, su esposa y Carlos Ramírez, compañero de equipo, recibieron amenazas de muerte, al parecer de personas de Antioquia descontentas con que él, y no un nacional, hubiera obtenido el cupo en Tokio.

En esta entrevista con El País, ella asegura que su esposo es colombiano desde antes de pensar en representar al país en Tokio. “Él cambió de nacionalidad para vivir acá. Cuando el entrenador de pista le dice ‘y por qué no viene a la Selección Colombia de Pista que lo necesitamos’, ni sabíamos que se podía hacer eso ante la UCI y representar al país. Se demoró varios meses en decidirlo con su familia y con nosotros y dijo: ‘yo vivo, trabajo y pago impuestos aquí, acá tengo mi casa, mi hogar y quiero que mis hijos sean colombianos, representaré a esta tierra que quiere que los represente con mucho honor y voy a dar lo mejor’. Primero fue un proyecto para pista y se dieron las cosas para clasificar en BMX”.

Por su parte, Vincent, casado desde 2017 con Mariana, se declara enamorado de Colombia y de su esposa.

¿Qué lo enamoró de Mariana?

Su sencillez, su manera de ser, de pensar, de comunicarse con la gente y el gran corazón que tiene, de querer ayudar, primero están los otros, después ella. Siempre me ha parecido una niña hermosa. Lo primero que vi fue su sonrisa, su forma de ser sencilla, nada de sobreactuación, me enamoró.

¿Cuáles son los pro y contra de compartir con su esposa en competencia?

Tiene muchas ventajas, sobre todo el apoyo mutuo entre los dos, tanto en parte técnica como en la emocional y mental. No hubiera logrado lo que he logrado sin ella. La desventaja es la preocupación extra en competencia.

¿Cuál fue su tarea para que ella, pese a las lesiones, siguiera adelante con sus terapias y regresara a las pistas?

Con la lesión de Mariana ha sido un reto gigante, pero mi apoyo y mi discurso siempre fue igual, eso es parte del camino y es algo que le ha tocado vivir muchas veces. En el 2012 se cayó faltando seis meses para los Olímpicos, tuvo una lesión en un hombro y terminó bien. En 2016 sufrió problemas de rodilla y se sometió a una cirugía a ocho meses de los juegos. En su historia olímpica hay obstáculos, pero su medalla en Tokio borra todo lo malo.

¿Cómo enfrentaron las amenazas que recibieron por usted participar en los Olímpicos de Tokio?

Con Mariana vivir esas amenazas que tuvimos en redes sociales fue un momento difícil, sobretodo los primeros días, que no sabíamos el porqué y cómo manejarlo. Luego nos alejamos de las redes y después dejamos de ponerle atención a estas. Ella ha vivido esto antes, uno aprende a conocer a la gente, los que están con uno en las buenas y no tan buenas.

¿Qué le diría a quienes dicen que usted le quitó un cupo en estos olímpicos a un colombiano?

Que yo soy colombiano y todos sabíamos las reglas para clasificar desde febrero de 2020 y teníamos la oportunidad de lograrlos hasta el último día. ¿Los otros dos corredores son mejores? No sé, de pronto sí, de pronto no. Lo que te define como un atleta bueno son los resultados. Todos somos profesionales y hacemos esfuerzos. Yo tengo la conciencia tranquila de haber clasificado bajo los parámetros. La gente que juzga y critica, no sabe.

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¿Sueñan con Mariana en ir a otros olímpicos juntos?

Cumplimos el sueño de ir a unos Olímpicos juntos, yo tengo 31 años, Mariana va a cumplir 30. No sabemos qué sigue para nosotros, estamos disfrutando su triunfo, queremos dedicarnos un tiempo a descansar, pensar, aterrizar los proyectos y las ideas. La experiencia fue inolvidable, es algo que podremos contar a nuestra familia.

¿Qué admira de ella como deportista?

Su fuerza mental, tenacidad y dedicación al enfocarse en un objetivo. Tuvo un camino complicado hacia Tokio 2020, pero sabía cómo lograrlo y lo hizo. Está cumpliendo sus sueños, no todos los deportistas pueden decir eso.

¿Qué cualidades y defectos tiene ella?

En el mundo del BMX, su manejo de la bicicleta, su técnica, su fluidez en la pista, su fuerza mental, su capacidad de dar el cien por ciento en el momento más importante, como en Tokio. Uno siempre puede ser mejor técnica, física y mentalmente, pero ella es una atleta muy completa y lo más importante es que tiene ese combo.

¿Qué plato colombiano le enseñó ella a preparar?

Empanadas, ha sido un trabajo de mucha paciencia que nos permite pasar tiempo juntos. Mi plato colombiano favorito es el ajiaco, podría desayunar, almorzar y comer ajiaco todos los días.

¿Qué tan bien maneja el léxico paisa?

Mariana me ha enseñado el paisa femenino: “bonitico”, “lindito”, “vecinita”, “bicicletica”, todos esos diminutivos que usa, pero tengo amigos que me han enseñado a decir “parce”, “bacano” y otras palabras que públicamente no puedo compartir.

¿Quién de los dos es más paciente?

Mariana. Ella me ayudó a mejorar esa debilidad de mi impaciencia.

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3. Hermano y mánager

Mariana es para su hermano mayor y mánager Miguel Pajón, de 32 años, “un ser impresionante. Uno se sorprende de su capacidad de no tener límites, de resolver cualquier situación, tener los pies en la tierra, aún con lo lejos que ha llegado y lo grande que es. Siempre están los demás antes que ella. Le admiro su poder de superar los límites y ser capaz de ir en contra de cualquier pronóstico. En Tokio lo vimos”.

Ha sufrido casi una veintena de fracturas en todo el cuerpo, en tres ocasiones quedó inconsciente por contusiones cerebrales y tuvo una parálisis facial. Nada le impidió continuar. Por su manera de correr, con explosión, rudeza y ferocidad, su rival neozelandesa Sarah Walker la bautizó ‘La hormiga atómica’. A sus cinco años sufrió una fractura de clavícula y su familia dudó en dejarla seguir en el BMX, pero al final la apoyó y ella aún le agradece a su padre: “Gracias Pa’ por enseñarme el coraje para luchar, por enseñarme lo necesario para triunfar, por enseñarme a levantarme y a subir a lo más alto, pero lo más importante, gracias Pa’ por enseñarme a ser feliz”.

A los 5 años llegó su primer título internacional, a los 9 su primer campeonato mundial en categoría de niñas. Ha obtenido 18 títulos mundiales, dos medallas de oro panamericanas, dos de oro en Juegos Olímpicos (Londres 2012 y Río 2016) y la de plata, que ganó en Tokio. Tiene 14 victorias en copas del mundo, dos títulos de torneo copas del mundo.

El mejor consejo que le dio su padre es cuando le preguntó qué era un podio y él la subió en uno cuando aún no entrenaba en serio el BMX y le dijo: “Este es el lugar de los campeones, no solo de los que llegan primero sino los que dan el cien por ciento, los que dan el alma y el corazón. Quiero que lo que hagas en la vida sea con todo, para que no te arrepientas y seas una campeona como persona”.

Miguel cuenta que “cuando empezó a correr, ella quería ganarme en bicicross, y yo a no dejarme, pero enseñándole cosas”. Y ni siquiera cuando él sufrió un accidente en competencia, su hermana de 8 años no dejó de entrenar. “Se ingeniaba la forma de resolverlo sin ser una carga para nadie”.

En datos

Mariana Pajón Londoño nació en Medellín, el 10 de octubre de 1991. Es la primera mujer latinoamericana en obtener dos oros olímpicos en deporte individual. Su papá, Carlos Mario Pajón, practicó el automovilismo; su mamá, Claudia Londoño, equitación y su hermano Miguel fue corredor de karts y ahora es ciclista amateur.

Se graduó en el colegio católico Sagrado Corazón Montemayor (Envigado). Aprendió a montar en bicicleta cuando tenía 3 años. A los 4 tuvo su primera carrera, compitió contra niños de cinco y seis años al no existir una categoría adecuada. Por su insistencia se creó la categoría de BMX femenino nacional.

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