El temor que despierta un Trump más amenazante y radical para su segundo mandato

Con un talante aún más autoritario, con posiciones políticas radicalizadas, una polémica visión de las relaciones de su país con el mundo y sin el peso de tener que complacer a nadie porque ya no podrá reelegirse, son muchos los temores que genera el segundo mandato de Donald Trump en Estados Unidos.

Aunque era considerado por diversos sectores un ‘cadáver político’, el magnate sorprendió con un triunfo rotundo en las elecciones presidenciales de noviembre pasado y casi de inmediato, con aire en la camiseta, emitió preocupantes y agresivos mensajes dentro y fuera de su país.

Bajo la premisa de “hacer a América grande de nuevo”, Trump dejó en evidencia una visión expansionista, considerada preocupante por algunos analistas, y que tuvo una primera manifestación en la amenaza de recuperar el Canal de Panamá para el manejo de los Estados Unidos.

“Nos están estafando en el Canal de Panamá, como nos están estafando en todas partes… Las tarifas que cobra Panamá son supremamente injustas y no tienen en cuenta la extraordinaria generosidad que tuvo Washington al cederles tontamente el control del canal”, aseguró el presidente electo, quien este lunes en Washington asume el poder para los próximos cuatro años.

Agregó que: “Si no se respetan los principios, tanto morales como legales, de este magnánimo gesto de generosidad, exigiremos que el Canal de Panamá sea devuelto a los Estados Unidos” y advirtió que no permitirá que el canal interoceánico opere bajo influencia de China, graduada por Trump como su rival comercial.

También generó alerta su propuesta de cambiar de nombre al Golfo de México por el de ‘Golfo de América’ o ‘Golfo de Estados Unidos’, lo que generó el rechazo del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.

“Le vamos a cambiar el nombre al Golfo de México por el Golfo de América, que tiene un lindo sonido. Es lo apropiado. Y México tiene que parar de dejar entrar a millones de personas a nuestro país”, indicó Trump a través de su cuenta en redes sociales, en las que aseguró que el país vecino es dirigido por los carteles del narcotráfico.

En su visión de la supremacía norteamericana manifestó también su deseo de anexar a Canadá como un estado más de EE.UU. y de comprar o anexar a Groenlandia, lo que también tensó las relaciones, sin haber asumido el cargo, con el Gobierno de Dinamarca.

Una visión errática del mundo, dice el analista Diego Luis Sánchez; “además alucinante porque existe una ley de inviolabilidad de fronteras que no permitiría que Trump pueda alinear el mundo de la forma que quisiera, por más de que muchas de las potencias estén en una carrera expansionista”.

“Sin embargo, lo preocupante no es que Donald Trump quiera hacer un realineamiento unilateral de las fronteras geográficas de su país, sino que algunos de sus copartidarios aplaudan y defiendan esas ideas”, dice Sánchez.

Todo un apostador

Aunque para algunos las palabras de Donald Trump previo a su posesión son solo advertencias para quienes considera sus adversarios dentro y fuera de Estados Unidos, sus anuncios no deben pasar desapercibidos porque revelan el sentir de quien este lunes se convierte en el hombre más poderoso del mundo.

Además de su plan expansionista, el próximo mandatario ha prometido que realizará deportaciones masivas de inmigrantes en situación irregular, que impondrá más aranceles a productos importados, que indultará a sus copartidarios condenados por el asalto al Capitolio y que adoptará medidas contra las personas transgénero.

La amenaza de un arancel del 10% sobre los productos chinos, además de los ya existentes que datan del primer mandato de Trump, está impulsada por acusaciones de que China permite que los componentes químicos del fentanilo fluyan a México y Estados Unidos, donde la droga causa 70.000 muertes por sobredosis cada año.

Pierre-Olivier Gourinchas, economista del Fondo Monetario Internacional, ve con preocupación que las propuestas económicas de Trump disparen la inflación en Estados Unidos.

“Aumentar los aranceles y reducir la inmigración probablemente limitarán la oferta de la economía y generarán un aumento en los precios, dijo Gourinchas, al agregar que otras de sus iniciativas de reducir la burocracia y los impuestos también podrían alimentar la inflación al impulsar la demanda.

No obstante, el catedrático e internacionalista Jorge Luis Yarce resalta que “si bien los presidentes llegan con unas ideologías, unos proyectos y unos discursos grandilocuentes, se deben ajustar a unas políticas de Estado que los superan y que superan sus políticas o propuestas de gobierno”.

“Eso les ha pasado a todos los presidentes y uno de los ejemplos claros es Barack Obama, que llegó con un mensaje de paz, de no intervención militar en el extranjero, pero que conforme a la reglas de seguridad en EE.UU. debió iniciar acciones militares en Medio Oriente cuando todo su discurso y su plan de gobierno iba en contra de ello; entonces en Estados Unidos gobierna la Casa Blanca y no gobierna el presidente”, dice Yarce.

Agrega que eso da un parte de tranquilidad en la medida en que si bien Trump tiene la posibilidad de hacer mucho bien o mucho daño a la comunidad internacional, estará limitado por los intereses superiores de EE.UU. representados en las políticas de Estado de la Casa Blanca; y eso siempre ha sido un límite para lo que hace el Presidente de Estados Unidos y lo que hacen las fuerzas de Estado por fuera de sus fronteras”.

Los temores desde adentro

Las preocupaciones internas frente a lo que serán los próximos cuatro años bajo el mandato de Donald Trump las personificó el saliente presidente, Joe Biden, en su último discurso como jefe de la Unión.

En esa última intervención en la que se despidió del pueblo estadounidense, les advirtió a sus compatriotas que se está gestando en el país una “oligarquía” con “una riqueza, poder e influencia extremas” que representan una verdadera amenaza para la democracia en Estados Unidos.

Sin embargo, resalta Diego Luis Sánchez, “muchas de sus promesas y propuestas tropezarán obligatoriamente con los tribunales estadounidenses y con las normativas y garantías que ofrece la misma Constitución política de los Estados Unidos”.

En cuanto a la relación con América Latina, ya es muy diciente que el electo mandatario no haya invitado a su posesión a los presidentes, salvo a Javier Milei de Argentina, sino en gran medida a líderes de extrema derecha de los países de la región.

“Donald Trump le está sacando los dientes a la región; lo quiere ver como su patio trasero nuevamente; un patio trasero que ve ahora invadido de gobiernos -progresistas-”, detalla el analista Jorge Luis Yarce.

“Desde una postura política e ideológica de extrema derecha, quiere recobrar un poco la idea de la América Latina de mediados del Siglo XX donde Washington ordenaba y los países americanos bajo gobiernos dictatoriales o afines al poder americano cumplían sus órdenes; cuando países como Panamá, Colombia, Ecuador y Perú cedieron territorios, cedieron soberanía y parte de su autonomía para que EE.UU. hiciera presencia militar con el uso de bases o del mismo canal”.