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Elkin Palacios, el sacerdote tumaqueño que ayuda en tierras africanas

El padre cruzó el océano por obediencia y hoy dirige un centro para jóvenes, donde se enseñan distintos oficios.

Padre Elkin Palacios
El padre Elkin Palacios, nacido en Tumaco, ha construido una misión marcada por la obediencia, la fe y el amor por África. | Foto: Elkin Palacios

Samuel Montealegre Toro

23 de abr de 2025, 01:15 a. m.

Actualizado el 23 de abr de 2025, 11:35 p. m.

Desde las costas del Pacífico colombiano hasta la humedad sofocante del África Occidental, el padre Elkin Palacios —tumaqueño, franciscano, misionero y formador— lleva años entregado a una causa que no tiene fronteras: acompañar a jóvenes en situación de vulnerabilidad.

A ese lejano continente no llegó por ambición ni por aventura, sino por obediencia. Y, como él dice, “uno le va cogiendo como el gusto al dulce”.

Corría el año 1993. El padre Elkin estudiaba la pedagogía amigoniana en Manizales cuando el superior general de su congregación le propuso ir a fundar una nueva misión en África. Su primera reacción fue honesta, con una mezcla de asombro y desconocimiento: “¿Y qué se habla allá?”. La respuesta fue el francés, y pronto su camino lo llevó a Bélgica a estudiar ese idioma antes de llegar a Costa de Marfil.

Padre Elkin Palacios
El sacerdote lleva 28 años de misión entre África y España. | Foto: Elkin Palacios

La pedagogía amigoniana, inspirada por el beato Luis Amigó, busca la redención del joven en conflicto con la ley o en situación de vulnerabilidad, mediante una formación integral que combina valores cristianos, afecto, disciplina y responsabilidad.

Esta pedagogía es el eje del trabajo de la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores —más conocidos como los amigonianos—, una rama franciscana fundada a finales del Siglo XIX en España, dedicada especialmente a la educación y rehabilitación de jóvenes en contextos de riesgo.

“Somos hijos de la obediencia”, afirma. “Vamos donde se requiera y donde se pueda hacer el bien, pero el bien bien hecho”. Esa disponibilidad fue la que lo lanzó al continente africano, sin saber muy bien qué le esperaba, pero con la certeza de que podía servir.

Durante estos 28 años de misión fuera de Colombia, el sacerdote ha vivido varias etapas. En la primera estuvo cuatro años en Costa de Marfil. Luego pasó tres años en España, en Valencia, donde se dedicó al estudio de la teología. Volvió a África por seis años más, retornó otra vez a España como párroco en Madrid, y desde hace seis años está nuevamente en Abiyán, la capital económica y principal ciudad de Costa de Marfil.

Durante estos 28 años de misión fuera de Colombia, el sacerdote ha vivido tres grandes etapas. La primera transcurrió en África, donde pasó sus primeros cuatro años en Costa de Marfil. Luego vino una etapa formativa en Europa, con tres años de estudios teológicos en Valencia, España. Finalmente, ha alternado entre África y Europa: seis años más en el continente africano, un periodo como párroco en Madrid, y desde hace seis años está nuevamente en Abiyán, la capital económica de Costa de Marfil.

Aunque Tumaco es cálido y húmedo, nada lo preparó para el clima de esas lejanas tierras. “Muchísimo calor, pero bien y con ánimo cada día”, comenta. Donde reside, las temperaturas pueden alcanzar los 38 grados, con altos niveles de humedad.

Las condiciones climáticas son extenuantes, pero no merman su entusiasmo ni su compromiso. Las jornadas pueden ser largas: en temporada de confesiones, puede pasar de las cinco de la tarde hasta la medianoche atendiendo a más de 400 personas. “Terminamos súper cansados”, dice.

Padre Elkin Palacios
Jóvenes del centro de la Fundación Amigo Costa de Marfil, en Niangon Lokoa, aprenden carpintería, soldadura, agricultura e informática como parte de su formación integral. | Foto: Elkin Palacios

“África es una pasión. Si no te enamoras de África, no puedes prestar un servicio. Si no te enamoras de la lengua, no puedes comunicarte con la gente”, dice el religioso, convencido de que solo desde la empatía profunda es posible transformar realidades.

Sostener el centro de formación, Fundación Amigo, no es fácil. Los recursos provienen, en su mayoría, de donaciones que gestionan desde la congregación. Gracias a proyectos que presentan ante organizaciones como Manos Unidas, la Comunidad Europea, la Cooperación Española y bancos del país ibérico logran conseguir algunos fondos para comprar materiales y sostener los talleres.

Abiyán es ciudad de contrastes. “Cuando llegas, parece que estuvieras entrando a Cali. Hay puentes, está al borde del mar, rodeada de lagunas, muy bonita”. Pero cuando se adentra en los barrios, la realidad cambia.

En Yopougon, y más específicamente en Niangon Lokoa, el vecindario donde vive y trabaja, las calles están sin asfaltar, llenas de basura y con sensación de abandono. Las autoridades locales se niegan a pavimentar, según dicen, porque “es peligroso para los niños”, debido al tránsito de camiones.

Su trabajo principal es con jóvenes con problemas de conducta. En el centro que coordina junto a otros sacerdotes, además de inculcarles valores, habilidades sociales, espiritualidad y responsabilidad, se les forma en oficios como carpintería, soldadura, agricultura e informática, que ellos mismos pueden escoger según sus intereses. También hay espacios dedicados al deporte y la convivencia. Se trata de ofrecer una segunda oportunidad a quienes lo necesitan.

Padre Elkin Palacios
Los amigonianos, como el padre Elkin Palacios, siguen el legado del beato Luis Amigó, centrado en la educación y la redención de jóvenes con dificultades. | Foto: Elkin Palacios

El padre Elkin no sabe cuánto tiempo se quedará en África. “No le pongo límites a la Providencia. Me dejo guiar por el Espíritu. Voy donde la obediencia me llame”. Así fue como pasó de ser párroco en Madrid a iniciar una nueva misión en Costa de Marfil. “Nuestros votos son la obediencia, la castidad y la pobreza. Y entonces lo compartimos con lo que puramente tenemos y ya está”, dice con serenidad.

Asegura que es profundamente feliz. “Trato de compartir mi felicidad con los que están al lado mío”. Aunque su familia está en Colombia, mantiene un lazo fuerte con ellos. Sabe que, si algún día deja de sentirse pleno en la misión, lo conversará con su superior. Y cuando esa felicidad se acabe, si se acaba, sabrá que es momento de volver a su tierra. “Si me siento cansado, aburrido o insatisfecho, simplemente digo: quiero volver a Colombia”.

Entre religiones

Costa de Marfil es un país de mayoría musulmana, con una población superior a los 31 millones de habitantes. Según datos del Censo General de Población y Vivienda de 2021, el 39,8 % de la población practica el cristianismo —incluyendo católicos, evangélicos, metodistas y otras denominaciones—, y alrededor del 17 % es católica.

Pese a la diversidad religiosa, la convivencia entre credos suele ser pacífica. Existe un ecumenismo vivo, una tolerancia que sorprende. Las relaciones entre las religiones son normales, aceptables, incluso fraternas. El padre Elkin lo resume sin complicaciones: “Hay mucha tolerancia en esa parte”.

La presencia católica en Costa de Marfil ha crecido significativamente. No fue sino hasta 1895, dos años después de que Francia convirtiera al país en una colonia, que dos sacerdotes de la Sociedad de Misiones Africanas, Alexandre Hamard y Emile Bonhomme, lograron establecer una primera misión cristiana. A comienzos del Siglo XX, esa misión dio origen a la primera comunidad, con apenas 43 bautizados.

En los últimos 40 años el crecimiento ha sido notorio. El número de diócesis se ha duplicado, y el país ha pasado de tener 153 sacerdotes diocesanos a contar con 1573. Además, hoy se forman 756 seminaristas distribuidos en diez seminarios diocesanos, según un reportaje de la revista Ecclesia.

Este crecimiento local se inscribe en un contexto global. A nivel mundial se estima que hay cerca de 2400 millones de cristianos, lo que representa alrededor del 32 % de la población, siendo así la religión más grande del mundo. Cerca de 1400 millones son católicos bautizados, según datos del Anuario Pontificio 2025.

En Colombia, el cristianismo también es predominante: el 92 % de la población se identifica como cristiana. En 2022, según la Encuesta de Cultura Política del DANE, ocho de cada diez colombianos dijeron ser católicos.

Samuel Montealegre Toro

Periodista web en elpais.com.co, comunicador social y periodista, con énfasis en reportería para distintas fuentes de información.

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