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MEDIO AMBIENTE

Greta Thunberg: perfil de una niña que hoy es la guerrera ambientalista del Siglo 21

La activista de 16 años que cree que si un puñado de niños puede acaparar los titulares del mundo solo por faltar al colegio unas pocas semanas, cuánto más se podría hacer por el bien del planeta si todos actuáramos juntos.

29 de septiembre de 2019 Por: Redacción de El País
En mayo de 2019, Thunberg apareció en la portada de la revista Time, que la nombró ‘Líder de la próxima generación’ y señaló que muchos la ven como un modelo a seguir. | Foto: Foto: Especial para El País

Greta Thunberg tenía 8 años de edad cuando oyó hablar por primera vez sobre el calentamiento global. Le explicaron en casa, en Suecia, que los seres humanos y sus hábitos de consumo habían logrado alterar el clima del planeta entero, así que debía ahorrar agua y reciclar.

Al parecer eso era todo lo que podía hacer una niña: separar vidrios y desechos orgánicos, los plásticos de las cáscaras de banana, y sentarse tranquilamente a esperar el deshielo de los polos, la extinción de especies endémicas, o que los políticos a cargo de las leyes y los empresarios a cargo de la economía, y en general los adultos habitantes del planeta se hicieran cargo de las soluciones.

Greta encendió el televisor, entonces, para ver en las noticias los ecos del cambio climático, pero solo encontró lo habitual, realitys, series, entretenimiento de primer nivel, y en los noticieros cubrimiento de las alfombras rojas y extrema preocupación por saber quién diseñó el vestido de qué actriz en la gala de entrega de algún famoso premio, pero de la destrucción del planeta nada.

¿Por qué los medios de comunicación no estaban obsesionados con estos asuntos? ¿Por qué los adultos respetaban la ciencia pero elegían no creerle cuando señalaba con cifras, estudios, hechos, datos, pruebas, el irremediable deterioro de nuestra única casa?

Greta enfermó de depresión. Dejó de comer y de hablar. Se sentaba en la escuela y no intentaba socializar con nadie. La preocupación de sus padres la llevó a ser evaluada, y los médicos le diagnosticaron Síndrome de Asperger, una condición del espectro autista que caracteriza a los individuos por tener un cerebro híper especializado y enfocado, capaz de concentrarse mucho más tiempo de lo normal en una misma actividad o campo de interés, casi que de forma obsesiva, si la palabra ‘obsesiva’ no estuviera tan cargada de mal significado.

El Asperger, que es un autismo de alta funcionalidad, ha sido asociado con personalidades públicas como el futbolista argentino Lionel Messi, quien tiene un híper foco espacial en la cancha y la domina a sus anchas, mientras desarrolló su excepcional habilidad física a un nivel magistral.

Otro ejemplo es Thomas Alva Edison, inventor del fonógrafo, la cámara de cine o la bombilla incandescente, a quien su madre desescolarizó, pues no encajaba en los estándares de normalidad de la escuela, igual que Steve Jobs, creador de Apple, desertor universitario y acusado de tener muy torpes relaciones interpersonales, incluso con su hija, porque estaba demasiado ocupado en llevar a cabo la tarea creativa para la que sentía que nació y que finalmente cambió el mundo para siempre.

O Albert Einstein, de quien sus biógrafos han narrado que tardó más de la cuenta en hablar, pues para los Asperger verbalizar y socializar con los pares reviste muy poco interés, puesto que los aleja de su foco central de interés, en este caso los fenómenos de la ciencia y la naturaleza, por lo que también se asocia con la capacidad de trabajo minucioso y persistente, híper específico, de Charles Darwin.

Así pues, preocupada por la perdurabilidad y la salud del planeta, Greta decidió escuchar lo que tenían que decir los grandes científicos de la actualidad sobre el clima, las especies y los hábitos de consumo humano, en especial las emisiones contaminantes y la salud del aire y los océanos.

Toda esa información estaba allí, disponible y proveniente de las mejores fuentes y las mejores universidades y centros de investigación del mundo. Pero nadie quiere andar deprimido pensando en cosas tan negativas, o preocupado por el fin del planeta tal y como lo conocemos, cuando mañana hay que levantarse temprano con buena cara.

Como buena Asperger, Greta tiende a ver el mundo en blanco y negro y con enfoque especializado, sin los eufemismos que los demás suelen usar para atenuar o embellecer o minimizar los asuntos graves. “No lo entiendo. Porque si las emisiones tienen que parar, entonces debemos pararlas. Esto es blanco o negro. No hay grises cuando se trata de sobrevivir. O continuamos existiendo como civilización o no. Tenemos que cambiar”, dice.

Armada con datos, cifras, información proveniente de los científicos adultos a los que nadie escucha, Greta decidió iniciar una protesta por el clima en su escuela, pero el poco eco que tuvo entre sus compañeros de escuela la empujó a realizar una acción solitaria: pidió permiso a sus padres para faltar a clases (al principio ellos no estuvieron de acuerdo, y le advirtieron que tendría que hacerlo sin apoyo y bajo su responsabilidad), y se plantó frente al parlamento sueco en Estocolmo, con su gorrita para el frío y las trenzas que la caracterizan, para levantar su voz de protesta.

Los viernes se convirtieron en su día de huelga por el clima, desde agosto de 2018, para convocar a otros en todos los rincones del mundo a protestar ante sus gobernantes y exigirles repensar las políticas y el cumplimiento de los tratados ambientales ya firmados, en tiempos en que líderes como Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, niega que exista algo llamado “calentamiento global”, idea que secundan millones de negacionistas climáticos por considerar que se trata de discursos de izquierda concebidos para frenar el desarrollo de las naciones más poderosas de el planeta.

Cuando los medios y las redes sociales empezaron a registrar la marcha de Greta, y su historia se viralizó, comenzó a ser incómoda para los políticos de su país, Suecia, uno de cuyos líderes más reconocidos la mandó a casa y la instó a estudiar en lugar de andar protestando fuera del aula de clases. A lo que ella respondió: “¿Y por qué debería estar estudiando por un futuro que pronto dejará de existir cuando nadie está haciendo absolutamente nada por salvarlo?”.

Y añadió: “¿Qué sentido tiene aprender datos dentro del sistema educativo cuando es evidente que los datos más importantes que nos proporciona la ciencia más erudita dentro de ese mismo sistema educativo no significan nada para nuestros políticos y para nuestra sociedad?”.

¿Quién debería escuchar a una simple niña privilegiada?, se preguntan muchos, y otros le piden que curse una larga carrera como científica para que, entonces sí, pueda venir a dar los mismos argumentos que ya dan los científicos actuales. Sobre la descalificación por su edad, Greta aclara que no tiene tiempo, y no lo tiene por una razón sencilla: el planeta no durará tanto al ritmo actual. Es ahora cuando hay que actuar.

Su lógica es simple, pero contundente: “Si vivo hasta los 100 años aún estaré viva. Cuando ustedes piensan en el futuro no piensan más allá del año 2050. Para entonces, en el mejor de los casos, no habré vivido la mitad de mi vida. ¿Qué ocurrirá después? En el año 2078 cumpliré 75 años. Si tengo hijos quizá me pregunten por ustedes. La gente que en 2018 estaba aquí. Tal vez me pregunten por qué no hicieron nada cuando todavía había tiempo para actuar. Lo que hagamos o dejemos de hacer ahora afectará toda mi vida y la de mis hijos y nietos. Y lo que hagamos o dejemos de hacer ahora, ni mi generación ni yo misma podremos deshacerlo en el futuro”.

Se dice de Greta

“Es irónica, directa, a veces sarcástica. Lo opuesto de tierna (…) Como una Casandra en la era del cambio climático, su acto solitario de desobediencia civil la ha convertido en un producto mundial”, dijo sobre ella The New York Times. “Armada con su gorro de lana y sus trenzas, ha tenido éxito allá donde miles de científicos y militantes han fracasado”, escribió Le Soir sobre la hoy candidata al Premio Nobel de Paz.

Pero los ataques no se han hecho esperar, por supuesto, porque aunque la defensa del planeta pareciera un tema universal, pasa por pisar los callos de muchos intereses económicos y políticos, pasa por hablar de fracking, de industria limpia, de emisión de gases, de restricciones migratorias, de exploración minera de selvas y ríos, y casi no queda actividad humana a salvo de revisión ambiental, así que no es de extrañar las enemistades que Greta ha levantado a su paso.

Pero quizá quien mejor la ha descrito es el escritor francés y Premio Nobel de Literatura J.M.G. Le Clézio, “Greta habla para ella, para su generación, pero también para sus hijos y, más allá de los seres humanos, para la Tierra entera, en su preciosa y frágil belleza. Escuchémosla. Tal vez todavía estemos a tiempo”.

Greta Thunberg responde a quienes la acusan de ser un títere

”El 20 de agosto me senté delante del parlamento sueco. Repartí folletos con una larga lista de datos sobre la crisis climática junto con explicaciones sobre mis motivos para hacer huelga. Lo primero que hice fue anunciar en Twitter e Instagram lo que me proponía, y entonces se hizo viral. Luego empezaron a llegar los periodistas y los medios de comunicación. Ingmar Rentzhog, un empresario y emprendedor sueco que también es activista del movimiento climático fue de los primeros en aparecer. Habló conmigo e hizo fotos que colgó en Facebook. Esa fue la primera vez que lo vi y que hablé con él".

“A mucha gente le gusta hacer circular rumores sobre que hay alguien detrás de mí, o sobre que me pagan o me utilizan para hacer lo que hago. Pero detrás de mí solo estoy yo misma. Mis padres no podrían estar más alejados del activismo climático antes de que yo les hiciera tomar conciencia de la situación ".

"No formo parte de ninguna organización. A veces he apoyado y colaborado con varias entidades no gubernamentales que trabajan por el clima y el medio ambiente. Pero soy totalmente independiente y solo me represento a mí misma".

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