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¡Qué calor! Cataluña enfrenta una de sus peores sequías en 50 años
El déficit de lluvias lleva ya 32 meses. Los habitantes de esta localidad española han retornado al pasado. Guardan agua en botellas para lavarse los dientes en la mañana y tienen prohibido regar los jardines.
Desde hace meses, María González almacena agua en botellas para hacer frente a los cortes del servicio en el pueblo donde vive en Cataluña, una región del noreste español que enfrenta una de sus peores sequías en décadas.
Ante la preocupante falta de lluvias, los hogares de L’Espluga de Francolí -un municipio de 3.600 habitantes, unos 120 km al oeste de Barcelona-, se quedan sin suministro entre las 22H00 y las 07H00.
Además, un camión cisterna realiza numerosos viajes semanales, transportando agua desde otro pueblo para alimentar el depósito municipal.
Los problemas de abastecimiento no son nuevos aquí, donde ya se vivieron cortes en el pasado, debido a sus exigidos acuíferos, pero cada vez son más intensos.
“Hay un punto y aparte, que es el efecto climático evidente (...), que ha evolucionado muy rápido en dos o tres años”, lamenta Xavier Rosell, concejal de Medio Ambiente y Servicios Municipales.
Y con sus reservas bajo mínimos, los vecinos deben adaptarse a esta vuelta al pasado. “Guardamos agua en botellas, para lavarnos la cara y los dientes por la mañana cuando nos levantamos para ir a trabajar. También para el váter”, explica María González, una auxiliar de enfermería de 24 años.
“Por la noche, o nos duchamos en el trabajo o en el gimnasio o sino calentamos agua en ollas, como antiguamente”, agrega resignada.
Embalses menguantes
Con una sequía que encadena ya 32 meses, el déficit de lluvias que azota Cataluña preocupa a las autoridades, en una carrera contrarreloj para evitar que se apliquen cortes domésticos en otras localidades de esta región de 7,7 millones de habitantes.
Para hacerle frente a la crisis, el gobierno catalán decretó en marzo el estado de excepcionalidad, el segundo de mayor gravedad, en sus zonas más pobladas, que implica la prohibición de regar jardines o reducciones en usos agrícolas e industriales del agua.
La falta de precipitaciones, especialmente crítica en la provincia de Barcelona, ha dejado los embalses internos de Cataluña al 26% de su capacidad, según datos del gobierno regional.
En el pantano de Sau, a unos 90 km de Barcelona, el descenso del agua hace meses que devolvió a la superficie la iglesia de Sant Romà, anegada junto al resto del pueblo cuando se abrió el embalse en la década de 1960.
Para salvar el agua restante, las autoridades decidieron acelerar la transferencia de parte de las reservas de Sau a un pantano vecino, e incluso extraer 2,6 toneladas de peces para evitar que la contaminaran.
Con su emergida iglesia convertida en uno de los iconos de esta sequía, el embalse de Sau está ahora al 6,6% de su capacidad.
Cambio de modelo
No es la primera vez que Cataluña, que atravesó otra aguda sequía entre 2004 y 2008, pelea contra la falta de lluvias, pero estos episodios han ganado potencia.
“Las sequías por el cambio climático se recrudecen”, indica Narcís Prat, catedrático emérito de Ecología de la Universidad de Barcelona, en referencia a la mayor evaporación del agua que provoca el aumento de las temperaturas.
En el extremo sur de Europa -el continente donde el calentamiento avanza más rápidamente, según la ONU-, 2022 fue el año más caluroso registrado en España, de acuerdo con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Los números siguen sin ser muy alentadores y en lo que va del actual año hidrológico, que se inició el pasado octubre, el valor medio de las precipitaciones nacionales ha sido un 21% menor de lo normal para este periodo.
“Estamos en un momento difícil desde el punto hidrológico y también desde el punto de vista de la pluviometría”, indicó el ministro de Agricultura, Luis Planas, en la víspera de que se reúna la mesa de seguimiento de la sequía.
Además del Noreste, la falta de precipitaciones también destaca en el sur del país, donde la cuenca del Guadalquivir tiene sus pantanos al 25,2%.
La media nacional actual es del 50,7%.
“La zona mediterránea, lo tiene muy mal, por lo tanto tiene que adaptarse a otras maneras de hacer gestión de agua”, señala el catedrático Prat.
“Se trata de cambiar el modelo de que tenemos agua en unos depósitos grandes que se llaman embalses a otro con otros recursos (...) como las desalinizadoras, la regeneración”, agrega.
En esta vía pretende insistir el gobierno catalán, que aceleró las inversiones para instalar más potabilizadoras, depuradoras y desalinizadoras como las que ya operan en la región.
Con información de AFP
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