Opinión
A nuestra Directora:
Qué bello cerrar así un ciclo, satisfecha y feliz por el deber cumplido, y con la gratitud, la admiración y el cariño de su gente, por ser una jefa respetuosa y cálida. Eso que llaman ser gente. Y ella sí que lo es.
El viernes 30 de junio fue su último día en la empresa que su abuelo, Álvaro Lloreda Caicedo, fundó hace 73 años. Lucía plena, con su cabello a medio recoger, pantalón y camisa larga, siempre clásica y sobria. Antes del mediodía, de paso hacia la redacción, conversamos un par de minutos:
-Cómo se siente hoy, Directora.
-Tranquila. Cómo ya me venía preparando, desde enero, estoy tranquila. Terminando de arreglar cosas y muy agradecida con el cariño de la gente”.
Sí, probablemente era un adiós anunciado, pero no por ello menos nostálgico, porque con su partida se cierra una era, que ya está inscrita en la historia de la región, en la que El País ha sido testigo, día tras día, de su acontecer. Para quienes llevamos ya un buen tiempo aquí, y guardamos ese romanticismo inherente a nuestra labor, fue inevitable sentir melancolía, al ver partir a la que fue Directora y Gerente de esta casa editorial, que por tanto tiempo fue de su familia, la familia Lloreda.
“Algún día tenía que irme y ese día llegó. Y no podía ser de mejor manera. El País queda en buenas manos y en una transformación que era necesaria. Tuve la confianza de Gabriel (Gilinski) para quedarme el tiempo que considerara necesario y así fue. Me voy satisfecha”, dijo, al final de la tarde, mientras recogía lo que aún quedaba en su oficina.
Antes de irse pasó de nuevo por la redacción y se despidió, uno por uno, en medio de un aplauso. Una semana atrás había sido su despedida formal, con misa, palabras y celebración. Todo tan sentido. Todo tan merecido...
Habrá muchas cosas por las qué recordarla. Pero sobre todo por ser una gran líder, trabajadora incansable, cálida y señora, firme cuando había que serlo y divertida en los momentos que así correspondía. Dueña de un sentido común, como pocos. Sin ser periodista desarrolló un criterio agudo y un ojo único para cazar errores. Siempre pendiente de que todo saliera bien.
Sin proponérselo, su condición de mujer líder fue relevante en varios momentos; entre ellos, cuando un informe la destacó entre las mujeres al frente de los medios nacionales. O cuando la Sociedad Interamericana de Prensa la hizo presidenta, y su género se enfatizó en la noticia. En ello, su voz y liderazgo fueron necesarios e inspiradores.
Pero quizás por lo que más la recordaremos es por su insistencia en mantener El País vivo, a pesar de la dura tormenta vivida, por una larga crisis financiera. Incluso, con meses en los que se pensó que habría que liquidar. Al final, el 10 de enero de este año, selló un acuerdo, acompañada de su familia, en el que El País pasó a manos de Publicaciones Semana, con Gabriel Gilinski a la cabeza. Así terminaban los días de angustia e iniciaba otro camino para el diario, que justo esta semana, la última de la Directora al frente, celebró el ser el medio regional más leído por las audiencias digitales en Colombia.
Qué bello cerrar así un ciclo, satisfecha y feliz por el deber cumplido, y con la gratitud, la admiración y el cariño de su gente, por ser una jefa respetuosa y cálida. Eso que llaman ser gente. Y ella sí que lo es.
Por eso hoy, Directora, le damos gracias por tanto, por sus batallas que fueron las nuestras. Por su liderazgo, sus enseñanzas, su rigor, su franqueza, su trato humano y por estar siempre aquí, con nosotros. Gracias por reconocer el esfuerzo de sus empleados, por valorarlos. Siempre estará en nuestro corazón y en el de esta casa editorial. Gracias totales, doctora María Elvira Domínguez Lloreda. @pagope
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