Columnistas
50 años después
Teniendo muchos desafíos en materia económica y social la Colombia de hoy es mejor a la de hace 50 años.
En días pasados la Anif, Asociación Nacional de Instituciones Financieras, celebró 50 años y su presidente, José Ignacio López, hizo una presentación comparativa del país en medio siglo, con énfasis en lo económico y social, que vale la pena recordar y divulgar, más cuando se discuten iniciativas de ley que pueden echar al traste el camino recorrido y el Gobierno Nacional insiste en estigmatizar el modelo económico y apostarle al decrecimiento.
Señala el estudio que Colombia ha tenido grandes avances en cinco décadas. En salud, la cobertura pasó del 6% al 93%; en educación, el acceso a la secundaria saltó del 36% al 98% y en la superior, del 6% al 55%. La población en condición de no pobreza pasó del 41% al 73%, y la ocupación de las mujeres del 32% al 60%. La expectativa de vida incrementó de 67 a 77 años y el ingreso por habitante se triplicó. Un logro monumental.
Similar en servicios públicos. La cobertura en acueducto y alcantarillado pasó del 57% y 42,3%, respectivamente, en 1973, al 88% en 2021, en ambos servicios; 97,4% y 91,9% en las cabeceras. En electricidad, aunque 1,5 millones de personas carecían de esta en el 2018, el 96,5% de la población contaba con suministro. Y es innegable la mejoría en infraestructura, en especial en los últimos 15 años. (Cede 2005-19/Min Vivienda 2023).
Estos cambios, significativos, estuvieron acompañados de un crecimiento desbordado del Estado. El gasto del Gobierno Central se quintuplicó en los últimos cincuenta años, pasando del 7% al 35%, en especial desde la Constitución de 1991 (en ese año era de 10%). Si bien como proporción al PIB es menor al promedio de los países de la Ocde, 43%, cuando estos tenían un ingreso per cápita similar al de Colombia, representaba el 23%.
En exportaciones pasamos de depender del café al petróleo y el carbón. En 1974 el 40% de las ventas al exterior eran café proporción que llegó al 60% en 1978. Desde el 2000 el sector minero-energético empezó a representar el 40% de las ventas al exterior llegando a una participación superior al 60% entre 2010 y 2014; desde entonces ronda el 50%. Si bien hay un avance, la diversificación exportadora sigue siendo una quimera.
Resalta la Anif, que los países ricos y de mayor crecimiento económico están, además, mejor preparados para la transición energética. Suiza, Dinamarca, Francia, Alemania, Estados Unidos y Reino Unido, por ejemplo, están entre los de mayores ingresos y mejor preparados para diversificar su matriz energética. Similar Chile, Brasil y China, países de ingreso medio. No es el caso de Colombia, con la inversión en picada y un pronóstico de crecimiento poco halagador.
No deja de ser paradójico que un Gobierno que dice velar por los más pobres insista en socavar el sector privado que es el que ha generado la riqueza en los últimos cincuenta años, y marchitar la industria petrolera y de carbón cuando la anhelada diversificación de las exportaciones es un discurso hueco. Y lo que es peor, que se rasgue las vestiduras por la transición energética, al tiempo que obstaculiza el crecimiento, lo cual la retarda.
Teniendo muchos desafíos en materia económica y social la Colombia de hoy es mejor a la de hace 50 años. Se debe en parte al incremento en el gasto social pero en especial a la consolidación del sector privado, que ha generado el empleo, la riqueza y los impuestos. Sin desconocer sus falencias, no es cierto entonces que el modelo de iniciativa privada y libre mercado haya fracasado, como lo pregona la nueva izquierda radical burguesa. Defender lo ganado y corregir lo necesario debe ser la consigna para seguir avanzando.
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