Límites de crecimiento
Con todas las deficiencias conocidas, el PIB es un buen indicador para medir y comparar el crecimiento de las economías nacionales, regionales y a nivel mundial.
Con todas las deficiencias conocidas, el PIB es un buen indicador para medir y comparar el crecimiento de las economías nacionales, regionales y a nivel mundial. Jeffrey Sachs, uno de los economistas más importantes del mundo, según el New York Times, muestra en su libro: ‘La era del Desarrollo Sostenible’ (Paidos, 2014) como, desde la Revolución Industrial hasta hoy, se ha presentado un inusitado crecimiento del PIB, con indudables consecuencias benéficas para la población. Ciertamente, el crecimiento ha sido mayor en unos países que en otros, en momentos distintos y dependiendo también de posiciones y relaciones distintas entre naciones. Pero Sachs también argumenta que este crecimiento es insostenible, esencialmente por las consecuencias ambientales y sociales de degradación que se asocian con el crecimiento económico. El cambio climático se produce por acumulación de CO2 en el ambiente. Se suceden sequías, inundaciones, grandes desplazamientos de tierra, de deshielo, aumentos en las temperaturas promedio, con graves consecuencias para la agricultura, fauna y flora, entre otros. Estas consecuencias negativas que tienen causas globales y especialmente centradas en los países con más desarrollo económico, afectan más las naciones y/o poblaciones que se encuentran en situaciones socio-económicas desfavorables. Sachs argumenta que el crecimiento económico tiene límites, si se continúa desarrollando de la misma manera. Es necesario abandonar la motivación de hacer ‘business as usual’, para proponerse unos ‘Objetivos de Desarrollo Sostenibles’ en diversos campos, más allá de la economía, que se fundamentan en una nueva ética para la vida colectiva y el bien común.
Joseph Stiglitz, otro notable economista, retoma la discusión preguntándose sobre el sistema económico y político que mejor puede conducir hoy al bienestar humano, después del fracaso del experimento ‘neoliberal’ ( El Espectador, junio 9/19). Se pone en desacuerdo con el nacionalismo de extrema derecha, con el reformismo de centro izquierda, una visión neoliberal con rostro humano, y defiende una versión de izquierda progresista que, en mi opinión, apunta a una ‘social democracia’ del Siglo XXI, compatible con el capitalismo, que tiene ante sí varios retos estratégicos, uno de los cuales es que se debe proteger el medioambiente y combatir el cambio climático. Esta importante reflexión es estratégica, pensando en el largo plazo, en un mundo de incertidumbres sobre el devenir, para nosotros y las generaciones que llegan.
Recientemente, tuvimos el privilegio de tener entre nosotros, en la Universidad Autónoma de Occidente, al eminente profesor mexicano Enrique Leff quien nos habló de la Racionalidad Ambiental (Siglo XXI, 2004), como una racionalidad que debemos socializar y compartir ya que nos encontramos ante una ‘crisis de civilización’, producto de un crecimiento económico que ha tenido nefastas consecuencias ambientales y sociales. En Colombia, en nuestra región y ciudad, este debate es aún incipiente, pero no es inexistente. Es muy pobre entre los líderes políticos que nos están proponiendo un nuevo país, región o ciudad con politics and economics as usual. Pero el debate comienza a tener resultados importantes en las universidades, en programas de estudio, investigaciones y prácticas ambientales distintas. Recientemente, en un encuentro en Cali, varias universidades nacionales se refirieron al “campus (universitario) sostenible”. Es una pequeña muestra que se puede generalizar en otros ámbitos. Hemos tenido también encuentros de ‘huerteros’ que son significativos de lo que puede llegar a ser la producción sana de alimentos. Hay un país nuevo que emerge con formas aún incipientes de conciencia ambiental. Se requieren líderes que capten como podemos vivir mejor, cambiando ideas rutinarias, pensando en el futuro y pasando la página sobre los conflictos violentos del pasado.