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Arte degenerado

Es imposible no advertir la diferencia entre el mundo del Siglo XVII y el del Siglo XX, ahora aún más cuando llegan los ‘degenerados’.

1 de marzo de 2025 Por: Óscar López Pulecio
Óscar López Pulecio
Óscar López Pulecio | Foto: El País

Ya viejo, a Marc Chagall le encomendó André Malraux, ministro de Cultura del general De Gaulle, que repintara el cielo raso de la ópera de París. Casi una profanación, pues el decorado del edificio construido en 1875 por el arquitecto Charles Garnier por órdenes de Napoleón III era una explosión de curvas y dorados que buscaban revivir el barroco de la corte de Luis XIV. Una especie de falsa ostentación llevada a los extremos. Cambiar la pintura académica de dioses mitológicos que iban muy bien con el resto de la decoración por una obra del pintor franco-ruso cuyas personas, animales y edificios volaban por los aires fue un escándalo, que aún dura. Es 1964 y Chagall tiene 77 años.

Un triunfo para Chagall y para el arte moderno, pues en 1937 el pintor había sido uno de los protagonistas de la exposición ‘Arte Degenerado’ montada por el régimen de la Alemania nazi, para condenar a las tinieblas exteriores a todos los artistas modernos y reivindicar la pureza de las artes plásticas alemanas que revelaban la superioridad de la raza aria. De ese arte lleno del vigor y la belleza de la juventud dorada del tercer Reich nada queda. Las obras de los artistas ‘degenerados’ en cambio, son las joyas de los museos de arte moderno alrededor de mundo. Durante esa purga se cree que se destruyeron más de 20.000 obras de arte y se malvendieron el resto.

La lista de los ‘degenerados’, con Chagall a la cabeza, por ser judío, incluía a Pablo Picasso, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Oskar Kokoschka, y toda la vanguardia pictórica alemana. Ni Vincent van Gogh se salvó de ser incluido. Se exhibieron 600 trabajos. Como dato curioso, la exposición que viajó por varias ciudades fue un éxito. Tantos años después podría pensarse que el mundo convulsionado y en descomposición que pintaban esos artistas rompiendo toda norma estética tradicional terminó por ser el que acabó creando el nazismo. Los artistas presagiaron el horror que se venía y por ello quizás fueron repudiados.

La historia viene a cuento porque el Museo Picasso de París acaba de inaugurar una exposición que retoma el nombre infame ‘Arte degenerado’ con obras de algunos de los artistas que fueron prohibidos entonces. El Museo Picasso tiene la misma contradicción entre la ópera de París y la obra de Chagall. Es un bello edificio neoclásico del Siglo XVII, el Hotel Salé, en el Marais, dispuesto por el gobierno francés para albergar las pinturas y esculturas de Picasso que pertenecían a sus hijos y a su esposa, entregadas al Estado como pago de impuestos de sucesión. Es imposible no advertir la diferencia entre el mundo del Siglo XVII y el del Siglo XX, ahora aún más cuando llegan los ‘degenerados’.

Lo que quiso hacer el nazismo en la Alemania de preguerra fue crear entre el público un sentimiento de indignación para sustentar la decadencia moral de tantos artistas judíos, bolcheviques, homosexuales, que constituían una amenaza para el destino histórico de la nación alemana. Presentarlos como un atentado a la pureza de una cultura cuyo mayor símbolo era la obra de Richard Wagner y su recreación musical de los grandes mitos fundacionales. Es difícil imaginar una campaña de propaganda más perversa. Esas minorías que los artistas representaban fueron a dar a los campos de concentración. Una lección histórica sobre los peligros de la manipulación de los valores culturales, que bien vale la pena no olvidar.

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