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SALUD EN CALI

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Su único pecado fue tener más de 80... Se convirtió de la noche a la mañana en “paciente femenina en la novena década de su vida”

13 de marzo de 2023 Por: Aura Lucía Mera

En memoria a Clemencia Sarria

‘Caleños siguen rogando por su derecho a la Salud’, ayer este periódico destacó en página entera esta problemática. Yo diría que este Derecho ya no existe para la población de más de 70 años. Las EPS, los centros de salud, están haciendo su agosto y pescando en río revuelto con esta lenta y contradictoria Reforma a la Salud.

Fui testigo presencial de la desidia, el desinterés y la indiferencia médica y hospitalaria con Clemencia Sarria, una mujer fantástica, que trabajó en la familia casi cuarenta años. Una amiga, una compañera de vida. Su carácter y su sentido del humor, únicos. Sus últimos 20 años los dedicó a su segundo hijo, víctima de una agresión brutal que lo dejó parapléjico. Sin embargo, jamás perdimos contacto. Visitas, llamadas telefónicas, intercambios de fotos, anécdotas.

Clemencia, llena vida. Su único pecado fue tener más de 80... Se convirtió de la noche a la mañana en “paciente femenina en la novena década de su vida”, ingresada por urgencias a la Clínica Uribe Uribe por un repentino dolor abdominal, una madrugada interminable sin que nadie la atendiera. Al día siguiente le tomaron una ecografía de abdomen cuyo resultado el médico de turno nunca recibió o no lo leyó, y ya entrada la noche el médico nocturno lo miró y la remitió a la madrugada al Edificio de Colores, porque la Uribe Uribe no tiene cuidados intensivos.

Del Edificio de Colores la recibió en el piso tercero de cuidados intensivos donde un mediquillo soberbio y arrogante se limitó a decir que “estaba grave”. A la madrugada siguiente murió, según el certificado de defunción, “de muerte natural”.

Se pelotearán entre la Uribe y la de Colores las responsabilidades, lo cierto es que la dejaron morir como a un perro, ninguna entidad va a gastar en exámenes ni tratamientos a “una paciente femenina en la novena década de su vida”.

En el velorio, con sus familiares y amigos, frente a la Uribe Uribe se escuchaban los comentarios de “al que lo entran a esa Clínica es para dejarlo morir”. Sin cuidados intensivos, sin teléfonos que contesten, un edificio prácticamente en ruinas donde practican estudiantes de la Universidad Libre, no digo más.

Ignoro si Clemencia se hubiera salvado. Repudio la total indiferencia y trato inhumano que se le brindó. Si hubiera sido una mascota perdida hubiera recibido más atención.

Si a esto le agregamos las demoras de las EPS en dar citas, autorizar exámenes, suministrar medicamentos, y si relacionamos estas demoras y evasivas a personas de más de 70, blanco es gallina lo pone y frito se come... El sistema de salud a nivel mundial está acorralando a los mayores, seniors o viejos, como nos quieran llamar. No valemos más que un acetaminofén.

Lo que llaman ahora ‘Eutanasia pasiva’, sin ningún gasto, todos mueren de muerte natural.

Recuerdo la Uribe Uribe en sus días gloriosos. Qué maravilla de atención, qué amabilidad de sus funcionarios, médicos y enfermeros. Cada paciente era un ser humano único e irrepetible. No un número en una muñeca tirado en un catre sin que nadie lo cuide.

Pilas a los que pasamos los 70, no salgan, no se caigan, no les duela nada, no se quejen, traten de entrar a la otra dimensión rodeados de amigos y en sus casas. Y no molesten porque los pasan a un hogar de ancianos, estamos sobrando un poco y no saben qué hacer con tanto viejo. Pilas...

***

Posdata. Clemencia, ojalá esta nota sirva para que tu muerte no haya sido en vano. Siempre estarás viva en mí corazón.

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