Columnistas
Bajar los guantes
La disposición interior, el compromiso personal de hacer un mejor mundo, es un propósito sanador que cada quien agendaría para el 2025.
Fin de año y cientos de promesas. Difícil no hacer un balance y amarrarle, inmediato, un propósito. ¿Qué quiero cambiar en mi vida? ¿A qué me comprometo en este 2025? No interesa la edad que se tenga. El ritual del 31 y la promesa (e ilusión) de lo que está por venir, no se desvanecen. ¿Pero cómo evitar ese sinsabor de fin de año habiéndome fallado por lo que me propuse el 31 pasado y no cumplí? ¿Cómo no repetirlo?
Simple: pocos, poquísimos, casi únicos propósitos. Y como cada vez estamos más conectados universalmente (tecnología, redes) vale la pena apostarle a un propósito común que energéticamente construya mejores vivideros. No se necesita decreto gubernamental, ni leyes que lo aprueben. Basta con la decisión personal, siendo conscientes de que una acción individual unida a otra y a otra, fabrica red social, red energética. Entonces propuesta para 2025: ¿por qué no bajar los guantes?
No espere que el otro lo haga. Empiece por usted, empiece por no dejarse enganchar, por no creerse poseedor de la verdad, por aceptar la diferencia. Es claro que este mundo cada vez es más y más agresivo, por decisiones individuales que sumadas, crean tejido social. Entonces el hogar, el vecindario, el trabajo, el parque, la comuna, la ciudad, la región, el país, el mundo… en escala la agresividad se multiplica.
Y si se pregunta cómo puedo contribuir a hacer un mejor mundo, empiece por revisar qué tan alzados tiene sus guantes. De qué tamaño es su intolerancia para responder o actuar con agresividad. Porque creo que ninguno, con dos dedos de frente, puede negar el grado de intolerancia que respira el planeta. No podemos sentirnos orgullosos del mundo que estamos creando… es posible que los demógrafos se devanen los sesos preguntándose por qué ha bajado la tasa de natalidad o por qué las nuevas generaciones no quieren tener hijos.
Basta con mirar alrededor, por darnos cuenta de cómo se vive, para aceptar el sin sentido de traer un muchachito a este planeta. ¿A sufrir? ¿A vivir en medio de la guerra? ¿A habitar naciones con presidentes desquiciados? Creo que esta nueva generación tiene mucha más conciencia del lugar que habitamos y por ello no es tan irresponsable de traer hijos al planeta del desequilibrio.
Pero cada uno si puede colocar un granito de arena para respirar menos agresividad en cualquier escenario en donde se esté en el 2025. Es una tarea individual de repercusiones colectivas. En vez de seguirme quejando y doliendo por estos niveles de violencia, sí puedo responsabilizarme de bajarle voltaje al incendio. Contribuyendo de paso a la salud mental de mi entorno.
Los niveles de depresión (rabia guardada), de ansiedad (necesidad de controlar el futuro), de angustia (miedo a la incertidumbre) que invaden el presente, tienen mucha conexión con la manera como nos relacionamos unos con otros. El solo hecho de “bajar los guantes”, no estar a la defensiva, no tomar las situaciones adversas como personales, no suponer libretos de tragedia, aportaría calidad de vida. A la mía y a la de otros.
La disposición interior, el compromiso personal de hacer un mejor mundo, es un propósito sanador que cada quien agendaría para el 2025. Bájele a los guantes, no por decreto sino por convicción y de pronto nos sorprendemos de que la convivencia es más sana y armónica. Parece sencillo. ¿Lo intentamos?