Columnistas
Bob Dylan en el cine
Sus canciones lograron que el público del rock and roll y el pop se fijara también en las letras, en las historias que contaban y en los universos que eran capaces de reproducir.
Los aficionados a la música del mundo entero estamos a la espera de que llegue, y ojalá pronto, el 25 de diciembre de este año. Pero esta vez el motivo no será únicamente la celebración decembrina, sino el lanzamiento de la nueva película sobre la vida de Bob Dylan. Ese será el verdadero regalo de Navidad que recibiremos los entusiastas de la música.
‘Un completo desconocido’ es el nombre de la película, protagonizada por Timothé Chalamet, a partir de las palabras de su canción ‘Like A Rolling Stone’ y que describe con total precisión la manera en que Dylan surgió de la nada y conquistó paso a paso la escena musical de los 60.
De esa llegada a Nueva York a comienzos de los 60, cuando apenas tenía 20 años y solo llevaba una guitarra en sus manos, el propio Bob Dylan escribió un bellísimo libro llamado Crónicas. Ahí pueden encontrarse muchos de sus recuerdos de sus primeros días, cuando a punta de talento y autenticidad logró ganarse el respeto del ortodoxo y muy cerrado círculo de los puristas de la música folk.
Luego, vino su transición a la música rock, desde una trilogía de discos memorables entre 1965 y 1966, con la que protagonizó una de las mayores controversias de la música moderna y se ganó las críticas de todos sus antiguos seguidores de la música folk. Pero valió toda la pena y, de no haberlo hecho, muy seguramente la obra de Dylan no hubiera alcanzado el grado de reconocimiento que logró tener más adelante. Si todavía hoy, cada vez que suena ‘Like A Rolling Stone’ sus primeros tres segundos suenan increíblemente nuevos y transformadores, no alcanzo a imaginarme lo nueva que llegó a sonar en 1965, cuando fue lanzada y compitió por el primer lugar en las listas con los Beatles. En tiempos de la invasión cultural británica, Dylan consiguió convertirse en el más relevante cantautor norteamericano y enfrentarse, casi solo, a toda la música novedosa que llegaba de Gran Bretaña.
Quienes no han entendido del todo el rol que cumple Bob Dylan en las vidas de sus aficionados se quejan con frecuencia de su voz, cuando es precisamente lo que más valoramos los fanáticos de Dylan: la forma tan directa y personal en que su canto nos llega al alma con sus palabras demoledoras. Por supuesto que la obra de Dylan gira alrededor de sus palabras, que llevaron a sus manos uno de los premios Nóbel más merecidos de nuestros tiempos, pero no lo leemos como a un poeta que escribe para ser leído, sino que lo escuchamos como un cantor que tiene mucho por decir sobre nuestro tiempo.
Sus canciones lograron que el público del rock and roll y el pop se fijara también en las letras, en las historias que contaban y en los universos que eran capaces de reproducir. Y ahí construyó un punto de encuentro entre sus ídolos del rock y del folk. A pesar de los abucheos que esa fusión recibió a mediados de los sesenta y que seguramente se verán retratados en escenas de la película, la obra de Dylan fue determinante a la hora de dar forma a la imagen del prototipo del artista del Siglo XX y a la estética de la música popular que vino después.
En el fondo, su música está definida por su increíble capacidad de expresar la más amplia gama de sentimientos cotidianos. Tal vez la mejor forma de entenderlo sea escuchar de principio a fin Blood on the Tracks, que cumple 50 años este diciembre y que para mí es el disco más bello y crudo de toda la historia del rock. A quienes deseen conocer más sobre la obra de Dylan, les comparto una lista de reproducción que construí para acompañar esta columna, con un recorrido desde sus primeras grabaciones caseras hasta sus más recientes discos. A Dylan hay que oírlo, y mucho: tinyurl.com/DylanporFPosada.