Columnistas
Buen cierre
Ospina se va por la puerta de atrás porque la ciudad le quedó grande, porque se dedicó a politiquear, parrandearse la plata y porque le importó más pelear que hacer.
Se siente bien, bastante bien, pensar que en Cali por fin pasarán cosas buenas. Después de 4 años tortuosos de incompetencia, negligencia y desinterés, nuestra ciudad merece abrir un capítulo que la vuelva a poner de pie y que nos devuelva a los caleños el orgullo por esta tierra que es como pocas otras.
La suspensión anunciada de Ospina también es una buena noticia para cerrar el año. Tienen razón muchos en que parece insuficiente y es tardía. Estoy de acuerdo. Pero en este país de patas arriba donde la justicia cojea más que muchos, nos toca tristemente agradecer que al menos algo pase.
Claro, él sin ninguna vergüenza busca atornillarse hasta el 31 de diciembre. Probablemente lo logre a través de leguleyadas jurídicas pensadas por su equipo de malabaristas. Como siempre, también, Ospina se pegará de su disco rayado de acosado, perseguido y atropellado. No nos olvidamos de sus shows victimizantes, empezando por su famosa huelga de hambre, y que probablemente repetirá.
Pero el mensaje que quedará es claro: las alertas no eran mentiras ni inventos. Ospina se va por la puerta de atrás porque la ciudad le quedó grande, porque se dedicó a politiquear, parrandearse la plata y porque le importó más pelear qué hacer.
Que se vaya él y todo su combo ya. Y se vayan bien idos. El veneno que destilan, amarrando información, tapando embarradas, vendiendo humo y mostrándose como víctimas sólo tienen un común denominador: están con barro hasta el cuello y la justicia les respira en la nuca.
En todo caso, es un buen cierre. Todo eso se va y la ciudad vivirá una nueva energía. Espero, sinceramente, que nos dure. Espero que entendamos que necesitamos sumar para ayudar y no solo sentarnos a ver que los demás hagan. Un alcalde como Eder es un paso necesario, positivo y esperanzador. Pero no puede solo. A todos los caleños nos corresponde ayudar a remar para pararnos nuevamente y sacar a nuestra ciudad adelante.
Es un reto grande, está claro. Quizás más que nada en materia de seguridad. Los gobernantes en muchos rincones del país llegan con mandatos claros por recuperar el orden y la tranquilidad y con unas expectativas bastante altas de que eso pase rápidamente. Alinear las expectativas de la opinión pública al tiempo que se demuestra la capacidad de tomar acción prontamente son dos desafíos paralelos que las administraciones regionales deberán enfrentar desde el primer día.
Cali, como cualquier otro municipio, no será seguro este enero. Probablemente tampoco lo será al final del mandato. Acá no van a dejar de robar ni van a dejar de matar y eso lo debemos entender todos desde ya. Pero contar con un equipo conformado a partir del mérito, sin cálculos económicos ni burocráticos, es una garantía de entrada para que la ciudad avance hacia ser el vividero ideal que todos nos soñamos.
El 2024 arrancará para Cali con el pie derecho bien puesto. Tengo toda la confianza que esto mejorará. Ahora todos a sumar, haciendo, para que así sea.
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