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Buscando entender
El interés nacional no es fácil de descifrar y en política se imponen los intereses individuales y los miedos. El instinto de supervivencia manda.
Trump es el primer expresidente de los Estados Unidos en ser condenado penalmente. Son 34 los cargos por falsificación de documentos para encubrir el pago a una actriz porno con la que tuvo una relación íntima a fin de que ella guardara silencio durante la campaña presidencial del 2016 para no afectar la intención de voto. Tiene, además, tres investigaciones en curso. ¿Por qué está cada vez más cerca de ser reelegido?
Lo primero que a muchos se le viene a la cabeza y con razón, es el extravío de principios y valores de quienes lo apoyan, pues es evidente -creería incluso para sus seguidores- que es una persona sin escrúpulos, se cree que está por encima de la ley, no le importa ultrajar a quien lo contradiga e instrumentaliza el odio para afianzar electores. Pero no es tan sencillo. Revisemos cinco factores que ayudan a entender el respaldo de que goza.
Una primera explicación es el desencanto con Biden. En momentos en que se esperaba un liderazgo excepcional para hacerle frente a la pandemia, al fantasma de la recesión que siguió a la destorcida económica, la inflación, los desafíos en materia climática, las guerras en Ucrania y Oriente Medio, y la gran amenaza de China, se le ha percibido con o sin fundamento como un mandatario débil y dubitativo.
Una segunda explicación es la incertidumbre sobre la salud del presidente en ejercicio. Sus episodios de pérdida de memoria preocupan y, a diferencia de Colombia, la salud de los gobernantes es un asunto que los norteamericanos se toman en serio. A lo anterior se suma que la hoy vicepresidenta -y quien lo reemplazaría de no poder él terminar el período- es una figura desvanecida y que no despierta mayor admiración ni confianza.
Una tercera explicación es la inquietud de muchos sobre la capacidad de Biden de estar al frente de un mundo cada día más convulsionado por la Guerra Fría con Rusia, el caos en Europa y la encrucijada de Israel. Más cuando la democracia y economía de mercado están amenazadas y su suerte está ligada al liderazgo de Estados Unidos. Ante esos desafíos muchos prefieren a Trump aunque sea impulsivo y atropelle las instituciones.
Una cuarta explicación a su respaldo es el manto de duda que el expresidente ha tendido sobre las investigaciones en su contra, logrando que muchos las consideren como una persecución; la percepción de politización de la justicia atenúa el efecto de la condena. Favorece a esta tesis el que las pesquisas que implican a Biden por tráfico de influencias a favor de su hijo y de familiares se dilate, al parecer por maniobras de la Casa Blanca.
Una quinta explicación es el sentimiento reprimido de muchos norteamericanos en contra de los inmigrantes, las comunidades afro y LGBTI, y que Trump ha sabido interpretar. Muchos creen estar perdiendo el país por cuenta de extranjeros que llegan como hordas o se sienten discriminados frente a beneficios dados a las minorías. Se sienten ciudadanos de tercera. Una situación compleja, preocupante y muy peligrosa.
Aunque hay seguidores de corte de venas a favor de Biden y Trump, queda la duda de si Estados Unidos hubiese debido estar ante opciones distintas. Dicho lo anterior, lo más probable es que el expresidente gane por más condenas en su contra salvo ad-portas de la elección, cambie la baraja. El interés nacional no es fácil de descifrar y en política se imponen los intereses individuales y los miedos. El instinto de supervivencia manda.
A juzgar por los hechos, Trump pareciera mejor sintonizado con esa condición humana.