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Califica nuestros servicios

Pasa decenas de veces, y muchas veces, todas a la vez.

2 de marzo de 2025 Por: Paola Andrea Gómez Perafán
Paola Andrea Gómez.
Paola Andrea Gómez. | Foto: El País.

¿Le ha pasado que lo dejan minutos eternos en una línea, esperando a que alguien le responda o más bien a que usted se canse y cuelgue?, ¿se ha sentido tan bien atendido en el proceso de compra de un servicio, como en la respuesta ante un reclamo?, ¿le han hecho la dichosa verificación de datos y no la ha pasado, porque desconoce alguna de las ‘sencillas’ preguntas formuladas?, ¿lo han dejado hablando solo o eligiendo un menú que conduce a todo menos a lo que usted necesita?, y si logra encontrar la opción “para ser atendido por un asesor” esta aparece en el ‘uuúltimo’ rincón, pero el asesor no aparece?

Si su respuesta es afirmativa, marque uno; si le han ocurrido todas las anteriores, marque dos; si por el contrario no ha padecido ninguna, marque su número favorito en el baloto, y si espera que lo atienda un asesor en línea, marque el ícono de las manitos orando y échese la bendición, a ver si ocurre el milagro.

Pasa en las películas, pasa en la vida real, pasa a diario, en un mundo automatizado y ausente de empatía en el servicio al cliente, que se ha convertido en el menos bueno de los servicios. Pasa cuando va a pedir una cita médica con el especialista y se la dan para dentro de tres meses, pero ‘tranqui’, no se preocupe, esté llamando todos los días, a ver si de pronto se la adelantan para dentro de dos meses y medio.

Pasa cuando usted requiere su certificado de pensión, por ejemplo, e ingresa a la página en cuestión y le formulan un cuestionario más ‘camelludo’ que el Icfes, para verificar que usted es usted, pero al final como no es usted, porque se rajó en la pregunta del servicio bancario que no tiene hace dos años o en identificar la cuenta que no tiene el cuatro por mil y usted ni lo sabía, de malas, no hay certificado y espere a que le llegue el que le envían una vez al año, que, a propósito, este año no ha llegado.

Pasa cuando compra un vuelo de varias conexiones, de aerolíneas amigas o conectadas, pero una de ellas sufre un atraso y usted pierde el vuelo siguiente, y no le responde ni la una ni la otra, porque la culpa es del clima o de cualquier cosa, menos de ellas. Pasa cuando le cambian su vuelo de hora y se lavan las manos, mandándole un correo media hora antes para que no vaya al aeropuerto todavía, como si usted viviera a la vuelta del aeropuerto.

Pasa cuando necesita que le atienda el operador de internet de su hogar, que se ha convertido en el lugar de trabajo de cientos de personas, y lo ponen a hablar con una operadora que nunca le resuelve o lo mandan a un chat que le asigna una visita para el día de san blando, que no tiene cuándo, o si le va bien, a un día u hora en la que usted no está. O cuando les pega la llamadita para que le revisen el plan de celular, en guerra de precios actual, y lo dejan horas esperando; técnica muy usada, también, por las entidades bancarias cuando usted necesita que le hagan la exención de una cuota de manejo o le activen o desactiven un servicio, mientras los minutos corren en contra de su paciencia.

Pasa decenas de veces, y muchas veces, todas a la vez. Pero al parecer, no importa, porque la plata suya y mía la tienen asegurada y está entre los planes aburrirlo, hacer que desista o esperar a que les llegue una queja oficial o destemplada para darle el trato que se merece.

Estimados lectores, si les ha pasado lo aquí narrado, cuenten su caso. Estimados operadores, ustedes son muy importantes para nosotros, por eso, antes de mandarnos su programado mensaje “califica nuestros servicios”, ocúpense de brindarnos un servicio, que en lugar de enredarnos, nos facilite la vida. @pagope

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