Columnistas
Caliwood, museo imperdible
Estas son las cosas que podemos lograr cuando se suman el entusiasmo de un visionario y la generosidad de los caleños.
Pocos caleños se dieron cuenta de que el museo Caliwood, de esta ciudad, había sido escogido por la reputada y exigente National Geographic Society, como uno de los cinco museos imperdibles de Colombia. Apenas comparable a instituciones tan consolidadas como el museo del Oro, el museo de Antioquia, el museo Botero y la Quinta de San Pedro Alejandrino.
La historia comenzó en el 2003 cuando el propietario de la exhibición que hoy nos enorgullece, adquirió dos viejos proyectores de cine. Se trataba de equipos antiguos que funcionaron en los teatros Jorge Isaacs y Asturias, para terminar arrumados en un taller de latonería. Hugo Suárez Fiat, que así se llama este intrépido empresario de la cultura, percibió la imponencia en los aparatos y decidió transportarlos a su hogar con la idea de que decorarán la sala. Su propósito no pudo concretarse porque la cónyuge se opuso a acomodar tan exóticos visitantes dentro de los predios domésticos.
Hugo, cuyo ánimo coleccionista ya se había hecho patente con la adquisición de automóviles antiguos y la promoción del Museo del Transporte, no tuvo otra alternativa que alojar los proyectores en su oficina de abogado. El resultado fue inesperado, prodigioso: amigos y clientes que poseían máquinas, adminículos e ingenios de distinta especie relacionados con la fotografía, la cinematografía y la publicidad de espectáculos, comenzaron a depositarlos en sus manos. La colección se acrecentó también con la compra de nuevos elementos.
Caliwood conserva unos siete mil objetos, entre los que se cuentan 400 cámaras fotográficas antiguas, de las cuales varias tienen cuerpo de madera y fueron fabricadas entre 1880 y 1920. A lo anterior se suman 150 filmadoras, 300 proyectores, algunos de uso profesional, cuyas características y mecanismos permiten evidenciar la evolución de la tecnología audiovisual. El conjunto se completa con moviolas, grabadoras de sonido, empalmadoras y otros equipos complementarios. Mención especial merecen la cámara de daguerrotipo producida en 1840 y proveniente de la familia Abreu Calle; el proyector manual Nicholas Powers fabricado en 1908 traído del teatro Vallecilla de Bolívar, Cauca; la cámara Kodak de 1921 donada por Guillermo Carvajal Sinisterra y una inmensa máquina fotográfica fechada a principios del siglo XX, que se dice es la más grande del mundo.
No menos importancia tiene la colección de “memorabilia”, entendiendo por tal objetos, publicaciones, documentos y afiches. El museo atesora, por ejemplo, el altímetro perteneciente al primer avión que llegó a Cali, así como fotografías tomadas durante la filmación de María, el primer largo metraje colombiano producido hacia 1922 y protagonizado por Hernando Sinisterra y Stella López, dirigidos por Máximo Calvo. Esta incipiente industria cinematográfica recibiría impulso hacia 1925 cuando Hernando Domínguez Sánchez, Alejandro Garcés Patiño e Ivanhoe de Roux, entre otros, establecieron aquí uno de los primeros estudios cinematográficos del país.
El museo Caliwood honra con su nombre aquella época dorada cuando Cali se convirtió en la meca del cine nacional, y constituye un ejemplo de emprendimiento cultural-pedagógico porque también ofrece visitas guiadas y conferencias. Estas son las cosas que podemos lograr cuando se suman el entusiasmo de un visionario y la generosidad de los caleños.
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