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Caminado por París…

¡París es París! Encantadora la ciudad antigua, sus Iglesias, sus monumentos, el aire que se respira. Sorprende sí, el auge que tiene la historia...

2 de julio de 2024 Por: Gloria H.

Siguiendo con el tema de los psicólogos y su manera de ver la vida, es obvio que cuando nos creemos el centro del mundo los hechos se ven de una manera. Pero cuando se acepta lo relativo del acontecer diario, lo universal del comportamiento humano, cuando se acata que ‘solo somos una brizna al viento’, la forma de explicar el día a día necesariamente se transforma.

¿Qué tantos muchos de los comportamientos son parte de ADN humano y no dependen tanto ni del gobernante de turno, ni del presupuesto regional, ni del lugar geográfico que habites? Entonces París puede seguir siendo encantadora a pesar de la basura de sus calles (igualitica a Cali), que las ratas caminan por sus antiguos barrios (no las he visto en Cali), a pesar de sus trancones, a pesar de su ‘desorden’ preparatorio para los Olímpicos ¡París es París!

En todas partes se enfrentan situaciones parecidas. Las tarifas de cualquier servicio se desbordan (un taxi sube de 29 a 50 euros en temporada preolímpicos) y así es como en lo cotidiano de París se ‘sienten’ los Juegos. Hablan de recesión, de ventas estancadas (y allá no gobierna Petro) de la desmesura de los cobros de energía (con la cercanía del ‘loco’ Putin), donde tienen que modificar formas de vida (menos calefacción y más cobijas).

Pero tal vez la mayor diferencia radica en la actitud y aquí volvemos a meterle Psicología: las cosas se agrandan o se achican, dependiendo de cómo se asuman. La palabra aceptación (que no conformismo) se vuelve mágica. Gran parte de lo que se vive depende de cada quien y menos del entorno externo. Pero si todo el tiempo te alimentas de rabia, ‘mala leche’, renegadera, tu mundo dependerá más de tu actitud que de lo de afuera. Y será como lo imaginas: el cerebro no distingue.

¡París es París! Encantadora la ciudad antigua, sus Iglesias, sus monumentos, el aire que se respira. Sorprende sí, el auge que tiene la historia: puedes construir, imaginar, proyectar todo lo que se te ocurra, pero jamás fabricar pasado. Lo viejo alcanza proporciones inusitadas. El manejo de los horarios es complejo: cuándo estás en Europa, cuándo estás en América, nada fácil. Pero también París es la ciudad de las sirenas: por el ulular de sus bocinas, pareciera una ciudad en guerra.

Policías, bomberos, constantemente está la alarma. Da que pensar que una ciudad con menos habitantes que Cali, con metro efectivísimo y, sin embargo, maneje, en hora pico, semejantes trancones. ¿Turistas invasores? ¿El problema del transporte público es tan solo un asunto de vehículos o dependerá también de la actitud y formas de vida actuales?

Con Olímpicos en perspectiva, la vida continúa ‘en las calles’. Por vivir en apartamentos tan básicos y pequeños, la necesidad de ‘ventilarse’ le da tanto significado a la calle, al espacio verde, a los cafecitos parisinos, pero es en la calle (y con ayuda del clima) donde se percibe una París encantadora. Ah, y por todo lado te advierten del peligro de los carteristas: en el metro, en los museos, en la calle, en las paradas de buses.

No solo es Cali, ni Colombia, las desigualdades generan mucho resentimiento. Y la desidia de los funcionarios públicos (dizque con tantos privilegios sociales) los hace odiosos y repelentes. Entonces, ¿abrimos los ojos y miramos otros escenarios o seguimos creyendo que en Colombia vivimos en un infierno?

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