Columnistas
Carta infame
Pero resulta que ese escrito infame sí es de María Jimena Duzán, que resolvió entrar a saco en la vida privada del Presidente, en un acto ruin que desdice de su trayectoria.
Es difícil para mí abandonar el aprecio y admiración que siempre he tenido por el trabajo periodístico de María Jimena Duzán, cuyo valor y arrojo para escribir y publicar sus columnas son inmensos. No ha habido político corrupto que escape al lente de esta mujer que con su pluma deja al descubierto las movidas turbias de tanto personaje de la política, que tiemblan por la posibilidad de que los señale ante la opinión pública.
Sus columnas en Semana criticando el gobierno de Álvaro Uribe fueron implacables, y por eso se ganó el odio de sus seguidores que veían –y siguen viendo- al expresidente como un prócer sin mácula en su hoja de vida, que no le alcanzan las torticeras compras de votos para su reelección, ni los 6402 falsos positivos cometidos durante su mandato.
Cuando la revista Semana se convirtió en sectario medio de la extrema derecha, lo primero que hizo fue expulsar a Daniel Coronell, el mejor informado periodista colombiano. Con Coronell se solidarizaron Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Pizano, Vladdo, y María Jimena Duzán, que renunciaron por considerar que eso era una afrenta a la libertad de expresión, que había sido respetada por la publicación desde su fundación en 1982.
María Jimena montó su programa en las redes sociales –A Fondo- en el que continúa haciendo periodismo de denuncia. He sido fiel seguidor de ese espacio.
Cuando leí la carta que María Jimena dirigió a Gustavo Petro, creí que la derecha había abusado de su nombre para arremeter contra el Presidente. Eso no es de Duzán, aseguré a un amigo uribista que exultante de felicidad me llamó a preguntar si la había leído. Ese texto no es suyo, le respondí.
Pero resulta que ese escrito infame sí es de María Jimena Duzán, que resolvió entrar a saco en la vida privada del Presidente, en un acto ruin que desdice de su trayectoria. Más que infame es una carta canalla porque si quería ayudar a Petro en su ‘problema de adicción’, ha podido pedirle audiencia y exponerle su preocupación.
Naturalmente, lo que hay en el fondo es que la señora Duzán entró al grupo que pretende hacer imposible la gobernabilidad con infundios de este jaez.
Ya imagino a María Jimena mirando por las cerraduras del recinto presidencial para observar los movimientos íntimos del Presidente: qué hace; si es verdad que duerme desnudo; cómo toma el café mañanero, con o sin azúcar. Eso sería una intromisión grosera en la vida privada del Presidente.
Si estuviéramos en una dictadura, ya la ‘voyerista’ estaría tras las rejas. Petro, demócrata integral, se limitó a decir que su única adicción es una taza de café por la mañana. Yo que soy adicto al tinto, que no me causa insomnio, doblé la dosis diaria.
Sobraba esa carta, señora Duzán. Tiró por la borda una vida de grandeza periodística, para convertirse en copia de quienes pretenden enlodar al Presidente.
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La película Los Asesinos de la Luna, dirigida por Martin Scorsese, y protagonizada por Robert De Niro y Leonardo DiCaprio, es una verdadera maravilla, llamada a recibir todos los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Su director, octogenario, demuestra una vez más que es uno de los grandes del Séptimo Arte, porque todas sus películas marcaron hitos en esa industria. La recomiendo a mis amables lectores.
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