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Carvajal: una familia, una empresa, un ejemplo
Carvajal ha sabido combinar tradición y modernidad, valores familiares y gobierno corporativo, desarrollo económico y responsabilidad social.
En 1904, inicia una historia empresarial de orgullo vallecaucano, que hoy cuenta con más de 14.000 colaboradores en 10 países diferentes, y una estructura de gobierno corporativo compleja, pero envidiable, que la ha llevado a ser reconocida por el IMD en Suiza, como la única empresa colombiana, y segunda en América Latina, por su modelo de gobierno y el manejo de su legado institucional.
Cuando se piensa en empresas icónicas que han dejado una huella en la historia de Colombia, el nombre de Carvajal resalta de inmediato. Con 120 años de trayectoria, esta empresa familiar ha mostrado cómo fusionar valores tradicionales con la innovación y el dinamismo de los tiempos modernos, generando un impacto positivo en la región. Pero, ¿cuál es la fórmula detrás de su éxito?
Desde sus inicios, Carvajal ha sido más que una empresa; nació como un proyecto familiar que ha mantenido su esencia. Su presidente, Pedro Felipe Carvajal, define su éxito en tres factores clave: (1) la alineación de los valores familiares con los de la empresa, (2) la confianza en el futuro como guía para decisiones estratégicas, y (3) la resiliencia ante la adversidad. Este enfoque les permitió superar desafíos significativos, como la pérdida de una línea de negocio que representaba el 70% de sus utilidades, reconfigurándose y diversificándose hacia mercados internacionales.
A lo largo de seis generaciones, Carvajal ha logrado adaptarse a los cambios del mercado sin perder su esencia. Según The Family Business Consulting Group, solo el 30% de las empresas familiares llegan a la segunda generación, y de estas, entre el 10 y el 15% alcanzan la tercera. Sorprendentemente, solo el 3 al 5% sobreviven hasta la cuarta generación.
Carvajal es un ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas bien en Colombia. Es también un testimonio del poder transformador de las empresas familiares en el Valle del Cauca, una región donde más del 40% de las empresas son familiares, generan más de 265.000 empleos y poseen activos superiores a 50 billones de pesos. En un contexto donde a menudo predominan los intereses individuales sobre el bienestar colectivo, Carvajal ha demostrado que es posible generar valor de manera ética, con una visión de largo plazo y pensando siempre en el impacto social.
Carvajal ha sabido combinar tradición y modernidad, valores familiares y gobierno corporativo, desarrollo económico y responsabilidad social. A través de la Fundación Carvajal, han trabajado para transformar su entorno y generar bienestar en la región, convirtiéndose en referentes en el mundo fundacional en su labor con comunidades vulnerables. Su compromiso con el desarrollo social, junto con una gestión empresarial responsable, genera un impacto positivo y duradero.
Ejemplos como el de Carvajal nos enseñan que el crecimiento debe ser un esfuerzo colectivo. Invertir en desarrollo sostenible y en prácticas que beneficien a la comunidad no es solo ético, sino una estrategia inteligente para asegurar el éxito a largo plazo.
En medio de un 2024 turbulento a nivel mundial, qué bueno es tener referentes locales que sean ejemplo de cómo se construye empresa, familia, y región al mismo tiempo. No hay que renunciar a ninguna de las tres y aquí hay un ejemplo de ello, luego de seis generaciones, que, con visión de largo plazo y sin claudicar ante los coqueteos de la coyuntura, se conquistan los sueños y se construyen realidades diferentes.