Columnistas
Casting al infierno
Las redes sociales se han convertido en aliadas de este crimen. Allí se esconden pedófilos y delincuentes de las mafias de trata, por lo que se hace tan urgente un acompañamiento amoroso y comprometido...
La historia es real y se repite en cientos de lugares del mundo. Una niña que sueña con ser artista, una mujer o un hombre que le prometen el cielo y la tierra, y que de paso embaucan a su pequeño hermano. En algunos casos, el apoyo ingenuo de los padres, frente a la insistencia de sus hijos, entra en escena y es determinante. En otros, son simplemente ellas y ellos, frente a una cámara, unas fotos o un envío por redes sociales, quienes sin darse cuenta están firmando su sentencia de muerte en vida: un casting al infierno.
La película Sound of Freedom, hoy en cartelera, retrata la vida de Rocío y Miguel, los dos niños cuyo rescate se convierte en una obsesión para el agente estadounidense Tim Ballard y que en esencia corresponde a un hecho que sí ocurrió: el rescate del niño de las manos de una red de pedófilos, un operativo de rescate de 60 personas en las Islas del Rosario, y el hallazgo de la niña protagonista en un lugar de la selva colombiana. Más allá de los muchos debates en torno a la película, por la ideología de sus realizadores y los fines de sus financiadores, lo que es incuestionable es que el mundo está perdiendo la batalla contra un delito que mueve al año entre 5 y 7 billones de dólares, según las Naciones Unidas.
Se calcula que hay más de 21 millones de personas afectadas por la llamada esclavitud moderna, que se mueve en 127 países. El informe global de la trata de personas precisa que el 30% de las víctimas son menores. Colombia es el tercer país de América Latina con más casos, solo superado por México y Brasil. Y las posibilidades de que las víctimas salgan con vida es tan difícil, que incluso ello ha abierto espacio para una millonaria industria del rescate, cuestionada por sus métodos, pero que en ocasiones se convierte en la única esperanza.
En diciembre de 2000, 148 países se reunieron en Palermo, Italia, para firmar la convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Transnacional Organizada; para prevenir y sancionar la trata de personas. Pero el asunto es que a pesar de las millonarias sumas que deja este delito, no hay suficientes leyes, ojos ni recursos para atenderlo. La película Sound of Freedom retrata, por ejemplo, que la mujer sindicada de reclutar a los menores era una reconocida exreina en Cartagena, que en 2014 fue capturada en el operativo de las Islas del Rosario. La mujer siempre aseguró su inocencia y dijo que su presencia en la fiesta había sido una invitación. Hace varios años se encuentra en libertad.
Las redes sociales se han convertido en aliadas de este crimen. Allí se esconden pedófilos y delincuentes de las mafias de trata, por lo que se hace tan urgente un acompañamiento amoroso y comprometido a nuestras niñas, a nuestros hijos. Claudia Yurley Quintero Rolón, quien lidera una fundación para atender a las víctimas de este delito y es coordinadora de la Liga contra la Trata de Personas en Cartagena, hace este llamado: “Desde las familias, mucha comunicación; los casos que hemos atendido de niñas que son llevadas de Colombia a otros lugares del mundo revelan una fractura de comunicación en sus casas. Sabemos que en ocasiones es difícil acercarse a los adolescentes, pero es necesario, así como la orientación en los colegios. Hay que mostrarles que está ocurriendo, que se están llevando a los niños”.
Hablarles y hacerles ver que el engaño ‘navega’ en busca de inocentes, es una tarea a la que no podemos renunciar. @pagope