Columnistas
Chicharrón venezolano
Llegamos a un punto en el que estamos ligados al destino de Venezuela...
Una buena porción tendremos que comer esta semana cuando el presidente Petro anuncie la decisión de asistir o no a la ‘posesión’ de Nicolás Maduro como presidente (dictador) de Venezuela. Algo nada fácil por lo que implica ir o no ir.
Estos son los escenarios: si va o envía una delegación, Colombia estará reconociendo a una dictadura y con ello podría quedar aislada de la comunidad internacional y expuesta a sanciones y tratos ‘especiales’ del gobierno Trump que asume en pocas semanas.
Si va, el costo político y diplomático será altísimo: una reciente encuesta de la Universidad del Rosario y el instituto Konrad Adenauer muestra que el 95% de los colombianos están en desacuerdo con que el gobierno reconozca a Maduro como presidente de Venezuela y a un año y medio de las elecciones este es un argumento contundente para la oposición y la derecha; también fuera de nuestras fronteras el liderazgo latinoamericano que pretende Gustavo Petro quedaría seriamente lesionado.
Y si no va el escenario tampoco es alentador: una cosa es oponerse al régimen de Maduro como lo hace Javier Milei desde Argentina, a miles de kilómetros de la frontera venezolana, y otra hacerlo al lado, con 1200 km de frontera viva y tres millones de venezolanos viviendo en nuestro territorio, la no asistencia implicaría un rompimiento de relaciones diplomáticas con las dificultades inmensas que ya experimentamos durante el gobierno Duque cuando se cerraron las fronteras entre dos países que dependen el uno del otro.
Si Petro no reconoce a Maduro quedaremos en una difícil situación en materia energética ya que se prevé que el gas que consumimos venga de Venezuela a bajo costo. Conseguirlo en otra parte implicaría alzas superiores al 150% en las en las tarifas del servicio.
De otro lado la oposición también esgrime sus argumentos: el intercambio comercial es pequeño y no llega a los mil millones de dólares al año, 10 veces menor al que había durante los gobiernos de Uribe y Santos, acérrimos opositores del chavismo, y por los lados de la paz total tampoco habría mayores consecuencias si no se reconoce al régimen venezolano ya que la mediación que hacía en los diálogos con el Eln y las disidencias de Iván Márquez no produjeron ningún resultado debido a la falta de interés de los dos grupos ilegales en llegar a acuerdos definitivos con el gobierno por lo que es poco lo que se perdería, según la oposición, si se da un rompimiento de relaciones diplomáticas.
Llegamos a un punto en el que estamos ligados al destino de Venezuela, nunca en 200 años de vida republicana habíamos estado tan unidos y comiendo del mismo chicharrón. Si me preguntan qué es lo que más nos conviene, yo diría que una Venezuela fuerte, estable, democrática, en crecimiento y eso ya lo sabemos todos, no pasará con Nicolás Maduro.