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Cuarto de San Alejo

El espacio no da para más.

17 de diciembre de 2024 Por: Gloria H.
Gloria H.
Gloria H. | Foto: El País.

La cultura popular identifica el cuarto de San Alejo como el cuarto de los rebrujos, aquel espacio donde se van acumulando los chécheres de la casa, aquello que ya no se usa, que pasó de moda, pero no se bota ‘por si acaso’.

Claro, estamos hablando de épocas antiguas donde el espacio de las casas era mayor. Hoy, si acaso, el cuarto de San Alejo está reducido a un clóset, o a un depósito en el sótano de los garajes. El espacio no da para más. Pero la idea de guardar sobrantes, objetos dañados que se puedan reparar, elementos en desuso, recuerdos de viajes, disfraces, álbumes de fotos, no pierde vigencia.

El cuarto de San Alejo puede convertirse en la memoria del hogar y de la familia. Es casi imposible vivir sin un espacio, clóset, cuarto o depósito, que no acumule ‘lo que no se usa’, pero continúa guardado ‘por si acaso’.

Lo sorprendente es que los humanos también tenemos nuestro propio cuarto de San Alejo. El inconsciente, nuestro depósito, guarda la memoria de acontecimientos, detalles, experiencias, agradables y dolorosas, que hemos vivido a lo largo de la existencia.

Pero el cuarto de San Alejo no está hecho de caucho que estira y estira, sino que también se rebosa, se satura, ‘no da más’. Y, claro, esos guardados brincan en muchas circunstancias de la cotidianidad porque el depósito está repleto, no hay cabida para más... Los guardados son nefastos porque saltan lo queramos o no, en el momento más inesperado.

Están fuera de control y terminan asfixiando porque no se airean y la acumulación produce malos olores, resentimientos, facturas por cobrar. El cuarto de San Alejo, nuestro inconsciente, registra y registra, hasta que explota… y es entonces cuando el malgenio, la depresión, la intolerancia, la angustia, la enfermedad, hacen de las suyas. ¿Qué tanto hay guardado que ya no hay espacio para seguir acumulando?

Es difícil sustraerse a la cultura que nos pone en ‘modo diciembre’, pero hay que buscar caminos que permitan fluir sin necesidad de hacer resistencia. La resistencia crece el problema. Diciembre es un mes proclive a la saturación del cuarto de San Alejo. Por algo, es el mes de los balances y los cortes de cuentas. Pero si diciembre revuelca mi cuarto de San Alejo, también revuelca el de los otros. Es un mes donde hay confusión porque las facturas guardadas del pasado, las transfiero a alguien en el presente y mi interlocutor no entiende ni mi rabia, ni mi dolor, ni mi reclamo. ¿A quién le estoy representando? ¿Desde qué lugar de su historia me está hablando? ¿A qué papá o a qué mamá le estoy cobrando?

La terapia psicológica ayuda a ‘limpiar’ este cuarto para ver los acontecimientos de manera diferente. Airearlo es sano: no puedo cobrar el pasado en el hoy, ni siquiera cobrar la deuda de mi niñez al mundo presente, porque esos personajes de mi historia ya no existen. Solo están en mi inconsciente. El equilibrio debo buscarlo de otra manera.

¿Cómo está mi cuarto de San Alejo? Evalúa que si ‘todo’ pareciera fluir pero no hay sosiego o tranquilidad, mi cuarto de San Alejo necesita descarga, necesita limpieza. Nadie tiene la vida perfecta y un espacio de introspección, buscando en los rebrujos inconscientes, mejora la calidad de vida. El lápiz y el papel ayudan. Diciembre es propicio para revisar y aprender a mirar de otra manera. Darse ese regalo personal es una manera de comenzar una vida diferente. ¡Ensaya!

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